Hasta hace apenas cinco meses, escuchar la palabra "huelga" en el sector financiero era muy extraño. La banca había pasado varias décadas sin grandes parones generales hasta que las (muy mediáticas) negociaciones de los expedientes de regulación de empleo (ERE) de BBVA y CaixaBank volvieron a animar a sus trabajadores a poner en marcha esta maniobra de presión. Después vino Sabadell y ahora es la plantilla de Unicaja la que utiliza este recurso, muy habitual en la industria (como se ha visto recientemente con el sector del metal), pero que hasta este año no se había visto en ninguna de las negociaciones de las decenas de ERE que se han puesto en marcha por parte de los bancos en la última década.
Las plantillas de los bancos han "estandarizado" este sistema de protesta en los últimos meses después de no haberlo usado prácticamente en tres décadas y, lo que es más relevante, tras no haber recurrido al mismo en los ERE que se negociaron antes de 2021, como los de Ibercaja o Santander, ambos pactados en diciembre de 2020.
Unicaja no es una excepción. Sus trabajadores han sido los últimos en sumarse a esta tendencia con la intención de lograr arrancar a la dirección de la entidad un acercamiento tras seis reuniones celebradas en el marco de la mesa formal de negociación en las que ha reinado la distancia.
Los sindicatos consideran que en estos momentos las conversaciones están "rotas" después de haber explotado la tensión que estaban acumulando desde que se constituyó la mesa.
Entre los elementos que han llevado a esta situación se encuentran las "insuficientes" condiciones económicas propuestas y la negativa de la dirección a homologar automáticamente los salarios de los trabajadores con procedencia Unicaja y Liberbank -quiere que este proceso implique "coste cero"- y a reducir el número de afectados que planteó en un inicio (1.513 trabajadores).
Una estrategia que dio frutos
Con esta protesta, los representantes de la plantilla de Unicaja pretenden replicar la estrategia llevada a cabo por sus homólogos en BBVA, CaixaBank y Sabadell, entidades que han enfrentado cuatro huelgas en los últimos meses (en CaixaBank, incluso, fueron dos).
Estas medidas de presión tuvieron como consecuencia un acercamiento de sus respectivas direcciones a la representación de la plantilla y, con una diferencia de apenas días desde la celebración del parón, todos los procesos de despido colectivo que implicaron huelgas terminaron en acuerdo.
Tras reducir el número de afectados y ofrecer "prejubilaciones" con hasta el 75% del salario, BBVA logró el acuerdo con los sindicatos cinco días después de la celebración de la huelga. CaixaBank, por su parte, vivió dos huelgas y dos días después de la última logró pactar con los sindicatos las condiciones del ERE.
En el caso de Sabadell, fue determinante para el acuerdo que la dirección de la entidad se abriera a que todas las adhesiones al ERE fueran voluntarias y logró levantar el apoyo del 100% de los representantes de la plantilla diez días después de su huelga y con la amenaza de otra para el propio día en el que se alcanzó el pacto.
La plantilla de Unicaja pretende ahora lograr unos resultados similares y que el pacto llegue antes del final de la negociación, que está previsto para el próximo jueves. Será entonces cuando se comprobará si la estrategia, ahora ya habitual, de los empleados de banca resulta efectiva para lograr el acuerdo.