La elaboración en la UE de un sistema de etiquetado -o taxonomía, según la jerga bruselense- para identificar las inversiones sostenibles que contribuyen a la lucha contra el cambio climático se está revelando mucho más difícil de lo previsto, debido a presiones políticas y empresariales de todo tipo. Una clasificación fundamental ya que determinará qué actividades pueden acogerse a financiación a través de los bonos verdes que emitirá Bruselas en el marco del fondo Next Generation.
La Comisión Europea ha publicado este miércoles una primera lista de inversiones verdes que deja fuera a dos de los sectores más controvertidos, el gas y la energía nuclear. Los dirigentes comunitarios sostienen que necesitan más tiempo para adoptar una posición definitiva.
Pese a ello, la lista provisional ha provocado fuertes críticas por parte de las organizaciones ecologistas, que sostienen que incluye prácticas perjudiciales para el clima en sectores como la silvicultura y la bioenergía. "La Comisión ha cedido a la presión de Suecia y Finlandia y de sus industrias y los criterios propuestos para bosques y bionergía no son más que un lavado de imagen verde, que fomenta la inversión en prácticamente cualquier tala y quema de bosques, en contra del consejo de científicos y expertos", ha denunciado Greenpeace.
"La nuclear y el gas no forman parte de la taxonomía que presentamos hoy, pero seguiremos examinando estas cuestiones", ha explicado el vicepresidente económico de la Comisión, Valdis Dombrovskis. La decisión sobre si la energía nuclear (que no genera emisiones de CO2) se considera o no una inversión verde se adoptará más adelante basándose en el dictamen de dos grupos de expertos, que deben publicar sus conclusiones en un plazo máximo de tres meses.
"Por lo que se refiere al gas, consideraremos algunas actividades dentro de los límites que fija el reglamento de taxonomía. Pero el reglamento fija límites bastante estrictos en esta materia", ha avisado Dombrovskis. Por eso, Bruselas está considerando también legislación adicional para reconocer el papel del gas y potencialmente de otras fuentes de energía en la transición desde el carbón y el petróleo. Pero esto se hará al margen de la taxonomía, según Dombrovskis.
"Hoy damos un paso adelante con la primera taxonomía climática que ayudará a las empresas y los inversores a saber si sus inversiones y actividades son realmente ecológicas. Esto será esencial si queremos movilizar la inversión privada hacia actividades sostenibles y hacer que Europa sea climáticamente neutra en 2050", sostiene Dombrovskis.
El Ejecutivo comunitario ya ha anunciado su intención de financiar un 30% del fondo Next Generation con la emisión de bonos verdes, lo que equivaldría a 250.000 millones de euros en precios actuales. El objetivo de Bruselas es confirmar su compromiso en las finanzas sostenibles, atraer a inversores interesados en este tipo de productos, apoyar la transición verde en la UE y aumentar el tamaño del mercado de bonos verdes, animando a otros emisores a recurrir a este tipo de producto.
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