El gas natural se ha convertido en el activo energético más importante de Rusia en el conflicto bélico provocado por la invasión de Ucrania. No hay más que comprobar cómo cada vez que Putin mueve una ficha en sus decisiones de suministro de gas, provoca un tsunami en los precios europeos de esta commodity. Ha elaborado un puzzle donde poco a poco va cayendo una pieza a medida que ésta muestra su apoyo al gobierno de Zelenski.
Rusia ya reúne una lista de países europeos a los que ha cortado las entregas de gas, comenzando con Polonia, Bulgaria, los Países Bajos y Finlandia, citando el incumplimiento de los pagos en rublos en cada caso. Después ha sido Dinamarca, y ahora peligra Alemania, Italia y Francia, los pesos pesados de la Unión Europea, además de Austria y Eslovaquia.
El gas que ha llegado hasta ahora a Europa desde Rusia lo hace por una red de gasoductos entre los que destacan el Nord Stream 1, conectado directamente con Alemania por el mar Báltico, el Yamal, que pasa por Bielorrusia y Polonia; o el Pasillo Ucraniano, que atraviesa Ucrania.
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Más del 40% del gas natural que abastece a la población europea proviene de Rusia. Pero el problema no es cómo llega y cuándo a los países europeos, sino cuánto y con una fecha tope: el próximo invierno.
Con fecha de 17 de junio, la media de los depósitos de gas de la Unión Europea están en un 52,37% de su capacidad, según los datos publicados por Gas Infrastructure Europe (GIE). Bruselas, a raíz del conflicto, obliga a los operadores de almacenamiento a llenar sus instalaciones al menos al 90% de su capacidad para noviembre y retener al menos el 40% para febrero.
España, hub de gas de Europa
Sin embargo, España tiene una oportunidad de oro de utilizar lo que hace años se criticaba como un exceso de capacidad gasista, con grandes inversiones en décadas pasadas para la construcción de ciclos combinados, infraestructura de red e interconexiones con Europa, Portugal y norte de África.
Ahora, con las circunstancias actuales, nuestro país podría convertirse en la gran puerta de entrada de esta materia prima y hacerle la competencia al gas ruso, aunque sin olvidar que siempre sería un intermediario entre los países de origen y los de destino.
Las cifras son inequívocas. España tiene una capacidad para regasificar 3,31 millones de metros cúbicos de GNL (gas natural licuado). O, lo que es lo mismo, un tercio de la capacidad de almacenamiento de gas natural licuado en Europa y cerca de un 25% de la de regasificación.
Por detrás está Reino Unido, con el 22% de la capacidad de almacenamiento de GNL; Francia (14%), Bélgica (6%) e Italia (5%). Respecto a la capacidad de regasificación, España tiene el 25% de la capacidad total de la UE (1.910,40 GWh diarios).
Estas cifras permiten que, en cuanto a seguridad de aprovisionamiento, nuestro país pueda afrontar con mayor tranquilidad la actual crisis energética. Pero depende de los países productores.
Sus principales proveedores son Estados Unidos y Argelia, aunque en marzo las compras de gas ruso concentraron el 8,7% de todas las importaciones, situándose como tercer mayor proveedor. Según los datos del boletín estadístico de Enagás, el porcentaje ha ido cayendo.
La UE y Argelia
La Unión Europea está contra las cuerdas por su dependencia energética de Rusia, y mira a España como refugio para llegar al invierno sin pasar frío. De hecho, desde abril se han disparado las exportaciones a Francia, con un incremento de más del 300% respecto a meses anteriores.
Los dos gasoductos que cruzan los Pirineos hasta Francia, los de Larrau e Irún, están funcionando al máximo de su capacidad y están enviando hacia Europa todo lo que es posible.
Diversificar las fuentes de aprovisionamiento de gas de la UE pasa por una combinación de tres opciones básicas: aumentar la producción interna, incrementar las importaciones por gasoducto desde otras regiones o potenciar el gas natural licuado (GNL) como fuente alternativa de suministro, dice en un artículo Alberto Martín, socio responsable de Management Consulting y del sector Energía y Recursos Naturales de KPMG en España.
No hay más. La primera opción ya se intentó poner en marcha hace unos años, pero con resultados decepcionantes. La oposición social y la dificultad de hacerlo en un territorio con una alta densidad de población dieron al traste con lo que se ha hecho en Estados Unidos con gran éxito: el famoso “fracking”.
Para los gasoductos, los principales proveedores actuales de Europa alternativos a Rusia son Noruega y Argelia (cubren en torno al 20% y al 10% de la demanda europea respectivamente). La primera ha aumentado sus exportaciones a Europa, pero parece estar llegando a su máximo potencial de producción.
Y en el caso de Argelia, pese a su decisión de romper lazos comerciales con nuestro país, tuvo que recular días después tras la advertencia de la Unión Europea sobre posibles represalias si rompía las relaciones comerciales con España respecto al suministro de gas.
Europa necesita a Argelia, y Argelia necesita a Europa. Y en medio están las redes gasistas, las regasificadoras y los almacenes de gas españoles.
En definitiva, España podría ser una pieza clave en la constitución de un mecanismo de respaldo al suministro de gas en Europa que permitiera una menor dependencia y una mayor capacidad de negociación con Rusia. Según explica KPMG, el excedente de gas contratado para las plantas regasificadoras en nuestro país (fruto de la caída de la demanda y del crecimiento de las energías renovables) es hoy reexportado a otras regiones del mundo a buen precio, pero podría servir como una fuente muy importante de respaldo al suministro en la UE.
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