Banco Santander ha convencido al mercado con sus cuentas anuales, tal y como refleja la subida del 5% experimentada en los primeros compases de negociación. Pese a las pérdidas históricas de 8.771 millones de euros tras dotaciones contables y provisiones por la crisis, los inversores aplauden la mejora en eficiencia experimentada por la entidad, con un férreo control de costes y un beneficio ordinario de 5.081 millones de euros en 2020, con un ratio de capital CET1 que también mejora al 12,34%.
Hay que tener en cuenta que los ajustes contables llevados a cabo por la entidad, especialmente los relacionados con el fondo de comercio de EEUU acometidos durante la primera mitad del año, no afectan a la caja de la entidad. Es decir, ni al capital ni a la capacidad de abonar dividendo.
Pese a la caída del resultado, el banco ha logrado transmitir al mercado la mejora experimentada en los últimos meses del año, evidenciando su capacidad para hacer frente al impacto de la crisis y, también, al entorno de tipos negativos que sigue pesando en los márgenes de todo el sector.
En concreto, Banco Santander disminuyó su volumen de pérdidas en 2.027 millones de euros tras el verano (tercer y cuarto trimestre), y eso hace prever un mejor 2021 en términos de beneficio.
Pese al difícil entorno, en el año obtuvo unos ingresos de clientes de 42.009 millones de euros, en línea con los de 2019 en euros constantes (es decir, sin tener en cuenta el impacto de los tipos de cambio), gracias al crecimiento de los negocios de Sudamérica y Corporate & Investment Banking y la solidez de los resultados de Norteamérica. Y lo más importante, el número de clientes vinculados, es decir, clientes rentables para el banco, aumentó un 6% hasta los 22,8 millones.
El constante foco en la vinculación de los clientes y la inversión en digitalización ayudaron al banco a mantenerse entre las tres mejores entidades por satisfacción del cliente en seis de sus mercados principales, al tiempo que mejora la eficiencia operativa. En concreto, también por efecto de la pandemia, el banco sitúa ya en 42,4 millones el número de clientes digitales (+15%), de los que 35 millones usan banca móvil (+21%).
Casi la mitad de las ventas (44%) se produjeron mediante canales digitales, ocho puntos porcentuales más que en 2019. El objetivo a medio plazo de Santander es alcanzar más del 50% de ventas digitales.
Mejora de eficiencia
Banco Santander también ha convencido al mercado solventando una de las grandes preocupaciones que asola al sector desde hace meses: la mejora en eficiencia y rentabilidad. Y en estos términos, Banco Santander ha demostrado su capacidad al situar este indicador que mide los ingresos obtenidos (cuanto más bajo, mejor) con los gastos necesarios para conseguirlos, en el 47%.
La mejora llega tras avanzar notablemente en sus objetivos de reducción de costes, palanca clave para mejorar, también, en rentabilidad. Los gastos de explotación cayeron un 2%, con lo que el Grupo avanza más rápido de lo previsto en sus planes de eficiencia y ya ha conseguido en Europa los ahorros de 1.000 millones de euros a los que se comprometió en 2019.
Como ya anunció el trimestre pasado, Santander tiene ahora como objetivo nuevos ahorros por valor de otros 1.000 millones de euros en Europa en los próximos dos años, y lograr una ratio de eficiencia por debajo del 47% en 2021.
De momento, la entidad cántabra también logra mantener a raya la morosidad, gracias sobre todo al impacto de medidas como las moratorias o los préstamos avalados por el ICO, que están permitiendo a familias, empresas y bancos ejercer un mayor control sobre los impagos.
En concreto, la ratio de morosidad del Santander disminuyó del 3,32% hasta el 3,21%, mientras que en su negocio en España bajó del 6,94% al 6,23%. Y lo más importante, la cobertura sobre esos préstamos dudosos alcanza el 76%.
La crisis tampoco ha impedido a la entidad reforzar sus ratios de capital, mejorando su CET1 en 69 puntos básicos en el año (36 pb en el cuarto trimestre), hasta el 12,34%. La cifra está muy por encima del rango objetivo de entre el 11% y el 12% establecido por el banco, que ahora tendrá mayor flexibilidad para distribuir el capital y remunerar a sus accionistas, sujeto a los límites del Banco Central Europeo (BCE).