Gastey (BT) avisa del impacto de las tensiones políticas en las empresas: "Operar globalmente es cada vez más complicado"
- El responsable de BT en nuestro país defiende el papel de la legislación: "Nosotros estamos en España desde hace 35 años por la regulación"
- Más información: BT prevé crecer en España gracias a sus servicios para multinacionales y descarta volver a tener negocio local
BT celebra estos días su 35 aniversario en España. El grupo británico de telecomunicaciones desembarcó en 1989 en nuestro país para instalar las salas de mercado de los grandes bancos. Posteriormente entró en el negocio de los datos y la telefonía móvil (fue uno de los socios fundadores de Airtel) cuando se liberalizaron ambos mercados. Y ahora su foco está en la prestación de servicios globales a multinacionales.
José Luis Gastey, director de la división Global Manufacturing de BT y responsable de la compañía en España y Portugal, aborda en una entrevista a EL ESPAÑOL-Invertia el reto que supone para las grandes empresas internacionales operar en un mundo marcado por unas crecientes tensiones geopolíticas y los desastres naturales. "Los responsables tecnológicos dedican más tiempo al análisis de los riesgos geopolíticos y naturales que a la pura tecnología", incide.
El directivo destaca también el importante papel que desempeña la regulación en el ámbito tecnológico, donde una buena estrategia en torno a lo datos es casi más importante que la apuesta por la inteligencia artificial (IA). Además, incide en que gracias a la regulación BT pudo desembarcar hace 35 años a España, un país que, asegura, está "irreconocible" debido a su apuesta por la tecnología.
Habéis lanzado hace poco la red Global Fabric en España. ¿Cómo ha sido este lanzamiento?
La red Global Fabric parte de la situación en la que estamos de explosión de los datos. Los datos ya no están donde estaban, se mueven de una forma diferente y están continuamente siendo atacados. Y ante eso teníamos que reaccionar de alguna manera.
Cuando nos planteamos hacer la siguiente generación de red para servir a nuestros clientes, que son multinacionales globales, nos dimos cuenta de que no podíamos iterar otra vez. Teníamos que empezar desde cero. Y por eso, por primera vez desde que creamos el negocio global montamos una red nueva. Es un momento muy emocionante para nosotros.
¿Qué beneficios aporta esta red?
Lo primero es que partimos de una dificultad y es que las telecos siempre tenemos un talón de Aquiles: el legacy. Somos muy antiguas. BT tiene 168 años, Telefónica 100 y por tanto acumulamos cosas que nos dan una solvencia y una fiabilidad muy grande, pero nos hacen lentos. En el mundo de TI ahora todo es virtualizado, todo es programable y todo es muy rápido. Y las telecomunicaciones no lo eran.
Lo que nos permite una red nueva es, primero, no tener legacy y que esta red sea programable, una network as a service. Y que sea programable hace que podamos llegar a los desarrolladores y que alguien pueda, por ejemplo, mover los datos que tenía en sus servicios de cloud en Irlanda a España. Esa es la gran oportunidad, empezar desde cero para un mundo que ha cambiado totalmente.
BT cambió mucho en 2019 en España. ¿En qué punto se encuentra la compañía actualmente?
Las decisiones que tomamos hace cinco o seis años partían de habernos dado cuenta de que no se puede ser todo en todas partes. Y nosotros habíamos crecido mucho en distintos países (España, Alemania, Estados Unidos, Francia, Italia...), pero a veces de forma distinta, siendo oportunistas, adaptándonos a los mercados.
En España fuimos especialmente exitosos. Teníamos un 20% de las comunicaciones de datos entre empresas, pero eso lo hacíamos con una red propia e implicaba una inversión muy grande. Y claro, en todos los países no se puede hacer esa inversión.
Eso nos ha hecho una compañía seguramente más pequeña, pero con mucho más foco y con más valor para el segmento al que nos dirigimos.
Teníamos que elegir y lo que elegimos fue concentrarnos en multinacionales con necesidades muy complejas, muy globales, de comunicación, ciberseguridad, colaboración... Por eso en cada país elegimos los activos estratégicos y en los que no lo eran hicimos cambios. Eso nos ha hecho una compañía seguramente más pequeña, pero con mucho más foco y con más valor para el segmento al que nos dirigimos.
