El futuro lanzamiento de la Iniciativa de Pagos Europea (EPI, por sus siglas en inglés), que comenzará a operar en 2022 si se cumplen las previsiones, no ha pillado por sorpresa a Mastercard. Lejos de entrar en ‘modo pánico’ ante el posible final de la hegemonía absoluta que, junto a Visa, mantiene en el segmento de medios de pago, la firma estadounidense ha acogido con optimismo el proyecto, segura de que una mayor competencia, lejos de dañar su negocio, servirá para dinamizar al sector.
Así lo explica Paloma Real, directora general de Mastercard España, en declaraciones a Invertia, indicando que desde la compañía “estamos siempre abiertos a colaborar con EPI, a comprender qué papel podríamos jugar nosotros en esa iniciativa”. En este sentido, apunta a primeros contactos dirigidos a saber si pueden “ayudar de alguna forma con nuestra tecnología o con el conocimiento que hemos desarrollado a lo largo de nuestros 50 años de historia”.
La posición de la firma sorprende, cuanto menos, al ser uno de los dos grandes competidores en un negocio que con la futura solución de pagos paneuropea, podría perder cuota de mercado, al igual que Visa.
Sin embargo, Real muestra su seguridad en que un escenario de mayor competitividad será bueno para el negocio. “Operamos en 220 países con unas reglas de compliance tremendamente estrictas y, en todos ellos, trabajamos en entornos altamente competitivos. Estamos a favor de eso”, asegura la directiva.
Paloma Real insiste en que esa forma de ver el mercado “está en nuestro ADN y trabajamos para que esos entornos competitivos sean en igualdad de condiciones para todos los jugadores y así poder generar soluciones de mayor valor para todos los participantes. Esta iniciativa no la percibimos de forma distinta que en el resto de lugares donde operamos”.
Objetivo: una verdadera unión
El objetivo de la EPI es crear una solución de pagos paneuropea unificada. Un anhelo que desde hace años mantenían tanto los supervisores de la región como las propias entidades financieras, precisamente, para no depender tanto de Visa y Mastercard, dos compañías de origen estadounidense.
La idea es que esa solución incluya una tarjeta de pagos común para los consumidores y comercios de toda Europa, un monedero electrónico y funciones de pago entre particulares (“P2P”), añadiéndose a las ya existentes ofrecidas por los sistemas de pago internacionales pero con el objetivo de convertirse en el medio de pago preferido de los europeos en todo tipo de transacciones, tanto las realizadas de forma presencial o en línea, como las retiradas de efectivo y los pagos electrónicos entre particulares.
“Al final, este movimiento de los bancos europeos es algo previsible y natural y creemos que contribuye a ese crecimiento de la competitividad”, indica Paloma Real.
La directora general de Mastercard en España insiste en que su posición también incluye un fuerte compromiso “por participar de un mercado europeo que sea funcional y competitivo y que ofrezca a empresas, Gobiernos y particulares opciones de confianza y herramientas de métodos más seguros de pago” en una región en la que más del 50% de las transacciones de pago minorista se realizan aún en efectivo.
¿Una solución viable?
La EPI está integrada, de momento, por 16 grandes bancos europeos de cinco países. Banco Santander, BBVA y CaixaBank son la cabeza visible de las entidades españolas; pero se espera que otras vaya sumándose en los próximos meses.
Sin embargo, algunas voces empiezan a rebajar el optimismo inicial por la iniciativa. Por ejemplo, los expertos de S&P Market Intelligence indican en un reciente análisis que será muy difícil comer parte del pastel de dos entidades, Visa y Mastercard, que llevan años afianzadas con una cuota de mercado en Europa del 80% entre las dos, según cálculos de Nielsen.
Los expertos recopilados por la firma reconocen que las posibilidad de éxito en términos de dominar el mercado “no son muy altas” para la alianza de bancos europea, pese a que la iniciativa tiene un claro componente político en cuanto a que los reguladores europeos no están del todo satisfechos con el hecho de que dos compañías estadounidenses dominen el mercado en la región.
En todo caso, coinciden en que la penetración real en el mercado puede tardar años y llegar a rivalizar de tú a tú con Visa y Mastercard todavía más, especialmente porque el cambio de infraestructuras tendrá que ser brutal.
Respecto a este punto, los expertos recuerdan que aún existen diez países europeos que aún mantienen esquemas de tarjetas nacionales que no aceptan las de otros estados miembros, un mensaje que ha repetido también en varias ocasiones el Banco Central Europeo (BCE). Y lo mismo ocurre con aplicaciones y herramientas como los monederos digitales, que solo se ofrecen a nivel nacional.
El objetivo es, precisamente, poner fin a esa fragmentación. Para ello, los bancos fundadores, a los que se pueden sumar más, crearán una compañía transitoria en Bruselas, que se encargará de establecer unos hitos claros, entre los que se incluyen la definición de la hoja de ruta técnica y operativa y el inicio del desarrollo de una solución que ofrezca la mejor experiencia de usuario.
Cada banco evaluará entonces el desempeño de esta compañía antes de incorporarse a la definitiva que lanzará EPI al mercado y que, según las previsiones, empezará a operar en 2022.