Ha llegado el día. Si todo sigue según lo previsto, los consejos de Unicaja y de Liberbank darán este martes el ok definitivo a su proyecto de fusión. Una operación que ha estado a punto de romperse por el reparto de poder, pero que finalmente dará lugar al quinto mayor banco de España, con sólidos ratios de solvencia y el objetivo de mejorar la eficiencia para combatir la ola de morosidad que se avecina.
Ese es, precisamente, el principal temor de la banca española de cara a 2021. El sector tiene claro que el férreo control de la morosidad durante los últimos meses ha sido solo un espejismo. Y que ni siquiera el antídoto de las vacunas contra el deterioro macroeconómico logrará evitar un repunte de los impagos y, por lo tanto, de la tasa de morosidad del sector.
Aunque algunas entidades descartan los peores augurios que hace unos meses apuntaban a que ese repunte sería de doble dígito, los reguladores llevan tiempo haciendo un llamamiento a las entidades para que se preparen ante este escenario, sin dormirse en los laureles con las provisiones.
Pareja de baile
Esto, sumado a los tipos negativos que siguen golpeando con dureza los márgenes del sector, ha acelerado el proceso de fusiones en España, con la unión entre Unicaja y Liberbank como próximo protagonista del baile. Según indican fuentes financieras, ambas entidades han planteado esta operación como un ‘escudo’ para aguantar el impacto de la crisis en su solvencia y morosidad.
Un paso previo para evitar que el deterioro macro acabe arramplando con cualquier posibilidad de competir y generar negocio en un mercado en el que, tras la fusión de Bankia y CaixaBank, ganar masa crítica es clave de cara al futuro.
Unicaja cuenta con un ratio de morosidad del 4,6% a cierre del tercer trimestre, por encima del 3% que presentaba Liberbank en el periodo. Eso sí, su perfil de riesgo es algo mejor con una cobertura del 64,5%, frente al 54% de Liberbank. La entidad malagueña también cuenta con un exceso de capital de 1.264 millones de euros.
Más allá de cómo cierren estos números el ejercicio, la fusión que se aprobará previsiblemente este martes marcará como uno de sus principales objetivos mantener a raya la morosidad. Y los analistas de UBS calculan en un reciente informe que la entidad fusionada tendrá que provisionar 278 millones de euros adicionales para mantener la morosidad en un 4,5% con una cobertura del 65%.
Objetivo: ganar masa crítica
Ganar peso en el mercado resulta fundamental en este entorno. Y ese es el gran objetivo de la operación que dará lugar al quinto mayor banco de España por activos, con un total de 108.000 millones de euros (de los que más de 63.000 millones los aporta Unicaja). Se situaría por detrás de la nueva CaixaBank, BBVA, Santander y Sabadell, pero por encima de Bankinter, Kutxabank o Ibercaja.
En total, contarían con más de 72.000 millones de euros de depósitos de clientes y, según los datos actuales de ambas entidades, su cuota en crédito al consumo se acercaría al 7%. En crédito total (hipotecas, consumo, empresas y pymes) la cifra rondaría el 4%, según datos recopilados por JP Morgan.
Solo en fondos de inversión, superarían los 7.200 millones de euros bajo gestión, superando a Mutuactivos y acercándose a la gestora de Bankinter, según datos de Inverco a cierre de noviembre.
“Estratégicamente, la operación no alteraría el sesgo hipotecario de Unicaja ni resolvería su falta de presencia a nivel nacional, pero fortalecería su posición de manera significativa en 2 o 3 regiones adicionales y casi duplicaría el tamaño de la cartera de crédito del banco”, explican los expertos.
Escaso solapamiento
Los analistas coinciden en el bajo solapamiento de oficinas al que se enfrentan las entidades, lo que complicaría el ahorro de costes vía ajuste en la red de sucursales, como sí ha ocurrido en la fusión entre CaixaBank y Bankia. En total, ambas suman una red de 1.607 oficinas (1.028 de Unicaja y 579 de Liberbank) con 9.942 empleados (6.274 y 3.668, respectivamente).
Según los expertos, las duplicidades se limitarían a entre un 5% y un 10% de la red, especialmente en determinadas regiones como Cáceres, Toledo, Málaga o Cuenca. Unicaja tiene el grueso del negocio en Andalucía y Castilla y León, mientras que la mayor presencia de Liberbank se centra en Asturias, Cantabria, Castilla-La Mancha y Extremadura.
Según cálculos de Bain&Company, la fusión podría dar lugar al cierre de unas 110 oficinas repartidas por todo el territorio español. Con este escenario, es previsible que el mayor ajuste se produzca en los servicios centrales.
Fuentes sindicales explican que Unicaja cuenta con unos 1.200 empleados en esta área, frente a los 610 empleados que aproximadamente conforman los servicios centrales de Liberbank.
Sinergias y costes
Los expertos coinciden en unas sinergias anuales estimadas en 150 millones para 2023, y desde Alvarez & Marsal otorgan a la operación un retorno de la inversión del 270%. Los costes de reestructuración ascenderían a unos 290 millones de euros, según cálculos de UBS. Una cifra a la que habría que sumar las nuevas provisiones y el coste de la ruptura de determinadas alianzas, por ejemplo, en el sector seguros.
Este será sin duda, junto a los futuros ajustes y el plan de digitalización, uno de los puntos a tratar en 2021, pues ambas entidades cuentan con distintos socios para la venta de seguros de Vida, mientras que coinciden con Caser en No Vida.
Lo lógico, y como ocurrirá en el resto de fusiones, es que predomine el acuerdo entre la entidad ‘absorbente’ (en este caso Unicaja), con lo que Santalucía, que es el socio de la entidad, sería la elegida para un acuerdo en la fusión, en detrimento de Aegon, la aseguradora con la que actualmente trabaja Liberbank.
Por otro lado, y como ya es conocido, la ecuación de canje quedaría finalmente en un 59,5% para Unicaja y un 40,5 % para Liberbank. El tira y afloja por la gobernanza también habría encontrado una solución (al menos para los primeros años de la fusión) con un acuerdo por el que Manuel Menéndez, actual CEO de Liberbank, se someterá en 2023, cuando Manuel Azuaga deje la presidencia ejecutiva de Unicaja al cumplir los 75 años, a una 'votación' del consejo del nuevo banco resultante para analizar la posición del cargo de CEO.
Los expertos coinciden en que este proceso tardará aún unos meses en definirse. No hay que olvidar que los consejos tendrán que convocar sus respectivas juntas de accionistas con un mes de antelación para la aprobación definitiva de la fusión, además de recibir el visto bueno de los reguladores.
Eso sí, si todo sale según lo previsto, este martes empezará el principio del fin para un proceso que tuvo su primera intentona en diciembre de 2018, que se rompió en mayo de 2019 y que la crisis obligó a reactivar el pasado mes de octubre.