Se ha publicado en prensa que BT podría desprenderse del negocio global. ¿Cuál es el futuro de BT en España?
No comentamos especulaciones o rumores, pero es cierto que el pasado mayo después de la llegada de nuestra group CEO Allison Kirkby anunciamos que poníamos en reconsideración cuál era el papel de un operador global y que exploraríamos opciones. Y es lo que estamos haciendo.
Es un mercado muy fragmentado, en el que la escala es importante, como han demostrado los hiperescaladores. También son necesarias hiperredes y para satisfacer la demanda de nuestros clientes tenemos que tener escala. De ahí parte esa inquietud por consolidar y poder ofrecer algo que tenga una presencia global muy importante.
Independientemente de dónde esté BT España ¿Qué oportunidades veis en el país?
Siempre decimos que somos BT en España. Hace una década habríamos dicho que éramos BT España. Nosotros estamos detrás de nuestros clientes, que son grandes multinacionales españolas y extranjeras presentes en España. Y ese compromiso va a estar ahí siempre. La intención es tener el volumen para poder servirles mejor. Pero nuestro compromiso con España es total y vamos a estar aquí.
¿Es España un buen país para invertir?
En estos 35 años nosotros hemos visto una España que no estaba en la Comunidad Europea, donde mover datos era algo que sólo podía hacer una compañía. Vimos la liberalización del mercado de las telecomunicaciones y contribuimos a ella desde el principio, primero en los datos, después en la creación del primer operador móvil alternativo Airtel.
Y eso ha contribuido, estamos convencidos, a una España con empresas más competitivas. La competencia ha permitido que las empresas españolas entraran en el e-commerce, se internacionalizaran de una forma más fácil y abrieran su camino en Europa, en Latinoamérica, en el mundo. Creemos que eso también hizo al incumbente y a las otras empresas mejores. La competencia siempre hace todos mejores y ahora España es irreconocible.
Yo he estado en dos fases mucho tiempo en Inglaterra y en Suiza viviendo y cada vez que he vuelto he visto una España distinta. Ahora mismo España es un motor de Europa. Es el país que más crece, tecnológicamente es un destino muy respetado y está atrayendo muchísimo talento y muchísima inversión.
¿Qué papel desempeñan las telecomunicaciones en escenarios de desastre natural como la DANA de Valencia?
Primero lamentar los efectos devastadores de la DANA en el Mediterráneo. Nos hace recordar lo básicas y lo importantes que son las infraestructuras. Las infraestructuras críticas de un país, aparte de las carreteras, son las redes energéticas y las redes de telecomunicación. En cuanto dejan de estar disponibles, nos damos cuenta de lo claves que son, desde para informar a los ciudadanos hasta para poder en marcha cualquier medida de reacción.
¿Cómo pueden ayudar los datos a las administraciones y a las empresas?
Aquí ha habido un cambio cultural. Ahora todo el mundo reconoce la importancia del dato. Más que hablar de inteligencia artificial, que es el futuro, ahora mismo todos nos estamos preparando para utilizar bien los datos. Hay empresas que ya están valoradas en bolsa más por la información que tienen que por su facturación. Ese tesoro hay que cuidarlo.
Hay empresas que ya están valoradas en bolsa más por la información que tienen que por su facturación.
Estamos en un momento en el que el énfasis está en la obtención de nueva información mucho más cercana a la producción. El incremento tanto de gasto como de énfasis en el dato está preparando el intento de obtener más productividad con él. La inteligencia artificial sólo está llegando.
La IA generativa es la tecnología de moda en estos momentos. ¿Estamos ante una nueva burbuja tecnológica o ante una verdadera revolución?
Yo creo que estamos al principio de la explosión del dato, que vamos a ver muchísima más recopilación de datos, su análisis de una forma cada vez más inteligente. Y eso en todas las industrias. Tengo la suerte de hablar con directores de tecnología en el sector de salud, el aeroespacial, el de la alimentación... y todos ellos ven que pueden mejorar su propósito para la sociedad con la explotación de los datos. Por tanto, no van a estar equivocados.
