El precio de la luz se está convirtiendo en el monotema de las últimas semanas. Y tiene sentido. En junio se están alcanzando precios máximos históricos. Hace tan solo una semana, el 14 de junio, rozaba los 94,63 €/MWh, convirtiéndose así en el más caro del año. Lo peor es que no solo se prevé un verano de rascarse el bolsillo para poder pagar el recibo eléctrico, sino que seguirá en otoño y en invierno, con lo que se llegará a 2022 sin apearse de estos niveles tan altos.
Este rally alcista tiene un efecto inmediato en la economía española. No solo afecta a los hogares, también a las pymes, grandes empresas e industria. La nueva factura de la luz, que entró en vigor el pasado 1 de junio, penalizará especialmente a las empresas que no puedan evitar hacer su mayor consumo en el tramo de hora punta durante la semana (de lunes a viernes de 10 a 14 horas y de 18 a 22 horas).
Por eso, el Gobierno rebajará el IVA de la luz del 21% al 10% hasta final de año, para los hogares y pymes con menos de 10 kW de potencia contratada siempre que el precio medio mensual del mercado mayorista de la electricidad esté por encima de los 45 euros por MWh. Una cifra que se superará y con mucho en los próximos meses.
Según cálculos de Francisco Valverde, experto en el mercado eléctrico y consultor en el área de Renovables en Soluciones Inteligentes de Eficiencia Energética del Grupo Menta, el precio anual estimado será de 72,1 euros/MWh.
Y aunque sean estimaciones del mercado de futuros, que podrían variar, en lo que va de año, también se superan esos 45 euros, situándose en los 57,33 euros/MWh. Según la gráfica, en 2021 desde febrero, el precio de la luz está disparado como un cohete del que no va a bajar en los próximos meses.
Las reservas de gas, agotadas
Pero ¿por qué no baja el precio de la luz ni siquiera para el resto del año? En España, las renovables alcanzaron el 43,6% de la generación de energía eléctrica en 2020, según datos de REE (Red Eléctrica), su mayor cuota desde que existen registros, pero siguen sin ser suficientes para bajar el mercado mayorista.
Con 2.706 nuevos MW de eólica y solar fotovoltaica, el sistema marginalista casa los precios con la tecnología más cara, y esos son los ciclos combinados, que necesitan el gas para generar electricidad.
Este es el quid de la cuestión. El índice de referencia del mercado del gas en Europa, el holandés TTF, alcanzó máximos de varios años con motivo de las restricciones de suministro debido al mantenimiento intensivo en la plataforma noruega y al desvío de GNL (gas natural licuado) a Asia.
En estos meses de atrás, Europa demandó más gas para reabastecer los bajos niveles de almacenamiento gasista porque abril fue un mes muy frío, lo que significa que se necesitaba gas para calentar durante más tiempo. Y también, porque se tuvo que tirar más de gas al caer la producción de eólica, hidroeléctrica y nuclear (en este caso francesa).
Y con el final de la pandemia y la reactivación de la economía mundial, todo hace esperar que los precios del gas sigan disparados. A lo que hay que sumar el mercado europeo de CO2, que no baja (ni se espera) del techo de los 50 euros/Tn.
Petróleo, a 100 dólares
Una de las materias más sujetas a análisis es el petróleo, cuya revalorización en 2021, tomando el barril de Brent como referencia, supera el 40%.
Según BofA (Bank of America), en junio del año pasado, se preveía que los precios del petróleo crudo estarían en una senda ascendente hacia 2021 a medida que hubiera una recuperación de la demanda.
Esto empujaría al Brent hasta los 60 dólares/bbl para el pasado trimestre, aunque los analistas pronto lo subirían hasta los 70 dólares/bbl por los datos positivos de las vacunas.
Sin embargo, los inventarios de petróleo están ahora por debajo de la media de 5 años en los países de la OCDE y eso hace que algunos expertos del sector incluso pronostiquen precios del petróleo que rocen los 100 dólares/bbl, lo que impactaría negativamente en la recuperación económica de países como España.
Inflación, en alerta roja
Mientras España intenta resucitar tras un año de pandemia y parálisis económica, la subida "desorbitada" de los precios en la energía, uno de los productos con mayor peso en la cesta de la compra de los hogares, está lastrando la recuperación.
La inflación general repuntó hasta el 2,2% interanual en abril (1,3% en marzo). Mientras, la inflación subyacente se moderó hasta el 0,0% (0,3% en marzo), un valor no observado desde 2014.
Este nuevo repunte en la inflación se vería explicado en su totalidad por el comportamiento de los precios de la energía, según Luís Pinheiro Matos, economista de CaixaBank Research.
Y si siguen así los precios energéticos, si nada lo remedia, la inflación seguirá subiendo por culpa de estos altos costes. Lo siguiente sería valorar cuáles son las consecuencias para una economía que necesita volver a revivir y que tirará de la electricidad, del petróleo y del gas para ponerse en marcha.