El sector turístico es uno de las más castigados por la pandemia del coronavirus en todo el mundo. Ahí están las aerolíneas, los hoteles, los medios de transporte, los restaurantes, los servicios de ocio y los miles de empleos asociados a esta actividad económica. Solo hay que mirar la situación en España. Muy preocupante.
Los alojamientos turísticos son otra rama del mismo árbol en riesgo de secarse. Sin embargo, lejos de lo que pudiera parecer, la plataforma Airbnb afirma que “hoy en día en el ámbito global hay más anuncios que hace un año” ante la corriente que sugería que los anfitriones están desactivando sus ofertas.
De hecho, desde Airbnb confirman a Invertia que “no ha habido cambios significativos en la oferta de anuncios de Airbnb en las 20 principales ciudades de EE UU y Canadá o en las diez principales ciudades europeas (incluidas Barcelona y Madrid)”.
La plataforma va más allá. En una encuesta reciente de la compañía, el 92% de los anfitriones en todo el mundo respondieron que planean hospedar tan a menudo como antes, o más a menudo, una vez que la pandemia haya terminado.
El director ejecutivo de Airbnb, Brian Chesky, aseguró a primeros de mayo en una entrevista en Financial Times haber observado un aumento en las reservas en países europeos como Dinamarca y Holanda. En la misma línea manifestó que también se había registrado un aumento en el número de personas que “buscan con fechas”, un indicador clave de la intención de reservar en un futuro cercano.
Estancias más largas
La falta de turismo actual y la incertidumbre en cuanto a cómo cambiará el modelo de los alojamientos turísticos cernía sobre el sector una opaca pantalla que no dejaba ver con claridad el futuro. Sin embargo, los mensajes de Airbnb arrojan un poco de luz.
Los anfitriones mantienen la confianza en este tipo de plataformas y un negocio que aporta mayor rentabilidad que el alquiler a largo plazo. Eso sí, hay que adaptarse a la nueva normalidad y entre ganar cero y menos que antes, lógicamente prefieren lo segundo.
De ahí que Airbnb haya visto en los últimos meses “un aumento en la demanda de estancias medias (más de cuatro semanas)”. “El 80 por ciento de los anfitriones de Airbnb aceptan estancias a largo plazo (más de cuatro semanas)”, cuentan fuentes oficiales de la plataforma estadounidense.
Esta percepción global la refrendó recientemente la Asociación de Apartamentos Turísticos de Barcelona (Apartur). Unas 3.900 viviendas de uso turístico (HUT) dejarán de prestar servicios al turismo de corta duración este 2020 y se convertirán al alquiler residencial, según el estudio elaborado por Apartur.
Se trata del 40,6% del 9.600 pisos turísticos censados en la Ciudad Condal. Los 5.700 HUT restantes buscarán dar respuesta al turismo que llegue a la capital catalana en los próximos meses, cuando se pueda reabrir definitivamente el mercado, señaló Apartur.
A pesar del optimismo, Airbnb no escapa a la realidad. Con el turismo hundido, el pasado 6 de mayo anunció la salida de 1.900 personas, el 25% de la plantilla. Brian Chesky explicó en una carta a los empleados que “el negocio de Airbnb se ha visto muy afectado, y se prevé que los ingresos de este año sean menos de la mitad de lo que ganamos en 2019”.
Una de las medidas que la dirección tomó para alivio de los anfitriones fue que “cuando un/a huésped cancele la reserva de un alojamiento por algún motivo relacionado con el Covid-19, para una estancia que se inicie entre el 14 de marzo y el 31 de mayo (ambos incluidos), abonaremos el 25% de lo que habitualmente obtendríais según vuestra política de cancelación”. Este detalle, que asciende a 227 millones de euros, parece que ha logrado mantener la confianza de los propietarios en la plataforma, aunque todos sigan a la espera de la vuelta del turismo.