Los bancos españoles se preparan ya para retomar su antigua política de reparto de dividendos. El Banco Central Europeo (BCE) no prevé renovar en octubre su recomendación de limitar la distribución de beneficios, por lo que a partir del otoño, siempre que la economía no empeore, podrán volver a distribuir hasta el 50% de sus ganancias a sus accionistas, como hacían antes de la pandemia.
El supervisor ha mantenido esta semana un encuentro con los máximos responsables de los bancos españoles en el que se ha tratado la recomendación del BCE de no pagar un dividendo superior al 15% del beneficio, informan fuentes financieras.
En el mismo, el supervisor ha compartido que no prevé renovar el próximo otoño esta recomendación mientras la situación económica no empeore, como ya advirtió el máximo responsable de la Supervisión del BCE, Andrea Enria, hace algunas semanas en una entrevista concedida a Reuters. No en vano, el propio BCE considera que sus recomendaciones "no son actos legalmente vinculantes".
Hasta el 50%
Santander manifestó desde un inicio sus planes de retomar, cuando lo permita el supervisor, la senda habitual de pago de dividendos, que contempla el reparto de hasta un 50% de su beneficio ordinario. De hecho, la entidad ya se propuso ir reservando el capital necesario para distribuirlo a partir de octubre, con el objetivo de alcanzar una rentabilidad (medida a través del retorno sobre capital tangible) del 10% al final de año.
Así lo expuso Ana Botín, presidenta del banco, durante la pasada junta de accionistas, en la que no dejó pasar la oportunidad de manifestar que la prohibición ha afectado, "inevitablemente", a la cotización de las acciones de los bancos europeos respecto a las de otras geografías. La entidad ha pagado recientemente un dividendo de 0,0275 euros en efectivo con cargo a 2020.
BBVA, por su parte, también ha hecho público su deseo de abonar un payout (el porcentaje de beneficio que se destina al pago de dividendos) de entre el 35% y el 40% en efectivo a los accionistas siempre que lo permita el supervisor. De hecho, el consejo de administración del banco llevó a la pasada junta de accionistas la propuesta de repartir, previsiblemente en octubre, un primer dividendo con cargo a 2021 de un máximo del 35% del beneficio del primer semestre, lo que supone unos 0,08 euros por acción.
Los accionistas dieron masivamente su visto bueno a la propuesta, al igual que a la recompra del 10% de sus acciones, para lo que también necesita el visto bueno del supervisor, y al reparto de un dividendo de 0,059 euros por título con cargo al ejercicio 2020.
En cuanto a CaixaBank, la entidad aprobó en la junta de accionistas de la pasada semana el reparto de 0,0268 euros por acción con cargo al ejercicio 2020, pero no dio pistas sobre la distribución del ejercicio 2021, sobre la que el banco aún no ha tomado una decisión. No obstante, sus directivos sí han reconocido en alguna ocasión que les gustaría poder volver a pagar dividendo como antes de la pandemia, cuando distribuían en torno a un 50% del beneficio.
El mismo objetivo tiene Bankinter. La entidad que dirige María Dolores Dancausa ya ha dejado claro que su intención es recuperar un payout del 50% en cuanto sea posible tras haber repartido 0,05 euros con cargo a 2020.
El consejo de administración de Sabadell, por su parte, no ha tomado aún la decisión sobre el dividendo con cargo a 2021, después de no haber distribuido ningún importe por el pasado ejercicio, que finalizó con un beneficio de 2 millones de euros.
La entidad sentará las bases para su camino en solitario en los próximos años la semana que viene, con la presentación del plan estratégico.
Más de año y medio
Estos planes del supervisor de no renovar su recomendación darían aire a las entidades tras el que será un año y medio con restricciones al pago de dividendos, una de sus bazas para atraer inversores en un contexto en el que sus cotizaciones en bolsa están lastradas por el incierto futuro del sector que marcan los tipos bajos.
Este argumento, de hecho, ha sido uno de los más esgrimidos por los banqueros españoles contra la restricción, pues consideran que les penaliza de cara a los inversores frente a otros sectores que conservan esta libertad.
Esta oposición no ha existido desde el principio. En marzo de 2020, el BCE emitió su primera recomendación en este sentido con validez hasta octubre de ese año, en la que instaba a las entidades bajo su paraguas supervisor a no repartir dividendos con el objetivo de reservar capital por lo que pudiera pasar y asegurar que el crédito seguiría fluyendo hacia las empresas y los hogares.
Esta "prohibición", que se refería al reparto de los dividendos con cargo a 2019 que no se hubieran distribuido aún y a los correspondientes al ejercicio 2020, se renovó en octubre y se levantó parcialmente en diciembre. Desde entonces, el BCE permite a los bancos remunerar a los accionistas, pero con el límite de un payout del 15%.
En un inicio, los bancos españoles aceptaron de buen gusto esta recomendación por la situación de incertidumbre económica, si bien con el paso de las semanas su actitud se volvió más beligerante contra la restricción y pidieron poder elegir si pagar o no en función de su situación individual en lugar de someterse a un "café para todos".
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