La energética francesa Engie cerró 2020 con unas pérdidas netas atribuidas de 1.536 millones de euros, frente a los beneficios de 984 millones de euros que se anotó en el ejercicio anterior, según se desprende de las cuentas anuales que ha publicado este viernes.
El cambio en el resultado neto se debió a la caída de la facturación experimentada durante el año y a un mayor impacto negativo a nivel contable de las amortizaciones.
Los ingresos netos entre enero y diciembre fueron de 55.751 millones de euros, un 7,2% menos que en el año anterior. Por áreas geográficas, la facturación en Francia fue de 14.856 millones de euros, un 6,3% menos, mientras que los ingresos del suministro a infraestructuras francesas se situaron en 5.439 millones de euros, un 2,3% menos.
En el resto de Europa, la cifra de negocios experimentó un descenso del 9,3%, hasta 15.655 millones de euros, al tiempo que en Latinoamérica cayó un 12%, hasta 4.774 millones de euros, y en Canadá y Estados Unidos alcanzó los 4.229 millones, un 5,1% menos. Los ingresos originados en Oriente Próximo, Asia y África fueron de 2.382 millones de euros, por lo que descendieron un 19%.
Las compras de energía y otros gastos asociados a los ingresos fueron de 34.967 millones de euros, un 11,3% menos que en 2019, mientras que los costes de personal avanzaron un 2,4%, hasta 11.759 millones de euros.
De su lado, la firma también registró un impacto por amortización y devaluación de activos de 3.551 millones de euros, más del doble que en 2019.