No hay forma de detener las facturas de gas de Europa. La cotización de los precios futuros del gas en el índice de referencia, el TTF (Title Transfer Facility) holandés, está por encima de los 300 euros por megavatio hora (MWh) por primera vez en la historia. Exactamente, este viernes ha escalado hasta los 321 euros/Mwh, un nuevo récord histórico.
Es una cifra estratosférica en comparación con los 27 euros fijados hace un año.
La escalada de los últimos días está afectada por la proximidad del nuevo cese de flujo por el gasoducto Nord Stream 1 hacia Alemania tal y como anunció Gazprom el pasado viernes.
El cierre del 31 de agosto al 2 de septiembre será por "trabajos de mantenimiento", pero ha contribuido a aumentar la preocupación no solo por el suministro sino también por el riesgo de recesión.
Esta escalada ha influido en los precios eléctricos de todo el Viejo Continente. El pasado jueves, en Italia, Francia y Alemania se rozaron los 700 euros/MWh.
Francia incluso voló hasta los 903,3 euros/MWh y en Alemania hasta los 699,4 euros/MWh.
Los políticos europeos han acusado repetidamente a la compañía de convertir los flujos de energía en armas y explotar las cuestiones técnicas como excusa para aumentar la presión sobre los países a voluntad de Vladimir Putin.
Miedo al corte definitivo
Además de la evolución impredecible de la guerra, el verano más caluroso de lo habitual y el posterior aumento en el uso del aire acondicionado han alimentado la tendencia al alza, junto con una severa sequía que ha reducido la energía hidroeléctrica y limitado la actividad en las centrales nucleares. La energía eólica ha sido demasiado insuficiente.
Al mismo tiempo, los gobiernos se apresuran a llenar sus reservas de gas antes de la temporada de invierno. "Los próximos cinco a 10 inviernos serán difíciles", advirtió el primer ministro belga, Alexander De Croo.
Y todo este escenario a pesar de que los últimos datos muestran que Europa importó cantidades récord de gas natural licuado (GNL) de EEUU, en detrimento de la región asiática, un comprador tradicional, mientras China sufre una fuerte desaceleración económica.
Pero ni siquiera esta buena noticia ha sido suficiente para pacificar los precios del gas. Se exceptúa que el impulso concentrado a favor del GNL, que ofrece una mayor variedad que los gasoductos pero implica altos costes para construir terminales costeras, tardará varios años en materializarse por completo y hervir a fuego lento el agitado mercado energético de Europa.