De todas las revoluciones tecnológicas hemos aprendido que son más lentas siempre de lo que se esperaba. Pasó con el telégrafo, con el teléfono, con el módem, con Internet. Todo ha sido más largo que la promesa inicial y por tanto creo que las empresas aciertan preparando primero el dato para después explotarlo. No hay una urgencia ahora de tenerlo todo en inteligencia artificial. La urgencia es tener una estratega de consolidación de la información que una empresa puede tener y que va a ser un activo fundamental en su futuro.
Por tanto, yo creo que no es un tema de hype. Siempre va a haber hype alrededor de la tecnología, pero sí que hay algo de fondo muy cierto en este caso.
¿Y las telecomunicaciones como estáis usando la IA en vuestro propio negocio?
Como infraestructura crítica que debe estar siempre disponible, la IA nos ayuda en el mantenimiento predictivo, a que no se produzcan incidencias. Después las operadoras tenemos millones de clientes y debemos entender muy bien sus necesidades. Ahí nos ayuda también. Y a predecir el tráfico. Aunque parezca mentira, un 10% de aumento de tráfico en una red nacional es un evento importante que puede causar cargas de trabajo a veces inasumibles.
Después nos ayuda mucho en la ciberseguridad, donde tenemos millones de eventos cada día y ser capaz de discriminar lo que es importante de lo no es algo que no se puede hacer sin contribución de las máquinas.
Europa ha sido pionera en regular la inteligencia artificial ¿Qué impacto cree que puede tener esta normativa?
Se dice mucho eso de que Europa regula, América innova. Yo tengo una visión diferente. Nosotros estamos en España desde hace 35 años por la regulación. Gracias a ello empezamos a contribuir a que las empresas pudieran digitalizarse. Laa regulación, tener un marco estable y positivo, es fundamental y nos hace mejores a todos.
No le vas a pedir a los reguladores que innoven y no le vas a pedir a las universidades o a las empresas que regulen. Cada uno tiene su papel y todos tienen que ser efectivos.
Europa regulando la inteligencia artificial ha dado un paso muy importante. Después evidentemente viene la inversión, crear empresas y conseguir ese liderazgo. Eso es un tema distinto. No entiendo muy bien a veces ese énfasis de o regulación o innovación. No le vas a pedir a los reguladores que innoven y no le vas a pedir a las universidades o a las empresas que regulen. Cada uno tiene su papel y todos tienen que ser efectivos.
¿Es un problema en Europa el que tengamos operadoras demasiado pequeñas para competir contra asiáticas o estadounidenses?
La escala en el mundo del dato es fundamental. Lo hemos visto especialmente con la aparición de los hiperescaladores: hay muy pocos y cada vez con una capilaridad más grande. Empezaron teniendo landings zones regionales y ahora cada uno de ellos ha anunciado entre 40 y 60 data centers a nivel mundial.
Igual que ese corazón está muy bien estructurado y está centralizado en unas cuantas compañías. Las arterias, la comunicación segura entre ellas, debería tener una escala parecida y esa escala no existe actualmente. Hay mucha fragmentación a escala global. La consolidación es necesaria. Es importante que este debate suceda en Europa. Es cierto que las razones históricas han hecho que las operadoras sigan siendo muy nacionales.
¿Es Europa más consumidor de tecnología generada en Estados Unidos o Asia que un fabricante?
Cuando hablo con responsables de tecnología de grandes empresas globales, si tenemos media hora casi todo el tiempo hablamos de geopolítica, del dato y de seguridad. Son los tres temas que copan todas las conversaciones. Y la geopolítica se suele llevar la mayoría de la reunión.
Empezamos con la pandemia, con conseguir que la gente trabajara desde casa. Después llegó la rotura de la cadena de suministro. Llegó la hiperinflación, el great resign en Estados Unidos con la gente replanteándose sus trabajos, la regionalización versus la globalidad, la creación de más barreras de comercio internacional...
El entorno se ha vuelto mucho más complejo. Si conseguimos hablar de tecnología, la explotación del dato es un poco más compleja y lo más importante para las empresas es la ciberseguridad. En los últimos dos años hemos visto más casos de brechas muy importantes.
Obviamente en ese entorno Europa está intentando tener una soberanía, una independencia, y existe mucha inversión para dotarnos de una autonomía estratégica. Reino Unido está haciendo algo muy parecido y todas las regiones.
