Se disparan las especulaciones sobre posibles sabotajes tras las fugas submarinas de gas que se han producido en los dos gasoductos paralelos, Nord Stream 1 y 2, a la altura de la isla danesa de Bornholm, en el Báltico. Lo único cierto es que primero Suecia detectó dos explosiones que formaron boquetes en el acero y alfombras de burbujas con diámetros desde 200 metros hasta un kilómetro.
"Esto no es una fisura, es un agujero realmente grande", ha asegurado el director de la Agencia Danesa de Energía al medio danés Berlingske.
"Es difícil imaginar que se trata de coincidencias", ha dicho por su parte Mette Frederiksen, primera ministra de Dinamarca. "No podemos descartar el sabotaje".
Por su parte, Rusia también se ha mostrado muy alarmado por los daños de las tuberías y no ha descartado "ninguna versión" sobre las causas. Asegura que "es muy preocupante porque es un problema que afecta la seguridad energética de todo el continente".
Y las consecuencias no se han hecho esperar: el precio de referencia del gas europeo, el índice holandés TTF, ha subido más de un 15% en solo unas horas. Tras cuatro días de caídas, los futuros pasaron de los 183 euros/MWh a superar los 210 euros/MWh.
Consecuencias de las fugas
El sector gasista coincide en certificar el fin del suministro a través de cualquiera de los dos gasoductos este invierno. Es la señal más clara hasta el momento de que Europa tendrá que sobrevivir este invierno sin gas ruso, o al menos en mínimos con los gasoductos que pasan por Ucrania y Polonia. También marca una gran escalada en el conflicto entre Moscú y los aliados de Ucrania.
Agata Loskot-Strachot, coordinadora sénior del grupo de investigación del centro de estudios polaco OSW sobre mercados y políticas de gas de Europa, se pregunta en redes sociales cómo es posible que se pudieran perpetrar las roturas sin que lo detectaran los sistemas de monitoreo avanzado instalados en ambos gasoductos.
Y aunque señala que las implicaciones políticas aún son desconocidas, está segura de que "los daños graves permiten a Gazprom invocar fuerza mayor y limitar la compensación por incumplimiento de los contratos de suministro a las empresas europeas que hayan comprado su producto".
Loskot-Strachot también indica que "empeora la situación del mercado del gas en Europa y elevará sus precios. A la par hará que sea más difícil para la UE imponer sanciones a los suministros de gas de Rusia".
Sin embargo, por otro lado, "limita la posibilidad de que Rusia ofrezca la opción de reanudar o aumentar el suministro de gas a través del NS1 como recompensa a aquellos en la UE que rebajen las sanciones o su apoyo militar a Ucrania".
La experta también apunta a que "desmantela de forma permanente los lazos de gas físico de Alemania con Rusia, aumentando (al menos a corto y medio plazo) la importancia relativa de los gasoductos ucranianos".
Por último, Loskot-Strachot resalta que "aumenta los riesgos de seguridad y protección en el mar Báltico y los relacionados con los flujos de gas por gasoductos".
Debido a la importancia estratégica de los gasoductos, "la escala de las tensiones y todas las emociones relacionadas, además de la cantidad de actores estatales involucrados, los incidentes pueden, sin darse cuenta o intencionalmente, usarse para intensificar la guerra en Ucrania y/o la crisis en la UE-Rusia", concluye.
Más de 1.224 km de acero
Cada línea del gasoducto consta de unas 100.000 tuberías de acero recubiertas de hormigón de 24 toneladas colocadas en el lecho marino. Las tuberías tienen un diámetro interno de 1,15 metros que se extienden a lo largo de 1.224 km, desde Vyborg (Rusia), hasta el punto de salida en Lubmin (Alemania). Se encuentran a una profundidad de entre 80-110 metros.
Cada una de las infraestructuras tiene una capacidad nominal anual de 27.500 millones de metros cúbicos (bcm).
Nord Stream ha sido hasta ahora la ruta de suministro de gas más grande a Europa, pero ha estado inactiva desde finales de agosto por un supuesto equipo defectuoso en una estación compresora en Rusia. Pero, incluso antes de que se detuviera el gasoducto, Moscú había reducido su capacidad a solo un 20%. En aquella ocasión, culpaba a la devolución tardía de los equipos retenidos en Canadá debido a las sanciones.
El gasoducto es propiedad mayoritaria de Gazprom, con una participación del 51%, y el resto está en manos de cuatro socios occidentales. Las alemanas PEGI/E.ON y Wintershall Dea, con un 15,5% cada uno, y la francesa Engie y la holandesa Gasunie, con un 9% cada uno.
EEUU apoyará más a la UE
Después de conocerse el supuesto sabotaje, un alto funcionario de la Casa Blanca ya ha dicho que EEUU está "listo" para ayudar a los aliados europeos.
"No voy a especular sobre la causa, y sé que nuestros socios europeos están investigando. Estamos listos para brindar apoyo a sus esfuerzos", dijo el funcionario a la agencia de noticias AFP.
"Esto simplemente demuestra la importancia de nuestros esfuerzos para trabajar juntos para obtener suministros de gas alternativos para Europa y apoyar los esfuerzos para reducir el consumo de gas y acelerar la verdadera independencia energética al pasar a una economía de energía limpia".