No hay duda de que las infraestructuras gasistas en Europa se han convertido en el oscuro objeto de deseo de esta crisis energética. La negativa de Francia a terminar el gasoducto 'nonato' Midcat ha empujado al Gobierno español, y tras él, a Alemania, a buscar una vía alternativa: llevar el gas a Italia.
Sea cual sea el resultado final de este pulso con Francia, todos tienen claro que el objetivo futuro de los gasoductos debe ser que sirvan también para el transporte de hidrógeno verde.
"La opción de construir un gasoducto que una España con Italia, haciéndole un bypass a Francia, se está reavivando con fuerza en un intento de presionar al gobierno galo de aceptar la ampliación de la interconexión entre Francia y España", explica a EL ESPAÑOL-Invertia Steven Taylor, director de EKON Strategy Consulting.
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"Si Francia se empeña en rechazar la ampliación de la capacidad de interconexión entre España y Francia, podría acabar convirtiéndose en una realidad".
El gasoducto conectaría el complejo gasista que posee Enagás en Barcelona con Livorno, una población italiana que estaría a unos 800 kilómetros en línea recta por el mar. Un plan que supondría unas inversiones entre 2.500 y 3.000 millones de euros, con una capacidad media de entre 10.000 y 15.000 metros cúbicos al año (entre 10 y 15 bcm), y que no estaría finalizada hasta 2028, según el operador del sistema gasista español.
Además, aparece en uno de los mapas que recoge el RepowerEU, la hoja de ruta del Ejecutivo comunitario para afrontar la difícil desconexión del petróleo y el gas rusos.
"Se podría tener como referencia el proceso de construcción del Medgaz, el gasoducto que une Argelia con España", añade Taylor.
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Esta infraestructura tiene un tramo por tierras argelinas de 547 kilómetros, y una parte submarina de unos 200 kilómetros, que desemboca en Almería. Tardó 10 años, desde 2001 hasta 2011, con una capacidad de 8 bcm (aunque ahora se ha ampliado hasta los 10 bcm). El coste total del proyecto fue de 900 millones, más los 630 millones de la sección submarina.
En el caso del gasoducto italiano, "se están evaluando dos posibles trazados. Uno de ellos pasaría por aguas francesas y podrían oponerse (como siempre) y por eso, se está viendo una ruta alternativa que podría llegar a ser más costosa, pero que evitaría que el gobierno francés pueda ralentizar el proyecto".
"Si se hace el gasoducto por el mar, al menos, no se pierden años expropiando terrenos", añade el experto de EKON Strategy Consulting.
Conectar con Italia
El pasado mes de mayo, ya se anunció este proyecto en Italia, entre la empresa encargada del transporte de gas italiano, Snam, y el homólogo español, Enagás. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) también avala el proyecto.
"Para Snam y Enagás seria una inversión de gran envergadura que acometerían si desde Europa se da luz verde a su remuneración como activo regulado con fondos europeos", añade Taylor.
La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha dicho que el Gobierno valora con "mucha seriedad" la posibilidad de construir ese gasoducto submarino ante las reticencias de Francia de terminar la interconexión a través de los Pirineos.
"España no necesita exportar gas", sino que "está dispuesta a ayudar a Europa". Y si se necesita ayuda "es importante que las instituciones europeas y aquellos gobiernos en peor situación se impliquen también en un debate que no es solo a dos bandas", ha añadido Ribera.
La opción A es Midcat
Hay pros y contras a la hora de apostar por una u otra infraestructura. Por un lado, la conexión submarina levanta menos ampollas sociales y políticas, cuenta con el respaldo de todos los países y soluciona un problema enquistado con Francia desde hace décadas.
Sin embargo, según la ministra para la Transición Ecológica, la opción italiana "se trata de una obra de ingeniería más complicada".
"Lo sencillo, lo limpio, en un país que se dice europeísta, en un momento extremadamente crítico para Europa, es ir a lo más fácil, a lo que pueda estar operativo para el otoño invierno 2023-2024".
Y eso es "la conexión del corredor ibérico del hidrógeno, que en primera instancia podría trasladar gas natural a través de los Pirineos duplicando la capacidad actual", ha apostillado la ministra.
En lo que se refiere a las características de Midcat, tendría una capacidad de 9 bcm de gas, que se añadirían a los dos gasoductos que sí que están en funcionamiento en España y que conectan el País Vasco y Navarra con Francia (unos 8 bcm anuales).
Todavía faltan 235 kilómetros por completarse, 106 kilómetros en el tramo español y 120 kilómetros en el francés, y hace unas semanas Ribera aseguró que "podría estar finalizada la parte española en unos 8 o 9 meses".
En 2019, cuando se desechó el proyecto, se calculó que la inversión del proyecto era de unos 442 millones de euros, de los que 290 millones serían aportados por Teréga y los restantes 152 millones por Enagás.
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