Eso nos lleva a un mundo al final más complejo que a nosotros nos está haciendo mucho más relevantes. Uno de los puntos diferenciales de nuestra red es ponerle puertas a Internet, ser capaces de asegurar que los datos no van a dejar una determinada geografía, no van a pasar por una zona insegura o donde haya un conflicto. Internet funciona de forma diferente. La información se abre paso de una forma un poco anárquica. Eso se ha acabado. Ahora queremos certezas.
¿Cómo garantizamos que se puedan cumplir los objetivos de sostenibilidad en un contexto en el que la explosión de los datos aumenta las necesidades energéticas?
Una tecnología que avanza siempre pone una presión sobre todas las demás. Y ahora estamos viendo como el avance de inteligencia artificial pone presión en las redes energéticas. De ese debate, que es muy interesante, tendrán que salir soluciones nuevas.
El tema energético está presente en todos los foros. Lo estamos viendo con anuncios de energía nuclear, lo estamos viendo con la contribución de las energéticas para que haya energía disponible. Sus redes tienen que ser muy resilientes para satisfacer esa demanda. Y el debate sólo está empezando.
Volviendo al tema de la geopolítica y la seguridad. ¿Qué impacto tiene el enfrentamiento tecnológico entre EEUU y China?
Es otra área que demuestra que el mundo ya no es plano y que hay movimientos geopolíticos fuertes. A nosotros donde más nos afecta es en que tenemos que servir a empresas que quieren operar una forma estándar en hasta 120 países. Nuestro trabajo es que ellos puedan llevar a cabo su propósito. Y la realidad es que cada vez es más complicado, no más simple.
En los últimos años existe mayor complejidad. Las tecnologías ya no son globales. Se pueden utilizar ciertas tecnologías en ciertos sitios. Hay regulaciones con respecto a sostenibilidad que son distintas también en diferentes regiones. Lo vemos también con la inteligencia artificial.
Los responsables tecnológicos cada vez dedican más tiempo al análisis de riesgos geopolíticos y naturales que a la pura tecnología.
Por tanto, operar globalmente, que es un gran diferenciador de cualquier empresa multinacional, es complicado. Nosotros muchas veces decimos que somos una empresa más de logística que de innovación. Hacer algo que puede parecer simple a nivel tecnológico en un país, cuando intentas hacerlo en 120 países se convierte en algo muy complicado
El cliente demandará estabilidad...
La fortaleza de cualquier marca es la estabilidad de su cadena de suministro, que sus productos llegan al mercado de una forma fiable. Que lo hagan en todas partes y que lo hagan con la misma calidad. Y nosotros contribuimos a ello. Cuando todo funciona no se nos nota, pero en cuanto falla, y este último año ha habido muchos problemas con cortes de cables hacia Asia, de repente la cadena de suministro se resiente.
¿Cómo influyen acontecimientos como las recientes elecciones en EEUU?
La geopolítica influye en la confianza que tienen las multinacionales para realizar y extender sus negocios. En los últimos cinco años hemos ido claramente hacia un entorno de mayor complejidad, en el que tanto los cambios políticos como los fenómenos naturales están creando más riesgos para las empresas globales y la mitigación de esos riesgos se ha convertido en algo mucho más fundamental.
Yo lo veo en los responsables tecnológicos que cada vez, insisto, dedican más tiempo al análisis de riesgos geopolíticos y naturales que a la pura tecnología.
¿Afecta la inestabilidad política en España, como por ejemplo no tener presupuestos, a las decisiones de inversión de las empresas en nuestro país?
Como español que ha vivido mucho tiempo fuera, España ha cambiado muchísimo y está en un momento en el que a nivel global se valora su capacidad de generar empleo e innovación. A veces tendemos a ver el vaso medio vacío en España. Pero la realidad es que quién nos ha visto y quién nos ve.
Siempre hay tensión política en los países. Pero cuando te alejas un poco y ves hacia dónde hemos ido en muchísimos aspectos, estamos en un momento claramente bueno. Lo ves en el talento, en las ejecutivas y ejecutivos en España, en la diversidad, en las inversiones que se van realizando, en cómo las ciudades se van vertebrando y van apareciendo más polos de innovación como Málaga. Yo soy optimista. Ahora llevo solo tres años en España y la España que yo dejé hace casi diez no era mejor.