Los precios de la cesta de la compra siguen siendo un quebradero de cabeza para los ciudadanos en España. Los diferentes eslabones de la cadena se culpan entre sí de los aumentos, siendo el campo uno de los más señalados. Y aquí es donde las subidas se reflejan fruto de los elevados costes de producción. En lo que llevamos de año, productos frescos como las frutas y las hortalizas siguen registrando precios altos en origen, aunque es en el aceite de oliva donde se observa que ha tocado techo y comienza a bajar.
Así, en los primeros tres meses del año podemos encontrar que la mandarina ha incrementado su precio en origen 0,41 euros, superando la barrera del euro por cada kilo, según el 'Boletín semanal de coyuntura' que elabora el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
El plátano ha pasado a costar 0,12 euros más por kilo a finales de marzo (hasta los 0,42 euros), mientras que la manzana golden registra sólo un ligero incremento de 0,06 euros (hasta 0,60 euros). Para encontrar una fruta con el precio más bajo que a principios de año hay que hablar de la pera de conferencia, que cuesta en origen 0,04 euros menos, es decir, 0,71 €/kg.
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Y lo mismo ocurre con las hortalizas. En lo que va de año, el tomate en racimo aumenta de precio 0,35 euros el kilo y ya cuesta 0,93 euros el kilo. La cebolla ha subido 0,29 euros el kilo (está a 0,69 euros); la patata (+0,22 euros); la lechuga (+0,13 euros); y la zanahoria (+0,04 euros), entre otros. Muy pocas hortalizas experimentan bajadas de precios. La más notable es la del calabacín, que cae en 0,43 céntimos y se sitúa en 0,28 euros por kilo.
¿La razón? El motivo sigue estando en los elevados costes de producción que soportan los agricultores. Es decir, el aumento del precio de insumos agrarios (fertilizantes, semillas…), materias primas, luz, combustible o plástico. Estos precios se van trasladando al resto de eslabones de la cadena hasta llegar al último, al consumidor.
En qué proporción se incrementen es cuestión de cada eslabón. El Gobierno tiene en sus manos informes que desvelan que a lo largo del año 2022 los precios de venta al público se han encarecido menos que los precios de la industria de la alimentación y los precios de sus proveedores, los agricultores.
Para paliar estos problemas en el campo el Ejecutivo aprobó una ayuda de 300 millones de euros en fertilizantes. Ayuda que el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, aseguró que se abonaría en los próximos días durante su intervención en el III 'Wake Up, Spain!', organizado por EL ESPAÑOL, Invertia y D+I.
Además, bajó el IVA de algunos alimentos que, en el caso de las frutas y verduras, pasó del 4% al 0%, como el del resto de productos básicos. La pasta y el aceite bajaron del 10% al 5%.
Pero lo cierto es que las medidas no parece que ayuden mucho a aliviar la situación de la cesta de la compra. En febrero, la inflación alimentaria escaló un 16,6%, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Y a la espera de conocer el dato del IPC de marzo la próxima semana, el Gobierno ya es consciente de que las primeras semanas de marzo los alimentos muestran precios más de un 13% superiores al mismo periodo de 2022.
El aceite baja
Sin embargo, en este contexto inflacionista hay un alimento que ve la luz al final del túnel: el aceite de oliva. Este producto es especialmente importante, ya que vive su particular crisis debido a la sequía y a que la cosecha es menor que la del año pasado, además de tener en el lineal del supermercado el precio disparado.
Podemos encontrar la botella de aceite a entre 6 y 8 euros el litro. En tan solo un año, su precio se ha disparado un 33,5%, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).
En lo que va de año, el aceite de oliva virgen extra ha reducido su precio en origen 0,17 euros, pasando a tener un precio de 5,20 euros el litro en la semana del 20 al 26 de marzo, según el 'Boletín semanal de coyuntura'. Es decir, en tres meses su precio ha descendido un 3,2%.
Caso parecido es el que ocurre con el aceite de girasol convencional, cuyo precio ha caído 0,20 euros en los tres primeros meses del año. Aunque aquí la explicación es lógica: su producción se vio agravada por la guerra en Ucrania, uno de los mayores productores. Por lo que su escasez llevó a disparar precios e incluso a limitar su venta en algunos supermercados en España. Ahora, esa situación está más tranquila y eso se refleja en su precio.