La nueva ronda de resultados de la banca ha puesto sobre la mesa los planes del sector para una nueva ronda de ajustes de plantilla que se cebará especialmente con los empleados de oficina. A los recortes previstos en CaixaBank, Bankia, Unicaja y Liberbank por los procesos de fusiones, se suman ahora fuertes ajustes que Santander y Sabadell empezarán a negociar con los sindicatos próximamente.
Es cierto que la banca española ha aguantado el tirón de la crisis sin despidos ni recortes salariales, manteniendo empleos mediante el teletrabajo o con recolocaciones si ha sido necesario. Pero las pésimas previsiones macroeconómicas empiezan a estrangular a una industria que teme que el próximo año aflore toda la morosidad que las políticas económicas mantienen, de momento, bajo control.
Eso, sumado al ‘tirón’ de la operativa digital derivado del confinamiento y el entorno de tipos de interés negativos que tanto ha golpeado balances y rentabilidad, no deja otra opción que la reducción de costes para seguir adelante con el negocio.
Y eso pasa, inevitablemente por una nueva ronda de despidos.
Una palabra maldita que en el sector no quieren mencionar después de más de una década en la que el número de empleados de las entidades de depósito (sin tener en cuenta los establecimientos financieros de crédito) se ha reducido en más de 94.000, según datos del Banco de España. En concreto, el sector ha pasado de contar con 270.855 trabajadores en 2008 a 176.838 a cierre del pasado año.
Cifra que seguirá contrayéndose el próximo 2021 debido a los planes del sector para retomar esta vía del ajuste con el objetivo de ser más eficiente y por el movimiento necesario tras las fusiones. Las primeras estimaciones apuntan a que será un año récord de destrucción de empleo en el sector.
Preparando el terreno
Banco Santander sorprendía este martes al confirmar que convocará a los sindicatos para negociar un expediente de regulación de empleo (ERE) que, según fuentes de los representantes de los trabajadores, podría afectar a unos 3.000 empleados.
Una cifra similar se baraja para el plan de reducción de costes de Banco Sabadell entre España y Reino Unido, mientras que los bancos de inversión han manejado cifras de hasta 8.000 afectados por la fusión de CaixaBank y Bankia, a los que habría que sumar los recortes en Unicaja y Liberbank de concretarse la fusión.
Fuentes de las entidades consultadas por Invertia insisten en que, como siempre ha ocurrido en el sector, las negociaciones con los sindicatos irán encaminadas a ajustes “no traumáticos”, primando las bajas voluntarias y las prejubilaciones.
Así se espera que sea, de hecho, el recorte de Banco Sabadell, mientras que los sindicatos tienen más dudas con el resultado final en Santander. Critican que la entidad haya comunicado antes a los medios que a los sindicatos su decisión. “De confirmarse, se estarían dinamitando las bases que hasta ahora han servido para el diálogo social en la empresa”, advierten desde CCOO.
Salidas voluntarias
Las jubilaciones anticipadas y las bajas pactadas han sido la tónica dominante en otros periodos de ajustes en el sector. Precisamente por eso, las plantillas están ahora muy rejuvenecidas y será difícil aplicar la primera herramienta de forma generalizada.
A esto se suma la cruzada del Gobierno para extender la edad efectiva de jubilación, que actualmente se sitúa en 64,6 años, eliminando incentivos para las prejubilaciones o bonificando el retraso voluntario de la jubilación. "Así sería más difícil aplicar un ERE voluntario", indican desde los sindicatos. El propio consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar, reconocía recientemente que, en esta ocasión, tendrán que ser más “creativos” en el proceso.
Los expertos coinciden en que el ERE que la nueva CaixaBank empezará a negociar a partir de marzo no se podrá salvar solo con prejubilaciones. Sobre todo porque muchos trabajadores de mayor edad ya han abandonado ambas entidades en los últimos procesos de ajuste (el ERE de CaixaBank en 2019 y el de Bankia tras la absorción de BMN). Es decir, habrá que bajar el rango de edad para dar salida a los empleados necesarios, de forma voluntaria o forzosa.
Una situación similar se produce en Banco Santander. Según su última memoria anual a cierre de 2019, la edad media de sus empleados es de 38,6 años.
Actualmente, el Grupo cuenta con 192.578 trabajadores. Si se extrapola ese número a los datos de edad del cierre de 2019, últimos disponibles, un 34% de la plantilla tiene entre 26 y 35 años y otro 31,6% tiene entre 36 y 45 años. Solo un 15,1% tiene más de 50.
Aun así, la entidad podría repetir la estrategia seguida en su último ERE, en el que estableció varias franjas de indemnización dependiendo de la edad de los empleados, con un pago de hasta el 80% del salario pensionable. Para los menores de 50 años, por ejemplo, la indemnización fue de 40 días por año trabajado.
De momento, solo María Dolores Dancausa, consejera delegada de Bankinter, ha rechazado de pleno nuevos ajustes en la entidad. “En Bankinter no sobra nadie”, aseguraba la directiva en la presentación de resultados del tercer trimestre. Una rara avis dentro del sector.