Pocos ministros consiguen como Alberto Garzón generar crispación política y económica por igual para pedir su cabeza. El problema no es tanto el debate político de lo apropiado o no de sus declaraciones, sino la importancia de los sectores a los que ataca y el daño que les hace en plena Covid. Sectores como el turismo o la industria de la alimentación y las bebidas que juntos llegaron a representar el 15% del PIB español en 2019.
El último charco que ha pisado el ministro de Consumo tiene que ver con el sector cárnico, donde no goza de muy buena imagen. En una entrevista al diario británico 'The Guardian', Garzón acusó a las "megagranjas" españolas de "exportar carne de mala calidad", que procedía de "animales maltratados". También volvió a defender la reducción del consumo de carne, como ya hizo el verano pasado en diversos foros.
Como era más que evidente la lluvia de críticas no se ha hecho esperar, ya sea desde la oposición política o dentro del propio Gobierno; pero también desde las patronales y asociaciones del sector cárnico. Una larga lista de reproches a los que el ministro parece estar acostumbrándose.
Turismo
Su primera gran cruzada no fue contra el sector cárnico. En plena pandemia, el sector turístico no dio crédito con algunos de los comentarios que realizó Garzón. A mediados de abril de 2020, el ministro desaconsejó a los ciudadanos reservar sus vacaciones de verano. Algo bastante desafortunado teniendo en cuenta la mala situación que atravesaba en ese momento el sector por culpa de la Covid.
La jugada la remató un mes después en una comparecencia parlamentaria, donde dijo: “Tenemos un país que se ha especializado en sectores de bajo valor añadido como la hostelería y el turismo”.
Comentario al que añadió: “Son sectores, además, de poco valor añadido, estacionales y precarios. Los hoteles están seis meses abiertos y los otros seis cerrados, y al final eso nos ha llevado a una situación de debilidad estructural que, cuando ocurren cosas como esta, tenemos menos instrumentos para salir adelante”. Y como era de esperar, el sector turístico pidió también su dimisión.
Bebidas energéticas y jamón
Más tarde el encontronazo sería con el Ministerios de Agricultura liderado por Luis Planas, quien no vio con buenos ojos que el famoso semáforo nutricional (Nutriscore) perjudicase a productos tan típicos de la dieta mediterránea como el jamón o el aceite. Hasta el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tuvo que salir al paso asegurando que “a mí, donde me pongan un chuletón al punto, eso es imbatible”.
Tras esto, fue el turno de las bebidas energéticas, a las que culpó de “graves problemas de salud” en niños y adolescentes. “En nuestro país, uno de cada cuatro niños consume estas bebidas y el 16% de entre 14 y 18 años las ha mezclado con alcohol en el último mes”, apuntó.
Dos sectores vitales
Hasta aquí y, a modo de resumen, los charcos que ha pisado Garzón. Y ahora la importancia de esos charcos en cifras económicas. Para empezar, no se ha metido con dos sectores cualquiera. Lo ha hecho con el turismo y la alimentación y bebidas que solo en 2019 supusieron un 15% del PIB nacional.
El dato baja al 8% en 2020 ya que el turismo cae del 12,4% al 5,5% fruto de la Covid. A pesar de ello, el peso del PIB asociado al turismo, medido a través de la demanda final turística, alcanzó los 61.406 millones de euros en el año 2020.
Por su parte, la ocupación en las ramas económicas características del turismo alcanzó los 2,23 millones de puestos de trabajo. Ello supuso el 11,8% del empleo total de la economía, nueve décimas menos que en 2019.
Por otro lado, en 2020 la industria de alimentación y bebidas fue la primera rama manufacturera del sector industrial, según los datos de Estadística Estructural de Empresas del INE, con 130.795,8 millones de euros de cifra de negocios lo que representa el 23,3% del sector industrial, el 22,1% de las personas ocupadas y el 19,2% del valor añadido. Representó el 2,5% del PIB de España y ascendió a 25.236 millones de euros (-2,2%).
Y si concretamos en la industria cárnica, esta factura 27.959 millones de euros, basando su actividad en la producción ganadera, que representa un valor de 15.415 millones de euros. La actividad económica directa ligada a la producción cárnica supera un millón de puestos de trabajo.
Además, exporta en torno al 37,5% de su producción, manteniendo un crecimiento continuado en los últimos años, liderado por el subsector porcino y el vacuno de carne.