El sector agroalimentario está al borde de la crisis. El primer eslabón de la cadena alimentaria sufre los efectos de los elevados costes de producción (luz, combustible…) hasta el punto de poner en juego la viabilidad de muchas de sus empresas y explotaciones. La sequía se suma a esta tormenta perfecta que amenaza con acabar repercutiendo en el precio final de los productos ya colocados en los lineales de los supermercados.
Por eso en el campo español la preocupación es enorme. “Veníamos de unos meses con subidas del 30% en los costes de producción que se han agravado un 25% en los últimos días”, reconoce Miguel Padilla, secretario general de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG).
¿De qué costes de producción estamos hablando? De la subida de los precios de la energía, fitosanitarios, fertilizantes, combustible, plásticos y envases… Todo ello necesario para desarrollar una labor en el campo que en esta época del año se centra en la siembra de cereales y hortalizas en el Mediterráneo, fundamentalmente.
Los agricultores y ganaderos se encuentran con el problema de no poder repercutir en sus precios de venta los costes de producción. “No podemos poner precio a los productos ya que eso lo hacen los intermediarios que vienen a comprar”, aseguran. Situación que como cuentan a este medio les lleva a “la asfixia”, al “colapso” y a la “ruina del sector agrario y ganadero”.
Cierre de explotaciones
La situación para el sector ganadero también es “catastrófica”, asegura Pedro Barato, presidente de la Asociación Agraria Jóvenes Agricultores (Asaja). Según datos que manejan, se ha producido un incremento de entre un 40% y un 60% del precio de la energía, el pienso para gallinas y pollos ha subido un 30%, el gasóleo roza el euro por litro y los abonos han subido el doble y “puede haber desabastecimiento”.
Esto último se debe a la menor producción de fertilizantes, después de que empresas como Fertiberia hayan decidido reducir o parar la producción por el coste de las materias primas. En el caso de la planta de esta compañía en Palos de la Frontera (Huelva) se ha decidido dejar de producir durante octubre y noviembre por la extraordinaria subida del precio del gas natural y el incremento del coste de la energía eléctrica.
En la planta de Puertollano, en Ciudad Real, la compañía produce al 50% en la parte dedicada al amoniaco y urea, mientras que la zona en la que se trabaja con nitrato no hay actividad. De mayo a octubre de 2021 el precio del gas ha aumentado un 250% y si se compara con septiembre del año pasado el incremento es del 580%, según informaron desde Fertiberia a este medio.
Esta compañía no es la única que ha decidido dejar de producir por los altos precios. Por ello, la patronal europea del sector, Fertilizers Europe, avisa de que esta situación dará lugar a una menor producción de fertilizantes en Europa. Esto se traducirá en un mercado “más tenso” que podría afectar a la producción y al rendimiento agrícola del próximo año.
La menor producción de fertilizantes ya ha encarecido significativamente el precio de los fitosanitarios. Un ejemplo de ello, el sulfato de amonio empleado por los cerealistas ha pasado de 340 euros la tonelada el año pasado a un precio de 760 euros, según ha explicado a EL ESPAÑOL-Invertia Pedro Parias, secretario general de la Asociación de Comunidades de Regantes de Andalucía (Feragua).
De cara a la ganadería las consecuencias por la falta de abono no se han hecho esperar. Según cálculos de Asaja, cada dos días cierra una explotación ganadera y la viabilidad de muchas de ellas pende de un hilo por la previsible continuidad en el encarecimiento de los costes de producción.
Soluciones
Ante esta situación de extrema gravedad, el próximo miércoles se reunirá la ejecutiva nacional de COAG para analizar la situación y proponer soluciones a un problema que, según los expertos, se alargará en el tiempo. Entre las posibles medidas, Padilla destaca la necesidad de que haya algún tipo de compensación para amortiguar los elevados costes de producción.
Por su parte, los regantes piden al ministerio que se pueda ajustar la potencia contratada dos veces al año para así tener una tarifa más baja en época de lluvias. En su caso, la factura eléctrica ha llegado a duplicarse en agosto y triplicarse en septiembre, según asegura el secretario general de Feragua. “Si sigue así tendremos que cerrar el negocio, el coste es desorbitado”, ha lamentado.
