¿Estás pensando en comprarte una casa? ¿No tienes claro por dónde empezar? Pues pon los pies en la tierra y mide tus fuerzas económicas. Ajusta el presupuesto con el que cuentas, sin olvidarte del dinero que la familia te puede prestar.
Recuerda que, desde la entrada en vigor de la nueva ley hipotecaria, el banco es quien asume los gastos financieros (notaría, gestoría, impuesto), excepto el de la tasadora, que corre por tu cuenta. No obstante, tendrás que tener ahorrado el 20% para pagar lo que no cubre la entidad financiera. Normalmente, los préstamos hipotecarios solo alcanzan el 80% del valor de tasación.
A partir de aquí calcula el número de habitaciones que necesitas, según los miembros de tu familia o la que quieras formar en el futuro y/o tu estilo de vida.
Con estos dos puntos claros, dedica tiempo a los buscadores de inmuebles de internet, para ir filtrando viviendas. Es importante que, a la hora de establecer filtros, limites el precio máximo y mínimo. En el mapa resultante, verás zonas calientes, donde existen más posibilidades según tus características.
Elige la zona que más te interesa pensando en los accesos (carreteras, transporte público), equipamiento (colegios, parques, centros comerciales) y tus preferencias personales.
Visita las inmobiliarias locales y estudia la evolución de precio del área seleccionada. Si los valores están estancados o con tendencia de bajada, hay margen para buscar con tranquilidad. Sin embargo, si los precios están al alza, en cuanto salga la oportunidad que estás buscando, aprovéchala.