Esta historia comienza queriendo cruzar la bahía de Huelva, como canta la sevillana. Como los pescadores que regresan a Punta Umbría, nuestro destino es la “colina lunar” más popular de la provincia: la balsa de los fosfoyesos. Tras mil y una críticas por su presunta peligrosidad para la vida humana, la empresa responsable ha dicho basta y prevé hacer de la balsa el mayor proyecto de recuperación medioambiental hecho en el mundo. Así será el plan de Fertiberia para crear el futuro pulmón vegetal de Huelva.
Este reportaje empieza en Sevilla un caluroso miércoles a primera hora de la mañana. Rumbo a Huelva, una servidora repasa el plan del día: conocer de primera mano y sin notas de prensa el proyecto para la restauración de las balsas de los fosfoyesos. “¿Y esto qué es?”, preguntan muchos compañeros de esta casa que no han oído hablar del tema más allá de Despeñaperros.
Empecemos por el principio. Fertiberia contaba con una fábrica dedicada a la producción industrial de ácido fosfórico. Vecina de las Marismas de Odiel, la propia fabricación genera fosfoyeso, un residuo con un peculiar almacenamiento. La única y mejor técnica es el apilamiento en altura del yeso generado y en circuito cerrado. El método es legal y se hace en otros puntos del mundo.
Tras años y años con esta práctica, las autoridades obligan a Fertiberia a dejar de apilar yeso en la zona. La decisión supone el fin de la producción de su planta y su cierre en 2010. La justicia obliga además a la empresa a restaurar la zona, un extremo que aún no se ha producido a la espera del ‘OK’ de las administraciones competentes. Pese al discurso, Fertiberia denuncia las “mentiras y falsedades” sobre la balsa que apuntan que el residuo es desde tóxico hasta cancerígeno.
Con ese mito en mi cabeza, el fotógrafo y una servidora llegamos al punto de encuentro. Ambos con calzado adecuado y ropa cómoda por si tenemos que llevar EPI para visitar la zona restringida al público. Mis ideas de Steven Spielberg se esfuman cuando el director del proyecto Restore 20/30, Juan Ramón Miró, nos aclara que lo único necesario es un todoterreno para conducir por la zona. Empieza el recorrido por las entrañas de las balsas de los fosfoyesos.
720 hectáreas
Con cámara y libreta en mano sobrepasamos el vallado y entramos a las balsas que están rodeadas por las marismas, el skyline de Huelva y el municipio de Palos de la Frontera. Dividida en cinco zonas, el espacio se esparce por unas 720 hectáreas. La restauración corresponde a las zonas 2, 3, 4 y 5. La 1 no se contabiliza porque ya fue revegetada por la Junta de Andalucía.
Según avanzamos por la zona aumentan los baches en el asfalto y nuestras miradas de incrédulos. Mientras piloto y copiloto nos dan pinceladas del proyecto, insisten: es un residuo no peligroso certificado por el Consejo de Seguridad Nuclear. Prueba de ello, remarcan desde Fertiberia, es la vida animal de la zona. Flamencos, caballos, perdices o conejos aparecen una vez tras otra en nuestro camino. Una estampa digna de National Geographic.
Juan Ramón Miró señala y explica, conduce y también lamenta el alarmismo generado en la sociedad. El cerebro del proyecto lo aclara: no es peligroso. Es un residuo natural asimilable, por ejemplo, al granito de las carreteras de un adoquín de cualquier calle. “Es la balsa más controlada del mundo”, explica desmintiendo el Fukushima andaluz. Mientras, camiones esparcen agua para evitar que el polvo se levante.
El proceso
La restauración es la vía y la vegetación de la zona el objetivo de Restore 20/30. El proyecto cuenta con el diseño de la empresa Ardaman & Associates, la ingeniera americana especializada en el tratamiento y la recuperación de los fosfoyesos. La empresa cuenta ya con más de 60 planes proyectos de clausura de balsas similares en Francia, Canadá o Australia y, en su futuro, en Huelva. Las firmas españolas Eptisa e Inerco participan en su desarrollo y ejecución.
El proyecto es sencillo una vez explicado en cristiano. Primero se drenará el agua interna de la balsa y la infiltrada por las lluvias, un proceso que ya inició Fertiberia hace 5 años y que adelanta el plan diseñado. En ningún momento, aseguran desde la compañía, esa agua está en contacto con la marisma. Para ello cuentan con tubos de recogida perimetrales por las zonas que miden día y noche para que esto no ocurra.
Una vez drenada el agua de los depósitos, el segundo paso es evitar que el agua vuelva a entrar al apilamiento. Por ello, el objetivo es hacer la zona impermeable mediante láminas y capas. Todo esto se hará mientras se asegura que los fosfoyesos no tienen contacto con el exterior para lo que se cuenta con sellados perimetrales
impermeables y protección de escollera o canales que impiden su salida y contacto con el medioambiente.
Cumplidos estos pasos, llega la meta de Fertiberia: revegetalizar la zona y convertirla en el pulmón de Huelva. La idea de la empresa es crear un espacio como si del Central Park de Nueva York se tratara en la ciudad andaluza. Para ello se necesitarán 10 años para drenaje total del agua, el encapsulado de los fosfoyesos y la revegetación, y otros 30 de seguimiento y control con análisis continuos.
Con una inversión de 70 millones de euros, Restore 20/30 generará más de 100 puestos de trabajo directos e indirectos durante los diez primeros años. A todo ello se sumará el impacto económico en las empresas locales que también participarán en el desarrollo del proyecto. Cifras aparte, el plan de Fertiberia cuenta con el visto bueno de la Audiencia Nacional y del Ministerio para la Transición Ecológica.
Administraciones y empresa coinciden en que es el mejor proyecto posible para restaurar la zona. Muchas son las voces críticas que piden el traslado del yeso a otras zonas de la provincia. ¿Se podría hacer? ¿Dónde iría? Desde Fertiberia lo ven inviable. “Necesitaríamos 500 camiones diarios durante 30 años para trasladarlo a 10 vertederos en pueblos que nadie querría tener”, explica Miró.
Mea culpa
Con los papeles, el plan de futuro y la vida animal sobre la mesa, la gran pregunta es la siguiente. ¿Por qué tiene la balsa esa mala fama si los informes y las autoridades dicen lo contrario? “Mea culpa”, responden desde Fertiberia. “No lo hemos sabido explicar. Se trata de un sector muy técnico y desconocido que ha tenido que soportar mentiras con miedos infundados”.
Desde la compañía reconocen el profundo daño que ha hecho esa imagen, tanto para la empresa como para la propia Huelva. Esta tendencia cambia en octubre de 2020, momento en el que el proyecto se expone a la prensa y Fertiberia escucha y responde. “Defendimos el proyecto y nos hicieron todas las preguntas”, dice la empresa líder en producción de fertilizantes.
A prueba de tsunamis, seísmos extremos y lluvias torrenciales, Fertiberia está a la espera de que lleguen los últimos informes para que sean comunicados al Ministerio y la Audiencia Nacional dé luz verde al inicio de las obras. Tendrán que pasar 30 años para que este periódico cuente el nacimiento de ese pulmón. Y de nuevo, cruzaremos la bahía de Huelva, como canta la sevillana.