Firme apuesta por la venta de seguros para generar ingresos frente a los tipos de interés negativos que siguen pesando, y de qué manera, en el negocio bancario. La nueva CaixaBank ha puesto en la diana este segmento de negocio con el que, tras la absorción de Bankia, aspira a duplicar su cuota de mercado en cinco años.
Así lo aseguró este viernes el consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar, durante la presentación del proyecto de fusión a los analistas. Una estrategia que el directivo ha convertido en su bandera desde hace tiempo, con el objetivo de generar ingresos vía no bancaria. Todo ello en un entorno en el que las políticas monetarias ultraexpansivas han desterrado al infierno de lo ‘poco rentable’ a productos más tradicionales como las hipotecas o los depósitos.
Engordar la cartera de activos fuera de balance con productos de ahorro a largo plazo (incluidos también fondos de inversión y planes de pensiones) ha sido clave en los últimos años para el sector y sus ingresos por comisiones. Y los seguros forman parte de esa estrategia. Así que la idea es clara: CaixaBank quiere extender la relación con SegurCaixa Adeslas a toda la nueva red de la entidad fusionada.
Es decir, comercializar los productos No Vida de la aseguradora que comparte con Mutua Madrileña en todas las oficinas y que el negocio de Vida siga en manos de VidaCaixa, firma propiedad del banco todavía comandado por Jordi Gual.
El potencial es enorme, incluso teniendo en cuenta que CaixaBank ya tiene una cuota de mercado del 23,1% en productos de ahorro a largo plazo, frente al 13% de hace apenas diez años, según datos de la entidad. Los ingresos por seguros que genera cada empleado de CaixaBank ascienden a 33.400 euros, mientras que en el caso de Bankia la cifra es de 12.000 euros.
Sinergias de ahorro
El grupo espera generar en este segmento, en el que se incluyen los seguros, unas sinergias por valor de 135 millones de euros anuales antes de 2025, más 80 millones en seguros de protección.
Según los últimos datos públicos de ICEA, a cierre de 2019, VidaCaixa gestionó 54.736 millones de euros en seguros de vida el pasado año, con una cuota de mercado superior al 28%. Por su parte, Bankia gestionó 5.643 millones de euros, con una cuota del 2,88%. En primas de Vida, la cuota de VidaCaixa asciende al 31,1%, lo que implica que la entidad fusionada facturará el 32% de las primas del seguro español si se suman los datos de Bankia.
“Aportar esta factoría y nuestro ‘expertise’ al negocio va a generar una enorme oportunidad de crecimiento”, indican desde CaixaBank. ¿El principal escollo? Que Bankia distribuye actualmente los seguros generales de Mapfre en sus oficinas, mientras que CaixaBank distribuye seguros de vida a través de VidaCaixa y productos de no vida a través de SegurCaixa Adeslas, participada al 50,08% por Mutua Madrileña. La duplicidad también se da en el negocio de vida y pensiones de Bankia en Baleares, cuyo socio estratégico sigue siendo Caser.
El mercado ya lo daba por hecho desde el inicio de las negociaciones, pero los principales directivos de la nueva CaixaBank han sido los encargados de confirmar el divorcio entre Bankia y la compañía que preside Antonio Huertas. “La fusión genera incompatibilidad en seguros y es algo que resolveremos en los próximos meses”, explicaba Gonzalo Gortázar durante la presentación del proyecto de fusión.
Quién paga los platos rotos
El mensaje desde la entidad es rotundo: “Tenemos que pulir las fases, pero no hay un destino razonable diferente a este”. Es decir, Bankia tendrá que cortar con Mapfre, pese a la idílica relación que, según define el propio Goirigolzarri, han llevado ambas entidades en los últimos años.
“Nuestra relación con Mapfre ha sido magnífica durante todos estos años, con mucha complicidad y espero que ahora sea cercana. Estoy muy agradecido por ello”, explicaba el directivo este viernes, asumiendo que el enlace ha tocado a su fin.
Ambas entidades se sentarán pronto a negociar, aunque la ruptura definitiva puede tardar meses. “Hay una serie de puntos en el acuerdo que regulan este tipo de situaciones (con indemnizaciones), pero ahora no es adecuado cuantificar la indemnización, aunque internamente sí está incluida en cifras”, indica el directivo.
En este sentido, la banca de inversión baraja números distintos del coste de la ruptura. Barclays cifra la penalización en unos 600 millones de euros, mientras que los analistas de Santander la amplían por encima de los 1.000 millones.
Algunas voces apuntan a que ese coste, o buena parte de él, lo asumiría Mutua Madrileña (con un 50,08% en SegurCaixa Adeslas), consciente del enorme salto que supondría el acceso a la red de Bankia. “Tiene todo el sentido del mundo que Mutua pague parte de ese coste por un beneficio futuro y no hay que descartar que el próximo movimiento de la aseguradora sea incrementar su posición en Adeslas”, indica fuentes consultadas.