Desde Asaja reclaman bonificaciones concretas para amortiguar los elevados costes energéticos y la posibilidad de poder subir los precios de igual forma que lo hace un supermercado en sus lineales.
De hecho, el ejemplo que mejor refleja la realidad de la situación es lo que ocurre con la leche y las tensiones por los bajos precios que la distribución paga a los ganaderos. Solo Mercadona dio un paso adelante para calmar los ánimos al anunciar en verano que subía el precio de la leche.
A partir de septiembre, la cadena de distribución no venderá este producto por debajo de los 0,60 céntimos el litro. “Es un gesto que solo ha hecho Mercadona y que el resto de cadenas no han llevado a cabo”, denuncia Barato.
Por su parte, Asaja ha pedido para esta semana una reunión con el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación para tratar de buscar soluciones. Aún no han recibido contestación, aunque les consta que el ministerio liderado por Luis Planas está analizando la situación.
La sequía…
Por si fuera poco, a esta tormenta se suma otro elemento. Hablamos de la falta de agua que afecta a la cuenca del Guadalquivir, donde la reserva hidráulica está por debajo del 30%, y que ya golpea a uno de los máximos estandartes de la dieta mediterránea: el aceite.
Octubre es un mes crucial para el aceite de oliva, es en esta fecha cuando la aceituna engorda y si no llueve, se secan y arrugan. El olivar de secano ha padecido la falta de precipitaciones este mes.
España es el principal productor de aceite de oliva del mundo y Andalucía representa el 80% del total nacional. Su producción de aceite este año será al menos un 4,5% inferior a la media de las últimas cinco campañas fundamentalmente por la falta de agua, según el estudio realizado a finales de septiembre por el gobierno andaluz.
El de regadío no ha contado con mejor suerte. Sus aportes de agua han sido insuficientes debido a que la cuenca del Guadalquivir se encuentra en situación de emergencia por falta de agua. Los hectómetros cúbicos que los agricultores pueden dedicar a estos cultivos se han reducido un 20% en esta campaña, según han informado desde la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA-Andalucía).
Está previsto que la cuenca del Guadalquivir active este martes 2 de noviembre el protocolo de sequía a pesar de que está previsto que en este puente de Todos los Santos al fin se registren las tan ansiadas lluvias.
“La cuenca del Guadalquivir está situada en un contexto de cambio climático desde hace 25 años y los embalses han disminuido un 21%”, han explicado a este medio desde la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG).
¿Llega al ‘súper’?
Y como si de un efecto dominó se tratase, la situación afecta a todos los eslabones y no se libra ninguno. El alza mundial de materias primas como el aluminio o el acero, el encarecimiento del transporte o el Brexit han elevado la presión sobre la industria conservera y la producción de alimentos básicos para los españoles como el atún enlatado o el tomate frito, según alertan desde la patronal de conserveras de pescado y de marisco (Anfaco).
Y fabricantes como Campofrío, Angulas Aguinaga (La Gula del Norte), P&G y Danone ya están estudiando subir los precios de sus productos porque no pueden soportar este incremento de costes. Otro ejemplo es Ebro Foods, el fabricante de marcas de arroz tan conocidas como SOS, que alerta de que el fuerte incremento de los costes les ha obligado a subir ya los precios.
El dilema está en saber qué harán las grandes cadenas de supermercados como Mercadona, Carrefour, Lidl o Dia, es decir, si aplicarán subidas en sus lineales o están dispuestos a reducir márgenes.
Desde el campo lo tienen claro: “Se va a encarecer todo, especialmente la alimentación”, reconoce a EL ESPAÑOL-Invertia el presidente de Asaja.
Desde las cadenas de distribución no está del todo claro. Hay que tener en cuenta que los supermercados son muy sensibles a la pérdida de poder adquisitivo de los clientes y a su actitud de ahorro. Lo notaron muy pronto con la crisis económica de 2008, por lo que aumentar precios no parece lo más lógico si no quieren volver a perder consumidores como ocurrió en la anterior crisis, según comentan expertos a este medio.
De momento, el dato del IPC adelantado no da mucha tregua y se anota subidas del 5,5%. El precio de los alimentos y las bebidas no alcohólicas ha aumentado hasta la fecha un 1,6% en octubre, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Algo que se ha notado especialmente en los productos ya elaborados, que se han disparado un 1,8%.
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