La crisis energética causada por la dependencia del gas ruso ha sido el foco de la preocupación de la Unión Europea (UE), pero ahora todos los ojos están puestos en las centrales nucleares de Francia.
Mientras los almacenes de gas del noroeste del Viejo Continente ya superan el nivel medio de los últimos años, el país galo corre el riesgo de apagones invernales por el parón de su generación nuclear.
Asegura Norbert Rücker, jefe de Economía e Investigación de Próxima Generación de la entidad suiza Julius Baer, que "la crisis energética de Europa es lo más importante, pero los ánimos están altos, entre otras razones por los altos niveles de almacenamiento del noroeste, que están muy en línea con los rangos estacionales".
Aún más importante, "y a pesar de que los flujos rusos se han reducido hasta ser casi un goteo, el almacenamiento ha seguido aumentando debido a los mecanismos del mercado, no a las medidas políticas, con precios altos que atraen cargamentos de gas natural licuado (GNL)" a las costas europeas, subraya el mismo experto.
Rücker añade que "gracias al mercado europeo altamente interconectado, las entradas de GNL también han impulsado el nivel de almacenamiento alemán". Actualmente se sitúan en el 78,19%, muy cerca del objetivo de la UE de alcanzar el 80% a primeros de noviembre.
La amenaza nuclear
"Está el impacto general en todos los países que se ven afectados por los precios del gas, y eso es el principal factor que impulsa los precios de la energía", publica por su parte Matthew Jones, analista principal de mercados de energía europeos en la firma de datos de materias primas ICIS.
"Y luego, al mismo tiempo, está la problemática con la energía nuclear francesa, que es la peor que ha habido en 30 años", destaca.
Sin embargo, el parón excesivo de las centrales nucleares de Francia, provocado por reparaciones y trabajos de mantenimiento no planificados, puede convertirse en una amenaza mayor que si llega o no gas ruso a Europa.
Francia, que solía ser un exportador tradicional de electricidad, actualmente, incluso, tiene que importarla. Y eso encarece el precio a sus vecinos.
Riesgos del invierno
El cierre de las centrales francesas supondría la falta de más del 10% de la producción normal del noroeste europeo. "Dicho de otra manera, Europa tendría que manejar condiciones de mercado mucho más serias si no hay nucleares y se debe sustituir con solar, eólica y gas natural", añade el experto de Julius Baer.
Pero, pese a que "ha aumentado nuestra confianza en que Europa puede hacer frente a un corte de gas duradero por parte de Rusia, es necesario que se den otras condiciones", indican también desde la entidad suiza.
Que no sea un invierno duro, que los problemas nucleares franceses no sean muy prolongados, que no haya cortes de suministro de gas adicionales y que no haya una demanda excepcional de GNL en Asia que amenace el suministro a Europa son algunas de esas condiciones favorables.
Lejos de incrementarse, hasta ahora, la demanda de gas de China ha descendido por el aumento de la quema de carbón autóctono, mucho más barato que el GNL en los mercados internacionales.
Nuevos récords
Aún así, de lo que no hay duda es de que los precios de la electricidad seguirán marcando récords y eso sí que es un verdadero obstáculo para la economía. "Los altísimos precios de la energía son el resultado de mecanismos de fijación de precios marginales", resaltan en Julius Baer.
Y por ello, la entidad suiza propone "una herramienta simple para enfriarlos: añadir más derechos de emisión en el comercio de derechos de CO2 europeo para reducir sus precios". "Una medida tan temporal difícilmente cambiaría la transición energética, que últimamente solo se ha acelerado", concluyen.