Bruselas

La unidad de los países de la UE sobre la respuesta a la guerra de Vladímir Putin contra Ucrania se resquebraja. En los días iniciales del conflicto, los Estados miembros lograron aparcar sus diferencias y aprobaron en tiempo récord medidas de castigo sin precedentes contra el Kremlin, así como el envío de armas a Kiev.

Sin embargo, al cumplirse el tercer mes de la invasión sin ninguna salida a la vista, empiezan a emerger fracturas profundas entre los socios sobre las sanciones y sobre la oportunidad de dialogar o no con el presidente ruso para lograr un alto el fuego y la paz. 

Unas divisiones que quedarán al descubierto durante la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno que comienza este lunes en Bruselas, y que tiene la situación en Ucrania como principal punto en el orden del día. En el Consejo Europeo está prevista la intervención por videoconferencia de Volodímir Zelenski. 

Es la tercera vez que Zelenski participa en una cumbre europea desde el estallido de la guerra y en cada ocasión ha reclamado más ayuda militar y un endurecimiento de las sanciones contra Putin.

Sin embargo, el Consejo Europeo se verá ensombrecido precisamente por la falta de acuerdo sobre el sexto paquete de sanciones, propuesto por Ursula von der Leyen el pasado 4 de mayo y cuya principal medida es un embargo total al petróleo ruso.

Sin fumata blanca

Tras cuatro semanas de negociaciones infructuosas, la presidencia francesa de la UE ha fracasado en su intento de arrancar una solución durante el fin de semana con el fin de despejar la agenda de los líderes. No ha habido fumata blanca durante la reunión extraordinaria celebrada este domingo debido al veto del húngaro Viktor Orbán, el aliado más estrecho de Putin en Europa.

Orbán sostiene que un embargo al petróleo ruso supondría una "bomba nuclear" para la economía húngara. Budapest recibe el petróleo directamente desde Rusia a través del oleoducto Druzhba y alega que tiene mucho más difícil encontrar alternativas porque carece de puertos para recibir el crudo por vía marítima.

En respuesta a estas preocupaciones, Bruselas había ofrecido a Hungría un largo periodo de transición de dos años y medio (hasta finales de 2024). Orbán lo consideró insuficiente y reclamaba excluir totalmente del embargo al petróleo de oleoducto, así como un importante paquete de ayudas europeas.

El primer reflejo de la Comisión fue efectivamente poner sobre la mesa un sobre extraordinario de fondos Next Generation. Alrededor de 2.000 millones de euros para refinerías y oleoductos en Hungría, pero también en República Checa y Eslovaquia. El problema es que Budapest tiene bloqueado desde hace meses el acceso a su plan de recuperación por vulnerar los valores democráticos europeos. Pagar ahora este dinero supondría hacer la vista gorda a la deriva autoritaria de Orbán.

Al final, la presidenta Von der Leyen ha cedido a parte de las pretensiones de Hungría y ha presentado una nueva propuesta de compromiso durante el fin de semana. En ella, se establece una distinción entre una prohibición total para las importaciones de petróleo ruso por vía marítima, que entraría en vigor a finales de año, y una exención para el crudo procedente del oleoducto Druzhba, según relatan fuentes comunitarias.

Sin embargo, el nuevo plan sigue sin convecer a Orbán, que reclama garantías adicionales de sus socios. Pero además, el trato especial para el oleoducto Druzhba ha generado protestas entre Italia, Holanda, Bélgica, Rumanía o los países bálticos. Estos países sostienen que Hungría gozará de una ventaja competitiva si sigue recibiendo petróleo barato ruso, lo que supone un riesgo para el mercado único y la igualdad de condiciones entre las empresas comunitarias.

¿Dialogar con Putin?

Ante el desacuerdo persistente, los líderes europeos abordarán este lunes la cuestión de las sanciones en un debate que se prevé "emocional". Una discusión que no sólo enfrenta a Hungría contra el resto. También genera fisuras entre Polonia y los bálticos por un lado, que defienden seguir endureciendo las sanciones contra Moscú, incluyendo también el gas; y Alemania por el otro, que sostiene que esta medida provocaría una recesión en toda Europa.

Polonia y los bálticos se quejan además del diálogo que mantienen con Putin Alemania, Francia e Italia. Emmanuel Macron y Olaf Scholz han mantenido durante el fin de semana una conversación telefónica de 80 minutos con el presidente ruso que ha levantado ampollas entre los socios del Este.

Los dos líderes le han pedido un alto el fuego inmediato y negociaciones directas con Zelenski, así como el fin del bloqueo de Odesa para que Ucrania pueda exportar sus cereales y evitar así una crisis alimentaria mundial.

Putin les ha contestado que estaría dispuesto a considerarlo si se levantan las sanciones contra Moscú. Los países bálticos denuncian que este diálogo legitima al presidente ruso. A su juicio, Francia y Alemania deben romper todo contacto con el Kremlin y redoblar el apoyo político, económico y, sobre todo, militar a Kiev para que gane la guerra.

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