Un informe de Frontier Economics, la Universidad alemana de Aachen y de la Fundación Naturgy concluye que la gestión integrada de infraestructuras (sector coupling) será imprescindible para lograr la descarbonización. Se basa en que minimiza los costes, hace posible descarbonizar sectores difícilmente electrificables, aumenta la seguridad de suministro, y permite fomentar una industria con potencial exportador y de creación de empleo.
Según este informe, la integración de las infraestructuras de gas y electricidad podría generar unos ahorros mínimos de 2.000 millones de euros anuales en España en un escenario de emisiones netas nulas en 2050.
Para los expertos no tiene sentido una electrificación total en sectores como la calefacción o la industria. En el primer caso, consideran que "los dos principales candidatos para sustituir al gas serían las centrales de bombeo y las baterías, pero sus elevados costes de inversión, además de las limitaciones geográficas en el caso del bombeo, las hacen inviables para almacenamiento estacional".
El gas, imprescindible
Hay usos cuya electrificación no es viable en la práctica, al menos con las tecnologías actuales, especialmente en la aviación y el transporte marítimo, que requieren combustibles de mayor capacidad de almacenamiento que la electricidad, y también muchos procesos industriales.
En esos casos, los autores del informe consideran que los gases renovables están mejor posicionados para reemplazar al petróleo o el carbón por ser más similares químicamente.
Según un estudio de la Asociación de Empresas Eléctricas (Eurelectric), la electricidad podría ser empleada para un máximo de 50% del consumo energético para procesos industriales.
Así que el sector gasista europeo propone una combinación de renovables con almacenamiento de gas, que termine en la red eléctrica gracias a la generación con diferentes tecnologías, o mantener las dos vías de suministro: la red eléctrica y la red gasista, como existe actualmente, pero más descarbonizada.
El hidrógeno en Europa
De entre esos gases con gran futuro en el sector de la energía, sin duda destaca el hidrógeno, que pretende ser el gran protagonista en Europa. Precisamente, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, así lo ha destacado en varias ocasiones.
“Europa perseguirá esta oportunidad. Nuestra alianza por las baterías, las redes inteligentes, electricidad producida con hidrógeno verde, la energía producida a través de molinos en el mar, el acero limpio y el gas descarbonizado crearán innovación, valor y empleos”.
Es decir, que la combinación de todas esas tecnologías y de todas las materias primas serán las que participarán en mayor o menor medida de la transición energética a la que se enfrenta el Viejo Continente.
En el caso alemán, el informe confirma que Alemania es probablemente el líder en relación al hidrógeno verde en la actualidad. El país está promoviendo activamente proyectos de hidrógeno para conseguir sus objetivos de descarbonización.
Tanto es así que se ha creado un fondo de 100 millones de euros anuales para el programa de investigación y una “Estrategia Nacional del Hidrógeno” que fija una capacidad objetivo de 10GW de elecrolizadores hasta 2040, con hasta 5 GW instalados en 2030.
Algo parecido acaba de aprobar el Gobierno español en su Hoja de Ruta, donde ha fijado el objetivo de 4 GW para 2030 y 8.900 millones de euros en inversiones.
Ahorros netos anuales
Según los cálculos, estos ahorros netos anuales provienen de ahorro en tecnologías finales como aparatos y vehículos eléctricos, que provocan que el escenario con gases renovables genere ahorros de 2.753 millones de euros.
También por menor expansión de la red eléctrica: los sobrecostes por mayor expansión de redes eléctricas en el escenario eléctrico ascienden a 1.092 millones de euros. Otra partida es la del coste extra en red de gas: mayores costes por adaptación y mantenimiento de las redes de gas en el escenario integrado de electricidad y gases renovables, que ascienden a 223 millones de euros.
Y por último, el coste extra por generación y almacenamiento de energía. Esto significa que hay un mayor coste de generación y almacenamiento para satisfacer la demanda y la necesidad de almacenamiento estacional, estimado en 1.585 millones de euros.
En definitiva, una apuesta del sector gasista europeo para defender una industria que todavía ve mucho futuro por delante.