El Consejo de Supervisión del Banco Central Europeo (BCE) decidió ayer levantar el veto al dividendo que impuso a finales de marzo al sector bancario para preservar su capital frente a la pandemia. La presión del sector ha sido clave en esta decisión, conscientes todas las partes de que detrás del desplome bursátil de los últimos meses estaba, en buena parte, esa 'prohibición' para retribuir al accionista.
Las entidades europeas se han sentido todos estos meses 'discriminadas' frente a otros sectores que, pese a sufrir también el impacto de la pandemia en beneficios, y de qué manera, no han visto suprimido el atractivo que para los inversores supone el dividendo.
Durante este tiempo, los bancos han criticado duramente que se trate a todas las entidades por igual, solicitando al regulador que analizase banco por banco los límites en las retribuciones para que solo los más débiles en términos de capital estuvieran 'vetados'. Una idea que no terminaba de cuadrar en el supervisor ante el posible 'estigma' que se podría generar sobre determinadas entidades.
Pues bien. En un principio, la decisión del BCE de levantar el veto al dividendo debería acabar con las quejas del sector y con esa 'discriminación' frente a sus competidores internacionales. Pero lo cierto es que la "máxima prudencia" solicitada ayer por el organismo sigue dejando en 'segunda fila' a la banca europea frente a la británica o la estadounidense en lo que a apetito inversor se refiere.
Para empezar, porque los límites establecidos son mucho más restrictivos en la zona euro. En concreto, el BCE ha pedido directamente que el sector "se abstenga o limite sus dividendos" hasta el 30 de septiembre de 2021. Es decir, si no se retribuye al accionista, mejor. Si alguna entidad toma la decisión de hacerlo, como así parece que será en el caso de la banca española, el organismo impone un límite del 15% sobre el beneficio acumulado 2019-2020 y el requisito de que el pago no supere los 20 puntos básicos de la ratio de capital CET 1.
Reino Unido y EEUU
Así que sí. La banca puede reaccionar con subidas en Bolsa al fin de la prohibición. Pero aún sigue asumiendo unas medidas mucho más restrictivas que las tomadas hace apenas unos días para, por ejemplo, la banca británica, que el pasado 11 de diciembre, días antes que la española, estableció que los bancos no pueden repartir más del 25% de sus ganancias y un máximo de 20 puntos básicos en los activos de riesgo a cierre del ejercicio.
Es decir, si HSCB o Lloyds, por poner un ejemplo, registran el mismo beneficio que Santander, BBVA o Deutsche Bank, los accionistas de las entidades británicas recibirán una mejor 'recompensa' por ese beneficio generado. Y todo en un escenario más que complejo para la banca de la región, en pleno proceso de 'brexit'.
Lo mismo ha sucedido en los últimos meses si se compara la banca europea con la estadounidense, donde la Fed ha sido mucho más flexible en estos términos. El pasado mes de junio, tres meses después de la actuación del BCE, el organismo presidido por Jerome Powell decidía tras conocer los test de estrés de sus bancos supervisados suspender las recompras de acciones (decisión que la mayoría de entidades ya había tomado al inicio de la pandemia).
En los dividendos, anunció que los bancos no podrían superar lo pagado en el segundo trimestre del año, ni tampoco los ingresos de los últimos cuatro trimestres. Unas medidas bastante más laxas, en tiempo y en forma, que las adoptadas para la banca europea.
Es cierto que el sector en el Viejo Continente no se puede comparar con las grandes entidades de Wall Street. Sobre todo porque compiten en desventaja en un escenario de tipos negativos desde 2016 que ha llegado para quedarse unos cuantos años más. Pero por eso mismo, el atractivo del dividendo es clave para la banca europea.
Desde el sector denuncian la pérdida de su interés bursátil para grandes fondos con políticas de inversión que se basan precisamente en la generación de rentas, y que han expulsado a estos valores de sus carteras sin ningún tipo de miramiento.
Fernando de la Mora, director general de la consultora Álvarez & Marsal en España y Portugal, recuerda además que la Fed sí que discrimina entidad por entidad en función de capital y de expectativas de pérdidas para tomar sus decisiones.
Según explican desde la firma, la banca de Wall Street realiza un test de estrés con sus modelos internos. “Se parte de un nivel de capital, que se estresa en función del perfil de riesgo y, desde ese colchón de capital restante, los bancos piden una aprobación de su política de dividendos y recompra de acciones que la Fed realiza posteriormente”, apuntan. “Sin embargo, aquí tenemos unos test de estrés que no generan esa vinculación objetiva con la distribución de capital y no hay unas reglas claras”, indican.
Atajar la incertidumbre
“El problema no es si hay dividendo el año que viene o no, sino la regla de juego que se establece”, explican los expertos en referencia a la incertidumbre que genera para el inversor depender de un tercero (en este caso el BCE) a la hora de seleccionar activos por dividendo.
Bajo este escenario, puede que la reacción en bolsa de la banca sea positiva por el levantamiento de la prohibición. Sin embargo, los expertos insisten en que el sector seguirá muy presionado en los próximos meses por este factor. Banco Santander, por ejemplo, tendrá que decidir si cumple o no su promesa de repartir un dividendo de 0,10 euros por acción en efectivo en 2021. El BCE ya ha dejado claro que los pagos en ‘cash’, mejor para otro momento.
Lo mismo con las recompras de acciones. Una recomendación que también podría afectar a los planes de BBVA de emplear parte del exceso de capital logrado con la venta de su filial de EEUU a esta política de retribución.