El impacto de la pandemia se llevó por delante gran parte de los beneficios de los bancos españoles debido a las millonarias provisiones que dotaron para protegerse de los futuros impagos y, con todo, las entidades tuvieron que seguir realizando aportaciones al Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) y al Fondo Único de Resolución (FUR), dos de los instrumentos de autosalvamento del sistema financiero más importantes. De hecho, incrementaron estas contribuciones el pasado año.
Los principales bancos del país aportaron en conjunto 1.495 millones de euros a estos dos instrumentos en 2020, lo que implica una contribución un 11,7% superior a la registrada un año antes, de acuerdo con las cifras reveladas por las propias entidades, salvo por Santander, que no comparte este dato.
La mayor aportación correspondió a BBVA, que ingresó en estos dos fondos 412 millones de euros a lo largo del pasado ejercicio, un 21% más que el año anterior. CaixaBank contribuyó a estas huchas con 355 millones (+3%), mientras que Bankia puso 244,8 millones (+1%), Sabadell otros 201,83 millones (+12%) y Bankinter otros 94,52 millones (+18,7%).
En cuanto al resto, entre Unicaja, Ibercaja y Liberbank ingresaron a estos dos fondos otros 186,9 millones de euros en conjunto y el primero de ellos fue el que más aumentó su contribución, casi un 42% respecto a 2019.
La aportación a esta hucha para salvar los depósitos nacionales que constituye el FGD permite al sistema contar con un colchón de seguridad en el caso de que alguna entidad entre en quiebra, concurso de acreedores o sea intervenida. Llegado el momento, sus fondos serían utilizados para que los clientes no pierdan el dinero que tienen depositado en sus arcas o, al menos, los 100.000 primeros euros, que es el límite que fija la legislación española.
Herramientas antirrescates
Al igual que ocurre con el Fondo Único de Resolución, este instrumento nació al calor de la pasada crisis financiera con el objetivo de que los Estados no tengan que hacer frente a futuros rescates bancarios con el dinero de los contribuyentes. Este leitmotiv dio lugar a la creación de una ingente regulación que tiene por objetivo convertir a los bancos en autosalvables, lo que en lengua anglosajona se conoce como bailinables.
Ya entonces el FGD se estrenó con el rescate a las cajas de ahorros. De acuerdo con los datos proporcionados por el Banco de España, del total de ayudas que se inyectaron a las entidades desde 2009 unos 54.353 millones fueron fondos públicos canalizados por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), pero otros 9.745 procedieron del FGD. A finales de 2018, este había recuperado unos 673 millones a través de reembolsos, ventas o resoluciones de entidades.
Un importe menor, en todo caso, del que desde Bankia estiman que habría tenido que asumir esta hucha para salvar los depósitos si el Estado no hubiera inyectado ayudas públicas en la entidad tras su reestructuración. Su presidente, José Ignacio Goirigolzarri, ha apuntado en alguna ocasión que el FGD habría tenido que desembolsar unos 60.580 millones para que todos los clientes recuperaran sus depósitos, un tercio de la cantidad que finalmente inyectó el Estado.
Al calor de este rescate y todos los que se llevaron a cabo en el sistema bancario europeo, las autoridades comunitarias pusieron en marcha un instrumento para resolver entidades cuando fuera necesario, el Mecanismo Único de Resolución, que en el futuro se servirá de las aportaciones que los bancos realizan al FUR para recapitalizar a las entidades que tengan que pasar por una resolución.
Para constituir esta segunda hucha, las autoridades europeas se dieron ocho años, hasta 2023, con el objetivo de que el fondo alcance el nivel del 1% del importe de los depósitos garantizados de todas las entidades que operan bajo el paraguas de la Unión Bancaria.