La escasez de microchips ha sido uno de los principales retos a los que se han tenido que enfrentar numerosas industrias como consecuencia de la pandemia de la Covid-19. Un problema que ha tenido un coste económico importante tanto para los propios fabricantes de semiconductores como para sus clientes: 500.000 millones de dólares (480.200 millones de euros) en los últimos dos años, según Deloitte.
La firma de servicios profesionales acaba de publicar su informe 'Perspectiva de la industria de los semiconductores 2022' en el que señala que aunque este año todavía persistirán los problemas en el sector, la situación comenzará a recuperarse en la segunda mitad del ejercicio y los fabricantes cerrarán el año con cifras positivas de ventas.
Deloitte detalla que el desequilibrio entre la oferta y la demanda ha provocado retrasos que han afectado tanto a los sectores que más chips emplean históricamente, como los fabricantes de smartphones o los centros de datos, como a otros que hasta ahora no tenían tanta dependencia de los mismos, como el de la automoción o los electrodomésticos de consumo.
Según los cálculos de la firma, la escasez de chips registrada en los últimos dos años ha provocado que tanto los fabricantes como sus clientes dejaran de ingresar unos 500.000 millones de dólares (480.200 millones de euros). El sector más afectado ha sido de la automoción, ya que la falta de microchips ha tenido un impacto en su facturación de más de 210.000 millones de dólares (201.600 millones de euros) solo en 2021.
"En múltiples industrias finales, la falta de un único chip crítico, que a menudo cuesta menos de un dólar, puede impedir que salga a la venta un dispositivo que cueste decenas de miles de dólares", remarca Deloitte, que destaca que los semiconductores se han vuelto un sector "verdaderamente esencial" para la economía.
Un mejor escenario
Sin embargo, tras estos dos años, la industria de los chips está empezando a ver la luz. El informe de Deloitte prevé que la escasez de semiconductores y los problemas en las cadenas de suministro comiencen a disminuir "con suerte" en la segunda mitad de 2022.
No obstante, añade que, pese a esta mejoría, los plazos de entrega más largos de lo habitual se mantendrán previsiblemente todavía el próximo año para algunos componentes. "Posiblemente hasta bien entrado 2023", apostilla la consultora.
"El año no será una repetición idéntica de 2021. Por el contrario, esperamos que la gravedad y la duración de la escasez de chips y sus ramificaciones económicas sean menos pronunciadas debido al aumento de la capacidad, pero también a las mejoras en la cadena de suministro que realizan los fabricantes, los distribuidores y los clientes finales", explica.
En este contexto, el informe prevé que la industria global de los semiconductores facture por primera vez en la historia más de 600.000 millones de dólares (575.000 millones de euros) en 2022 tras registrar un incremento de más del 10% respecto a 2021.
Unas previsiones similares a las que hacen la grandes consultoras del sector tecnológico IDC y Gartner, ya que sus últimas estimaciones prevén que los ingresos del sector crezcan alrededor de un 13.5%.
Hace unos días, la Asociación de la Industria de los Semiconductores (SIA) comunicó que en el pasado mes de abril las ventas globales de chips alcanzaron los 50.900 millones de dólares (48.820 millones de euros), un 21,1% más que en el mismo mes de 2021 y un 0,7% más que en marzo de 2022.
Escasez de talento
Otro problema al que se enfrentará la industria de los semiconductores, según Deloitte, es la escasez de otro componente fundamental para su fabricación: el talento. Y es que la falta de personal cualificado será más relevante como consecuencia de la decisión de las compañías de instalar nuevas fábricas fuera de Taiwán, China y Corea del Sur, países que hoy en día concentran la gran mayoría de la producción.
A este respecto, Deloitte advierte de que la mayor demanda de habilidades y conocimientos en materia de software que se requieren para programar e integrar los chips en aquellos mercados en los que su uso está creciendo de forma acelerada "exacerbará aún más" esta escasez de talento.
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En este sentido, el informe apunta que aunque las empresas pusieran en marcha en 2021 planes para aumentar su capacidad de producción, en el mejor de los casos estas no estarán operativas hasta 2023. Por suerte, algunos de estos proyectos ya estaban en marcha antes de los problemas surgidos en 2020 por la Covid.
Asimismo, la firma de servicios profesionales apunta que todo esto coincidirá con el proceso de transformación digital de la propia industria de los semiconductores, que se prevé que se acelere en los próximos años. La firma estima que casi tres de cada cinco empresas de chips ya han comenzado este viaje. Pese a ello, más de la mitad están modificando este proceso a medida que avanzan para dar respuesta a diversas presiones.