Las agencias de rating se ponen serias con la banca. En los meses más duros de la crisis, las calificadoras optaron por dar una tregua al sector limitando sus movimientos a rebajas en las perspectivas sin llegar a tocar la ‘nota’ final de las entidades. Pero esa cuerda ha comenzado a tensarse, ante la mayor incertidumbre sobre cómo será la recuperación económica, íntimamente ligada a la evolución del sector bancario.
En el caso español, la decisión más reciente ha afectado a Banco Sabadell. Fitch decidió la pasada semana rebajar un escalón la nota de la entidad a -BBB, a un paso del ‘bono basura’.
La decisión llega casi seis meses después de que la agencia empeorase su visión sobre toda la banca española. Y, en general, representa la percepción de que el ritmo de recuperación será mucho más lento de lo esperado, provocando, inevitablemente, un incremento de la morosidad.
Similares han sido los avisos lanzados desde S&P Global Rating, que en un informe fechado el 23 de septiembre, mantiene su perspectiva para la banca europea desde la anterior revisión de abril. No obstante, advierte de que la recuperación de las entidades será “lenta, incierta y muy variable entre sectores y geografías”.
De hecho, la calificadora retrasa hasta 2023 la capacidad de la industria para recuperar sus niveles de rating precovid, igual que su negocio en general. Moody's tampoco ha variado su visión sobre la banca desde marzo, cuando situó a la española en perspectiva negativa desde 'estable', algo que ya anticipaba posibles revisiones a la baja en los ratings.
Ingresos débiles y reestructuración
En el caso de S&P Global, la calificadora divide su análisis más reciente en varias ‘jurisdicciones’ bancarias por regiones. En el caso de Europa, incluye a su vez cinco regiones distintas (Francia, Alemania, Italia, España y Reino Unido).
Pues bien, para todas ellas, la agencia anticipa que “el entorno de ingresos débiles y la necesidad que tienen los bancos de invertir y reestructurarse, hará que no haya ganancias de eficiencia materiales antes de 2023”. Del mismo modo, retrasan hasta ese año la capacidad de los bancos de situar sus provisiones por pérdidas crediticias a niveles previos a la pandemia.
Desde el sector se muestran confiados en su capacidad de resistencia y las agencias de rating saben que no pueden golpear duro a una industria que se ha convertido en cuerda de transmisión entre las políticas monetarias y gubernamentales y los ciudadanos afectados por la crisis. Pero la realidad es que las rebajas de rating ya llevadas a cabo y las que pueden llegar el próximo año, van camino de ser las más profundas desde el hundimiento de Lehman Brothers.
Desde el 1 de marzo hasta el pasado 7 de septiembre, S&P ha llevado a cabo 234 actuaciones de rating sobre bancos y otras 101 sobre instituciones financieras no bancarias. “La mayoría de los cambios han sido revisiones de perspectivas, representando un 70% del total”, indican. El resto, rebajas directas de rating.
¿Nuevos ángeles caídos?
El aviso es contundente. Y aunque es cierto que las agencias de rating han perdido peso en la toma de decisiones de los inversores tras su ‘cuestionado’ papel durante la anterior crisis financiera, sus previsiones crediticias sí impactan en los fondos de inversión que, por folleto, no pueden invertir a partir de determinados ratings, ante el riesgo que supone para sus carteras.
Aun así, no se esperan nuevos ‘ángeles caídos’ (empresas que pierden el grado de inversión) dentro del sector bancario, a no ser que el ritmo de recuperación económica sufra un parón mayor al estimado (S&P maneja su escenario central con la aparición de la vacuna a mediados de 2021) como consecuencia de los rebrotes.
La evolución de la recuperación económica será, en este sentido y para todo el sector, clave en la recuperación del negocio y de la confianza de los inversores. “Se necesita tiempo para que la recesión económica se manifieste en el crédito bancario; los bancos también necesitan tiempo para beneficiarse de una recuperación económica, dado que están trabajando con préstamos en mora acumulados durante la recesión”, explican desde S&P Global Ratings.
Desde las agencias de calificación tienen claro que la tendencia de rebajas en las calificaciones durante la crisis tardará en revertirse. Pero sí se muestran convencidos de que el bajón de los últimos meses se vea limitado por “el fortalecimiento de los balances en los últimos 10 años”, así como las medidas públicas para contener el impacto social de la pandemia.