España siempre fue una isla energética. Pero ahora, la Unión Europea mira a nuestro país como parte de la solución para hacer frente a la escasez de energía que podría dejar sin calefacción y agua caliente a ciudadanos del centro y norte de Europa el próximo invierno por el enfrentamiento con Rusia. La cuestión es que el Gobierno español también mira a Europa -y en concreto a Bruselas- a la espera de respaldo político para reactivar el proyecto del Midcat: el gasoducto conectaría la península con Francia para enviar gas natural y gases renovables a Alemania, entre otros países europeos.
Los reguladores galo y español enterraron este proyecto en 2019 porque los números no encajaban en el análisis económico y comercial que se hizo. Los expertos no incluyeron una variable fundamental en esas cifras: ¿Cuánto vale la seguridad de suministro? ¿Cuánto vale no depender de Rusia para encender la calefacción o abrir la industria? Al introducir la geoestrategia en la ecuación, las cifras cambian. Y mucho.
De ahí que el Gobierno español haya dado el primer paso -apoyado por el sector gasista- para reactivar la construcción de este gasoducto por el que la vicepresidenta, Teresa Ribera, no apostó en 2019, entre otros motivos, por su rechazo al gas como fuente futura de energía.
Tras la invasión a Ucrania, el presidente, Pedro Sánchez, ha decidido rectificar y abrir la puerta a revitalizar este proyecto, aunque adaptado a la política verde española. Esto significa construir un gasoducto que pueda transportar también gases renovables e hidrógeno verde en el futuro.
Impulso de Bruselas
La cuestión ahora es cómo mover las fichas en Francia, un país que siempre ha mostrado reservas ante los proyectos de interconexión con España en materia energética. Para ello, sería vital contar con apoyo político expreso de la Comisión Europea al proyecto, explican a este diario varias fuentes consultadas.
"La Unión Europea tiene un papel fundamental en facilitar la puesta en marcha de las citadas interconexiones, ya sean gasistas o eléctricas", afirman desde Sedigas (Asociación Española del Gas), tras recordar que la seguridad de suministro es una prioridad estratégica para los Veintisiete.
Por el momento, fuentes de la Comisión Europea consultadas por este periódico no comentan este asunto. No obstante, la próxima semana se espera que Bruselas presente un plan con medidas para reducir la dependencia de Europa del gas ruso lo más rápido posible y abordar la subida de los precios de la energía. También se incluirán medidas para reforzar la seguridad de suministro.
El interés de Alemania por encontrar una vía alternativa a Rusia para cubrir sus necesidades es, sin duda, un elemento a favor de quienes quieren resucitar el Midcat. Y la decisión del Gobierno portugués de impulsar el gasoducto es una fortaleza más.
Expertos consultados explican a este periódico que técnicamente sería viable readaptar la infraestructura del Midcat ya diseñada para que pueda transportar hidrógeno verde con el que calentar a los países del Norte de Europa en el largo plazo. Pero a menos años vista, también se podría utilizar el tubo para transportar biometano y biogás. Con la ventaja, además, frente al gas natural de que estas fuentes de energía no vienen de Argelia, sino que incluso podrán ser made in Spain. Algo que daría autonomía energética a Europa.
En clave interna, la Generalitat de Cataluña tiene especial interés en impulsar el Midcat. De hecho, la consejera de Acción Exterior, Victòria Alsina, ha mostrado en público su apoyo al proyecto esta semana, junto con la patronal catalana Foment del Treball.
Construir el tubo llevaría entre dos y tres años, de acuerdo con los expertos. Sin embargo, España está lista para enviar gas al centro y norte de Europa, como ya ha empezado a hacer en las últimas semanas. Está claro que sin el tubo esa capacidad es menor, ya que depende de los buques, pero no por ello deja de ser importante en la actual situación de emergencia.
El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, confirmó este viernes por la tarde que se están buscando fórmulas para ofrecer alternativas de suministro a Alemania y el resto de socios europeos que tienen una alta dependencia del gas ruso. En ese contexto, apuntó a la necesidad de "invertir más en interconexiones europeas" que sirvan para transportar gas y otras energías limpias.
Cuando estalló la guerra en Ucrania, el Gobierno español aclaró que nuestro país afrontará precios energéticos más caros (como consecuencia de la subida de las materias primas), pero no tendrá problemas de suministro. El haber sido una isla energética nos obligó a buscar alternativas en el pasado y eso nos posiciona ahora en una situación ventajosa en el plano nacional y estratégica en el europeo..
Además de contar con infraestructuras para almacenar, España ha diversificado mejor que otros países sus fuentes de suministro de gas, con lo que no depende de Rusia (8,91% en 2021) para el suministro. Argelia es el principal proveedor (42,83%) y este país ya se ha ofrecido a la Unión Europea -junto con Italia- para suplir el gas ruso. Los dos tubos que conectan Argel con España (uno de ellos, apagado en este momento) son una infraestructura muy valiosa en este contexto.
Capacidad y almacenamiento
Según datos de Enagas, España aglutina un tercio de la capacidad de regasificación y un 25% del total de almacenamiento de toda Europa. Si se suma la aportación de Portugal, el peso es aún mayor. Pero para poder transportarlo al resto de Europa es necesario abrir un canal a través de los Pirineos. Y ese conducto ya está proyectado: el gasoducto del Midcat.
Mientras Alemania ha anunciado esta semana que acelerará la construcción de dos regasificadoras para reducir su dependencia de Rusia, España cuenta ya con seis regasificadoras operativas y una hibernada en Asturias. A estas hay que sumar otra planta más en Portugal.
Las plantas de regasificación fueron puestas en valor por Albares este viernes cuando abordó el reto energético. El ministro ya apuntó que esa capacidad nos sitúa "muy bien para ser parte de esa solución alternativa" a Rusia que se busca estos días.
El Principado de Asturias también ha dado un paso esta semana para pedir al Gobierno central que agilice la tramitación de la planta de El Musel en la que Enagás trabaja para incorporar el hidrógeno verde como vector energético. El momento de impulsar esta petición no es casual. Es otra muestra más de la posición clave que España puede tener en el suministro energético hacia sus socios de la Unión Europea en este nuevo marco geopolítico.
No es la primera vez que Rusia amenaza con el suministro a Europa. Ya hubo motivos de tensión en 2006, 2009 y también en 2014, año de la anexión de Crimea. Sin embargo, en 2022, Moscú ha cruzado una 'línea roja' y la respuesta de la Unión Europea ha sido mucho más contundente.
Con la construcción del Nord Stream 2 paralizada como consecuencia de la invasión de Ucrania, los socios europeos buscarán diversificar sus fuentes de energía. Y, esta vez, el posicionamiento de España es bueno tanto por la disposición de los gobiernos central y autonómicos, como la de los inversores y las empresas.
Además, a nadie se le escapa que los fondos europeos pueden desempeñar un papel relevante en esta nueva estrategia energética de la que Bruselas dará más pistas a partir de la próxima semana.
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