El Gobierno alemán, una coalición de socialdemócratas, verdes y liberales, ha decidido que ante situaciones desesperantes, medidas desesperadas. Pese a que aprobaron en 2019 un plan para ir reduciendo la quema de carbón por completo en 2038, han anunciado que usarán más carbón para reducir el consumo de gas. ¿Es un ejemplo a seguir para España?
"El carbón en España no es necesario ni para asegurar el suministro eléctrico ni para reducir el precio de la energía. Tampoco lo es en el contexto actual", dicen fuentes del sector eléctrico consultadas por EL ESPAÑOL-Invertia.
"Esperar que el carbón nos salve de una crisis energética causada en gran parte por los combustibles fósiles es como golpearse la cabeza contra la pared para curar un dolor de cabeza", señala por su parte José Luis García Ortega, responsable de la campaña de Energía de Greenpeace España.
"Detener este despilfarro de energía es la forma más económica y rápida de garantizar que las personas puedan calentar sus hogares durante el invierno de manera asequible, al tiempo que abordan la escalada de la crisis climática".
Hace ya dos años que comenzó la cuenta atrás para cerrar las 15 centrales de carbón repartidas por toda la geografía, y actualmente solo cuatro centrales están operativas: dos de EDP, Aboño (Asturias) y Soto de Ribera (Asturias); la de Los Barrios (Cádiz) de Viesgo y, a la espera de recibir la autorización de cierre, la de As Pontes (La Coruña) de Endesa. En total, todas ellas suman una capacidad de más de 3.000 MW.
En el camino, se han ido desmantelando prácticamente todas a medida que recibían el 'ok' administrativo para cerrar, con imágenes espectaculares en la demolición de sus torres de refrigeración, así que es evidente que ésas nunca se podrán volver a abrir. Es el caso de la central térmica de La Robla (León), la de Endesa en Andorra (Teruel) o la de Iberdrola en Velilla del Río Carrión (Palencia).
Centrales de carbón activas
Según ha podido saber este diario de fuentes conocedoras, en el caso de las dos centrales térmicas de EDP, "ambas están disponibles para atender la demanda del mercado, si bien Aboño funciona de continuo por su carácter estratégico para garantizar el suministro a la gran industria asentada en la región y revalorizar los gases siderúrgicos de ArcelorMittal".
"La central usa estos gases, con carbón, para generar energía eléctrica, un ejemplo único de economía circular que evita la emisión de un millón de toneladas de CO2 cada año. De otra forma, estos gases serían quemados en una antorcha y emitidos directamente a la atmósfera".
Otra situación diferente es la de Los Barrios (Cádiz). En noviembre pasado, su propietaria Viesgo, que solicitó en 2020 la autorización para el cierre de esta central, tuvo que comenzar los preparativos para su reapertura por un espacio de tiempo aún por definir.
"Hasta que no están totalmente cerradas, las centrales tienen que estar a disposición de las necesidades del sistema eléctrico", explican las mismas fuentes a este diario.
"Eso no quiere decir que se dé marcha atrás en el proceso de cierre, sino que la reactivación se considera temporal, en función de la evolución del mercado".
El carbón de As Pontes
Algo parecido a lo que ocurre con la de Endesa en As Pontes. Esta central térmica, una de las más grandes del país, ya ha iniciado su proceso de cierre y desmantelamiento, pero está a la espera de la autorización definitiva del Gobierno.
Aun así, en noviembre pasado, y ante la escalada récord de los precios del gas, volvió a quemar carbón durante algunas semanas tras comprar 180.000 toneladas de este mineral.
[Endesa adquiere de nuevo carbón para utilizarlo en la central térmica de As Pontes]
"El operador del sistema ya emitió un informe en el que justificaba técnicamente el cierre de los cuatro grupos de As Pontes. No tiene sentido mantenerlo operativo para atender posibles demandas puntuales por lo elevado de los costes de la tecnología para el sistema, además de los aspectos medioambientales".
Desde 2019, nuestro país ha ido mejorando en sus indicadores de sostenibilidad, entre otras razones, por un descenso muy significativo en el uso de carbón para la producción de electricidad.
Según los últimos informes anuales del Observatorio de Energía y Sostenibilidad de la Cátedra BP, entre 2019 y 2020, el carbón disminuyó su contribución en el mix primario un 49,8%. Este descenso se debió en gran medida al descenso de la demanda, a la vez que se vieron compensados en parte por el aumento de las renovables (8,6%).
España, 'hub' de gas
El carbón puede ser necesario en Alemania, todavía muy dependiente de él pese a haber querido ser los adalides de la transición energética en Europa ('energiewende'). Su parque térmico es de 42 GW y representa el 21% de la potencia total del país.
Pero España es una potencia europea en capacidad de regasificación de GNL (gas natural licuado). Cuenta con cerca de un 25% de la de regasificación de toda Europa y, además, un tercio de la capacidad de almacenamiento.
Estas cifras permiten que, en cuanto a seguridad de aprovisionamiento, nuestro país pueda afrontar con mayor tranquilidad la actual crisis energética y sin tener que volver a mirar el carbón, el combustible fósil que más CO2 emite a la atmósfera.
"Lo que emite una central de ciclo combinado (gas) durante tres años, lo hace en un solo año una central de carbón", concluye García Ortega, de Greenpeace.