A través de fisuras en las capas rocosas, el agua caliente y los vapores generados por fuentes de calor ascienden hacia la superficie. En esta etapa, son capturados por pozos geotérmicos. El vapor liberado por estos pozos es dirigido a través de tuberías llamadas vaporductos para alimentar una turbina, donde la energía se convierte en movimiento mecánico de rotación.
El eje de la turbina está vinculado al rotor de un alternador que, al girar, convierte la energía mecánica en electricidad alterna. Esta electricidad es transmitida al transformador, que eleva el voltaje a 132.000 voltios antes de ser canalizada a la red de distribución.
El vapor saliente de la turbina se condensa en un condensador, mientras que los gases no condensables, después de recibir tratamientos específicos, se dispersan en la atmósfera.
Una torre de enfriamiento se encarga de reducir la temperatura del agua producida por la condensación del vapor. En este punto, el agua fría se utiliza para enfriar el vapor en el condensador o se reinyecta en las rocas profundas a través de pozos de reinyección, dando inicio a un nuevo ciclo de generación de energía renovable.