La crisis energética que sufre Europa desde hace meses tiene un horizonte especialmente sombrío: el próximo invierno. Las reservas en los almacenes de gas natural tienen para llenarse al máximo estos meses de primavera y verano y solo España supera en porcentaje a todos sus vecinos, con unas reservas por encima del 60%, según el último Boletín Estadístico de Enagás.
También los almacenes subterráneos han experimentado una inyección extraordinaria de gas, más del 1.000% respecto al año anterior, desde los 146 GWh hasta los 1.791 GWh de abril.
Y hay más. Los dos gasoductos que cruzan los Pirineos hasta Francia, los de Larrau e Irún, están funcionando al máximo de su capacidad y están enviando hacia Europa todo lo que es posible. El mes pasado se exportaron a Francia 5.154 gigavatios hora (GWh), lo que supone un incremento del 272% respecto a marzo, cuando se exportaron 1.891 GWh. Hay que destacar que en abril de 2021 el saldo fue importador en 756 GWh, con lo que la diferencia es aún mayor respecto a un año.
Este contexto, junto con el gasoducto que nos conecta con el gas de Argelia y los puertos marítimos bien situados para recibir el GNL estadounidense, posiciona a España como uno de los países que podría enfrentarse, sin mucha complicación, a un invierno sin gas ruso.
No pueden decir lo mismo países como Austria, que solo tiene un 18% de reservas acumuladas en sus depósitos de gas, Italia un 37%, Francia un 49%, Hungría un 24%, Rumanía un 28%, Eslovaquia un 26% o Alemania un 34%, según datos de Entsog, la Red Europea de Operadores de Sistemas de Transmisión de Gas. Otros países que tienen los deberes hechos son Portugal y Reino Unido y los nórdicos (Suecia y Dinamarca), pero porque su capacidad de almacenamiento es muy limitada. Polonia es paradigmático porque llega hasta el 84,3% de capacidad, precisamente a quien Rusia le ha cortado el suministro.
De media, los depósitos europeos de gas están llenos al 37,6%, según información de Gas Infrastructure Europe.
No hay otra, si se cierran las relaciones con Rusia, la opinión es unánime: las importaciones no rusas no serían suficientes para llenarlos. Así lo dijo Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol: "Hoy no se pueden sustituir los 150 bcm de gas que Europa recibe de Rusia y no hay forma de cubrir prácticamente el 40% de ese gas" en Europa. Lo que va a provocar un "tensionamiento brutal".
GNL de Estados Unidos
Desde hace meses el mercado de referencia europeo, el TTF holandés, ha estado marcando precios por encima de los 100 euros/GWh, mientras que el Henry Hub, el de EEUU, no superaba los 6-8 dólares.
La exportación masiva de GNL a las costas europeas está cambiando esa tendencia, pero no solo. Según Norbert Rücker, Head Economics and Next Generation Research del banco suizo Julius Baer, "creemos que el déficit ha aparecido por diferentes motivos y vemos un sólido crecimiento de la producción en otros elementos pronto para llenar el vacío de oferta".
"Los precios han subido más del 50% desde los niveles de mediados de marzo. Los combustibles de almacenamiento estacionalmente bajos generan preocupaciones sobre la escasez de suministros, especialmente considerando las exportaciones récord de gas natural licuado, de las cuales la mayoría de los cargamentos probablemente se dirijan a Europa en estos días".
"Lo más probable es que el déficit se deba a una mella en la producción a principios de año y períodos de alta demanda de calefacción en las partes del norte de los Estados Unidos, que son elementos temporales. El impacto de la guerra en Ucrania en el mercado de gas natural de EEUU es más bien indirecto".
Sin gas ruso
Y, como guinda, los altos precios del gas en Europa han experimentado otra subida con el anuncio de Rusia de cortar el suministro a Europa a través del gasoducto Yamal, a través de Polonia.
Además, la decisión de Finlandia de unirse a la OTAN ha catapultado el precio del gas en Europa más de un 22%.
El próximo invierno será decisivo. Si para España no hay peligro de desabastecimiento, sí lo habrá de precios altos. La volatilidad seguirá marcando una crisis energética que afectará a la economía en general.
En el resto de Europa, especialmente en los países altamente dependientes del gas ruso, como Alemania, Italia y países del Este, ya se están proponiendo medidas a su población. Entre las más pintorescas está la propuesta de la Asociación de Viajes Independientes de Alemania (VUSR), que plantea que el Estado subvencione las vacaciones invernales de los jubilados en Mallorca. De este modo, no consumirían tanto gas ruso y se priorizaría la industria frente al consumo de las calefacciones de los hogares.
Otra es en Italia, donde su presidente Mario Draghi ha pedido a la población que no suba de 21ºC la calefacción en invierno y, además, para bajar el consumo eléctrico, que tampoco bajen el aire acondicionado de 27ºC en verano.
Junto con estas medidas más o menos originales, lo que es seguro es que el próximo invierno habrá racionamiento en buena parte de los países europeos. Toca apretarse el cinturón, o más bien, en este caso, el abrigo.