Los altos niveles de contaminación y la escasez de combustibles fósiles parecen augurar un futuro incierto para los coches de gasolina y diésel. De hecho, varios países europeos se están planteando prohibir la venta de este tipo de vehículos en los próximos años.
Ante estas circunstancias, los coches eléctricos se sitúan como la alternativa más viable para ocupar las calles de las ciudades. Para ello, los fabricantes están intentando mejorar aún más sus cualidades, centrándose en dotarlos de baterías más duraderas para garantizar una mayor autonomía, así como en minimizar los tiempos de carga y reducir los precios de venta de los vehículos.
La comunidad científica también trata de encontrar nuevas fórmulas para conseguir optimizar estos automóviles sostenibles. Un ejemplo de ello es el equipo de investigación FQM-175 de la Universidad de Córdoba (UCO), que lleva años desarrollando baterías basadas en litio y azufre. En su búsqueda de nuevos materiales que potencien sus capacidades, el equipo ha probado con sustancias como pipas o huesos de aguacate, hasta que, finalmente, ha encontrado una que funciona de forma sorprendente: las cáscaras de almendra.
Baterías más duraderas, rápidas y seguras
Los investigadores han conseguido, gracias a un proceso de activación y pirolisis, usar las cáscaras de almendra como materia prima para elaborar carbón activo microporoso de gran rendimiento para baterías de azufre. Una de las ventajas es la facilidad del proceso: en primer lugar, se muelen las cáscaras en un molino de bolas; posteriormente, se quema el polvo que se obtiene hasta recabar el carbón poroso que se añade a las baterías.
En las pruebas, han podido hacer cargas de una hora de duración, y estiman que con cáscaras de almendra pueden conseguir baterías con un 60% más de autonomía que las que se usan actualmente en coches eléctricos. Aun así, esperan optimizar el tiempo de carga todavía más, llegando a lograr cargas completas en unos 10-15 minutos.
Revolucionar la industria
La idea de utilizar cáscaras de almendras nace de la búsqueda de materiales naturales y sostenibles con el entorno productivo. En palabras de Almudena Benítez, investigadora principal del estudio: “Estamos valorizando un residuo que se genera de manera muy abundante en España y especialmente en la provincia de Córdoba, dándole un valor añadido hacia una explotación en sectores de alta tecnología”.
Además de la sostenibilidad y el alto rendimiento, otro de los objetivos es aumentar la seguridad de las baterías, haciendo menos probable que estas estallen o se hinchen. Para ello, los investigadores también están experimentando con la utilización de materiales como grafeno tridimensional o electrolitos no inflamables.
Este descubrimiento puede suponer una revolución en la industria automovilística, pues reafirma la posibilidad de usar residuos de biomasa como las cáscaras de almendra a modo de fuente de materiales para el almacenamiento de energía. Todo ello, mejorando los kilómetros que se pueden recorrer después de la carga y disminuyendo el tiempo de la misma. Se une así a otros proyectos en la búsqueda de materiales alternativos para conseguir baterías sostenibles más duraderas.
La salud del planeta y de las personas está en juego. Avances tecnológicos como este sirven para dar un paso adelante en la lucha contra la contaminación y el cambio climático. Un mundo más sostenible está en camino.
* Este post fue publicado originalmente en Blogthinkbig.com