Hogares y empresas apenas han dejado de consumir carburantes y electricidad. Es la principal conclusión del informe del Banco de España "Análisis Preliminar de la Sensibilidad del Consumo de Energía en España al Aumento de su Precio". Según sus cálculos, las elasticidades en la demanda influidas por los cambios en el precio han sido de menor cuantía de lo esperado.
En el caso de la gasolina y el gasóleo, el informe destaca "el extraordinario crecimiento que han experimentado desde principios de 2021", y especialmente en los primeros seis meses del año.
Y a pesar de este marcado encarecimiento, "el consumo de estos productos en los últimos trimestres no solo no ha descendido, sino que se ha incrementado, en particular en el caso de las gasolinas". Lo que significa que los hogares han seguido consumiendo pese a una subida del 30,9% respecto al mismo semestre de 2019.
El Banco de España ha tomado como referencia los precios de 2019 porque en 2020 y 2021 estaban alterados como consecuencia del confinamiento y el 'parón' de la actividad comercial y social que hizo caer el consumo de manera artificial.
Sin efecto en la electricidad
Otro tanto pasa con el consumo de luz. Según BdE, apenas ha descendido un 3,7% respecto al mismo semestre de 2019.
"En el caso de la electricidad, las dinámicas de su precio y consumo desde el año pasado también apuntan a una menor sensibilidad precio de su demanda que la estimada históricamente".
"Así, mientras que el precio medio de la electricidad para empresas y hogares —aproximado a partir de datos de la Agencia Tributaria— ha aumentado muy sensiblemente desde principios de 2021, aun teniendo en cuenta las distintas medidas desplegadas por las autoridades, el consumo de electricidad apenas se ha reducido".
Pero lo justifica con algunas posibles causas. Entre ellos, "quizás, la expectativa por parte de los agentes —hogares y empresas— de que los cambios observados en los precios serían temporales".
También, "el hecho de que haya habido algunas medidas compensatorias por el lado de las rentas para los colectivos más vulnerables, o la disponibilidad de una importante bolsa de ahorro acumulada durante la fase de mayor incidencia de la pandemia".
En el caso de la electricidad, también podrían haber ayudado a mantener los niveles de consumo una mayor optimización del gasto en función de la tarificación horaria o la mayor demanda de electricidad en el hogar como consecuencia del aumento del teletrabajo".
Elasticidad a más largo plazo
Según los análisis, el nivel de consumo de determinados productos o servicios varía en función de sus precios. Es lo que se conoce como elasticidad. Cuanto más elástico es un producto, más expuesto está a los cambios en el precio.
En el caso de las gasolinas y gasóleos, y según el aumento de precios (un 30,9% para las primeras y un 33,5% para los segundos), debería haberse producido una caída del 18% en el consumo, porque la elasticidad a corto plazo es entre un -0,20 y un -0,25. Sin embargo, ha llegado a subir el consumo un 6,7% en las gasolinas, y bajado un 6,5% en gasóleos.
Otro tanto ocurre con la electricidad. Mientras que su elasticidad a corto plazo es del 0,20% (entre 12 y 24 meses sube a 0,70), la caída del consumo ha sido solo del 3,7%.