Más datos, más velocidad o más contenido a cambio de una subida de precio o de pasarse a una nueva tarifa algo más cara que la que tiene contratada el cliente. Esa es la política que han aplicado en los últimos años las grandes operadoras de telecomunicaciones españolas a la hora de actualizar su cartera de servicios.
Esto es lo que en el sector se denomina habitualmente "Más por más", una práctica con la que las operadoras españolas pretenden responder a las demandas que detectan en sus clientes. Pero también una política que la alta competencia y el elevado nivel de promociones hacen que cada vez sea más complicada de aplicar.
A lo largo de este año hemos visto como los cuatro principales operadores, Telefónica, Orange, Vodafone y Yoigo han lanzado nuevos paquetes más caros pero más completos o han comunicado por carta a sus clientes la subida de algunas tarifas a cambio, casi siempre, de mejoras en las condiciones.
La última, la anunciada por Movistar esta misma semana para un conjunto de tarifas antiguas, descatalogadas desde que lanzara en abril su nueva cartera de Fusión. Pero el pasado verano Orange y Vodafone y a principios de año Yoigo realizaron movimientos similares.
Desde el sector lamentan la excesiva atención que reciben estos cambios y que ocultan una realidad: el mercado de las telecomunicaciones en España es "claramente deflacionario" desde hace años.
Fuentes cercanas a las operadoras comparan esta situación con lo que ocurre con otros sectores que también son considerados utilities, como la energía o el agua. En estos casos, los precios también suben, pero estos incrementos no se cuestionan tanto cuando tampoco llevan una mejora del servicio ofrecido como ocurre en las telecomunicaciones.
En este sentido, fuentes del sector creen que éste tiene un "problema de posicionamiento", ya que se trata de una actividad "tractora y básica" para toda la economía. "Si no hay conectividad, no hay nada. Y no hemos sido capaces de hacerlo ver", inciden.
Un sector deflacionario
El carácter "claramente deflacionario" registrado por el sector en los últimos años se ve reflejado en el Índice de Precios al Consumo (IPC). Así, desde 2012, el índice general aumentó un 3% y el de las comunicaciones ha caído un 6%. Pero si nos retrotraemos a 2001, el IPC ha subido un 40% y las comunicaciones han caído un 22%.
En esta línea, Eurostat señala que en 2020 los precios de las comunicaciones disminuyeron un 4,1% en España, lo que representó un cambio de tendencia respecto de 2019, cuando estos aumentaron un 0,8%. Esta caída es además 3,5 puntos porcentuales mayor a la media europea.
A todo esto también se suman los datos del Panel de Hogares de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), que reflejan que el gasto de los hogares asociados al paquete cuádruple (telefonía móvil y fija y banda ancha móvil y fija) disminuyó un 3,2% durante 2020 y el del paquete quíntuple (incluida la televisión) bajó un 3,6%.
"Es decir, los servicios que ofrecemos a los clientes han mejorado significativamente y al mismo tiempo, los precios han bajado también significativamente", remarcan las fuentes.
Incluso apuntan que en 1997 una familia de cuatro miembros podía pagar facturas sólo de teléfono fijo de más de 20.000 pesetas, mientras que hoy en día por 120 euros se pueden conseguir llamadas ilimitadas en fijo, fibra y datos móviles ilimitados en varias líneas móviles o televisión de pago.
"Si nos fijamos en un producto tipo, por ejemplo, un paquete básico de una línea fija, acceso a Internet mediante fibra, TV de pago y dos líneas móviles, su precio era de 169 euros en 2007; de 102 euros en 2012, y hoy se puede contratar por 55 euros al mes", remarcan.
Impacto en el negocio
Este entorno deflacionario ha tenido ya su impacto en la situación del sector, que las fuentes califican de "dramática". Así, destacan que en los últimos años los ingresos por servicios de sector han caído un 35% y se han destruido alrededor de 20.000 empleos.
Y todo ello teniendo en cuenta que el mercado no ha dejado de crecer en clientes y servicios en este tiempo y los operadores han tenido que acometer importantes inversiones para actualizar y modernizar sus redes, tanto fijas como móviles.
Un motivo detrás de esa deflación reside en la "hipercompetencia" que existe en el mercado español de las telecomunicaciones, marcado por operadores móviles virtuales que tienen ofertas agresivas en servicios convergentes y un elevado nivel de promociones para captar clientes de la competencia o mantenerlos.
Las compañías suelen mencionar este deterioro del mercado como una de las causas que les han llevado a reducir sus ingresos trimestre a trimestre y los directivos de las principales operadoras han manifestado en sus últimas comparecencias su descontento con el actual escenario comercial.
En este, en su último encuentro con analistas en noviembre, el consejero delegado de Telefónica, Ángel Vilá, destacó la alta competencia del bajo coste en España y señaló que no habían sido capaces de promover "iniciativas de más por más" en España para compensar el repunte de la inflación.
"El actual contexto de mercado, con una enorme presión e intensidad competitiva en precios, y deriva hacia el bajo valor, sumado a un escenario hiperinflacionista, hace necesario buscar medidas que favorezcan la sostenibilidad del sector para que las inversiones en despliegue de infraestructuras de red 5G no se vean penalizadas", señalan algunas fuentes.
Por ello, otras fuentes instan a avanzar a en diferentes aspectos que permitan dar mayor racionalidad al sector: recuperar su posicionamiento como sector clave para la economía española, políticas más racionales de precios, reducir la fiscalidad, favorecer al consolidación y mirar a largo plazo "para que todo esto sea más sostenible en términos de inversión".
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