Ambos coincidieron el lunes durante el XLI Seminario de APIE y BBVA, llamado El rol de las empresas en la nueva economía, en el que fue su segundo encuentro en apenas cuatro días, después de verse el pasado jueves en el evento organizado en la sede del banco para acoger al presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan.

Entre ambos, pese a todo, existe una buena relación. La forjaron durante la etapa de Cuerpo al frente del Tesoro, en la que la banca y el Gobierno tuvieron que trabajar juntos en muchos ámbitos.

Los créditos ICO de la pandemia, los acuerdos en materia de inclusión financiera de la población rural, el plan de atención a los clientes mayores... Muchos han sido los protocolos en los que la banca y el Ejecutivo han partido de posiciones muy distantes y han terminado en acuerdo.

"Tenemos una relación personal estrecha y contacto recurrente, incluso antes de la opa. Hay que diferenciar el elemento institucional, donde cada uno tiene su rol, su función, y tenemos que estar pendientes u ocupados de nuestras competencias", explicaba Cuerpo.

Acercamiento

¿Podría pasar algo similar con la opa? El presidente de BBVA así lo cree, pues confía en poder tener un acercamiento con el Gobierno "de la misma manera" en que la banca trabajó conjuntamente con el Ejecutivo en estas cuestiones clave del sector. "Igual que empezábamos en esa problemática con visiones contrapuestas y llegamos a soluciones constructivas", dijo. Un trabajo que se realizó, según Torres, bajo el "liderazgo" de Cuerpo.

De hecho, el banquero, al menos en público, prefiere no pedir al Gobierno que deje de pronunciarse en contra de la operación. "Nada más lejos de lo que yo pueda pedirle a un ministro y menos a alguien con quien tengo buena relación", apuntó Torres, que aprovechó su discurso para dar, de nuevo, la enhorabuena al Gobierno por la marcha de la economía.

Un pronunciamiento más sobre ese vínculo estrecho que les une. De hecho, el banquero cree que Cuerpo "está en su derecho de expresar su opinión" en relación con las preocupaciones que le pueda despertar la opa.

Sobre si recomendaría al banquero dar marcha atrás, el ministro apuntó: "No soy yo nadie para dar un consejo a alguien tan experimentado como Carlos. Somos muy respetuosos del papel de cada institución en este tipo de operaciones". Halago tras halago.

Posturas aún alejadas

Sin embargo, las posturas siguen alejadas. El ministro sigue viendo con malos ojos la operación. "No tenemos información nueva y nuestra valoración no ha cambiado", señaló Cuerpo sobre su rechazo frontal a la opa.

En su opinión, hay varios frentes en los que la opa y posterior fusión de BBVA con Sabadell podría provocar un impacto negativo, particularmente en la competencia, la inclusión financiera de la población rural y la cohesión territorial.

Carlos Cuerpo, ministro de Economía, Comercio y Empresa, y Carlos Torres, presidente de BBVA, el lunes durante el Seminario de Apie. Apie Santander

El carácter hostil de la opa tampoco gusta a Cuerpo, que considera que este elemento coadyuva, o al menos lo hacía en el primer momento, a la inestabilidad general por su impacto en el mercado.

Torres habló largo y tendido el lunes sobre la operación, intentando desmontar las dudas del Gobierno y del propio Cuerpo, que estaba sentado a su lado, codo con codo.

"Las preocupaciones que ha manifestado el ministro están muy claras respecto a muchos factores, que serán analizados por estos organismos [CNMV, CNMC y BCE]. Tenemos que dejar que estos organismos hagan su trabajo. Iremos viendo a qué conclusión llegan", apuntó.

No obstante, añadió que comparte "en gran medida" los puntos de atención señalados por Cuerpo como áreas en las que el banco tiene que trabajar. Torres se deshizo en halagos a la operación, que en su opinión beneficiará a los territorios españoles, sobre todo Cataluña y Comunidad Valenciana, donde el banco ya tiene "un arraigo especial, espectacular".

Este alejamiento, expresado en palabras durante largos minutos, se deshizo al final de la comparecencia conjunta. Como conclusión, ambos intercambiaron un choque de manos y una sonrisa, que, al menos de cara al público, confirmaba esa estrecha relación de la que hablaban.