Muchas empresas turísticas no sobrevivirán al impacto de la crisis del coronavirus, especialmente las agencias de viajes españolas, y más tras la cancelación de los viajes del Imserso. Las físicas apenas han vendido viajes y solo algunas como Destinia han conseguido sortear -de la mejor manera posible- la crisis. La compañía espera cerrar el año con una caída del 40% de las ventas con respecto a 2019. Un buen resultado dentro de lo que cabe.
No obstante, su director general, Ricardo Fernández, siente preocupación por “como quedarán las empresas el día después”, a sabiendas de que el boom del ecommerce y su internacionalización les ayudará a reflotar el negocio por delante de aquellas que solo pueden vender a pie de calle. Y en ese día después en el que la crisis económica impactará en los bolsillos de los ciudadanos, la industria de viajes lo notará. ¿Cómo? Tirando del ‘low cost’.
¿Cómo ha visto y vivido la crisis turística provocada por la Covid-19?
Marzo, abril y mayo han sido meses desastrosos para toda la industria y para el destino España, sin duda. Es cierto que en junio se empezó a animar y las perspectivas eran mejores; pero llegaron las cuarentenas y las posibilidades de viajar se pararon desde Reino Unido, Alemania…
En julio, España como destino y a nivel de industria ha estado en un 50% de ocupación y nosotros hemos tenido un 65% de ventas con respecto a julio del año anterior. Ha sido un mes muy malo, pero relativamente bueno con la previsión de marzo. Agosto ha sido mejor gracias al turismo nacional. A nivel industria me atrevería a decir que estuvimos en un 60%, mientras que Destinia alcanzó un 75% de las ventas comparado con agosto de 2019 (es decir, tuvieron una caída del 25%).
¿Qué se puede esperar ahora?
Septiembre empezó relativamente bien, y luego se ha notado mucho que la gente en España ha empezado a tener más miedo por los confinamientos. En España las ventas han sido peores. Estamos en torno al 60% a nivel de ventas globales gracias a los mercados internacionales.
Era fundamental mantener los ERTE, los ICO, pero también lo era estimular la demanda interna y el consumo
En general, el año ha sido muy malo, pero para lo malo que se preveía en marzo, julio y agosto han permitido algo de aire. Octubre se preveía que podía ser bueno, sobre todo pensando en escapadas, Canarias, el Imserso… Y al final se va a quedar en un mes en el que no sabemos qué vamos a hacer. Los corredores internacionales no existen todavía, a nivel nacional no está claro que se va a poder hacer y la suspensión del Imserso es un mazazo porque hay mucho destino vacacional que dependía de las 900.000 plazas que ofertaba.
En cuanto al Imserso, ¿cómo ve la idea de redirigir el programa a otros colectivos?
Era fundamental mantener los ERTE, los ICO, pero también lo era estimular la demanda interna y el consumo como ha hecho Alemania, Francia e Italia por medio de bonos y deducciones fiscales. Cancelar el Imserso da mala imagen porque no se puede vender que somos un destino seguro fuera cuando ni nosotros mismos nos lo creemos. Si no estimulamos de ninguna manera habrá destinos que cierren totalmente. Así que si fuéramos capaces de revertir los fondos del Imserso en otro programa sería genial para la industria.
También quiero destacar que Andalucía y Valencia han sacado sus propios bonos y se prevé que otras CCAA lo hagan porque desde el Estado no se va a hacer nada. Y aquí habrá vencedores y perdedores. Nosotros tenemos centros de trabajo en cuatro CCAA, pero la sede está en Madrid. Así que no puedo beneficiarme del plan de Andalucía. Madrid, previsiblemente, no va a sacar ningún tipo de bono porque no tendría sentido. Habrá agencias u hoteles que sobrevivan mejor que otros por la fragmentación de las CCAA.
En este sentido, ¿cómo calificas la gestión del Gobierno central?
Hay que ser muy prudentes. Sin el apoyo de los ERTE y los ICO hubiera sido muy difícil sostener a la industria, pero sí que es cierto que ha faltado un poco de ambición. Se ha trabajado en sostener a las empresas, pero no en cómo van a quedar cuando salgan de esta crisis. No se ha estimulado el consumo interno, ni la promoción del destino España de forma segura…
Las empresas van a aguantar, pero el día después de que los ERTE se dejen de subvencionar no sabemos qué nos vamos a encontrar. Igual no hay demanda interna, ni nos podemos vender como destino seguro y las empresas se han quedado tan raquíticas que no podemos competir con los homólogos europeos. El día después es lo que nos preocupa.
¿Cómo va a quedar Destinia ese día después?
Lo bueno que tenemos nosotros es que el ecommerce ha crecido mucho en cuota de mercado. En 2019, en España se vendieron unos 16.000 millones de euros en hoteles. De ellos, 6.000 se contrataron online y el resto físicamente. Aunque todos hemos perdido mucho, los online hemos aguantado mejor porque la gente ha podido seguir reservando.
El día después para los que apostamos por el online va a ser mejor que el resto, que no tienen la certeza de cuándo abrirán. En agosto tuvimos el 75% de ventas que registramos en 2019, y estamos muy contentos aunque hayamos perdido un 25% respecto al año pasado. Se debe a estar internacionalizados y a depender 100% del mundo online.
¿Qué ocurrirá con los precios de los viajes? ¿Bajarán?
Hemos notado en el global una caída del 10% del precio en España, aunque depende del destino. Sin duda, algo que pasó tras la crisis de 2008 fue el boom de las aerolíneas low cost y es probable que se produzca algo parecido. Antes de esta crisis los vuelos estaban subiendo de precio y la crisis que va a venir después de la pandemia sin duda promocionará el low cost en los viajes.
Hemos notado en el global una caída del 10% del precio de los viajes en España, aunque depende del destino
Ya este verano se ha competido en precio. Cuando países competidores como Grecia, Italia o Túnez empiecen a recuperarse antes que nosotros, la competencia en precio va a existir. Así que vamos a ir a un mercado más barato en el corto y medio plazo.
¿También cambiarán los hábitos de viaje?
En verano no hemos notado un gran cambio. Las reservas de parejas han crecido más. La gente está ahorrando mucho más que antes. A partir de ahora se harán reservas más cortas, con establecimientos de menos categoría para poder seguir viajando y ahorrar.
¿Y la seguridad?
Va a ser fundamental. Este año se ha vendido mucho nacional dentro de los países. Entre países existe cautela de qué países son seguros, pero dentro de los mismos no es así.
¿Qué previsiones barajan a futuro?
Nuestra previsión es que el final de año va a ser muy duro para la industria turística. Para nosotros es positivo porque creemos que vamos a ser capaces de sacar oportunidades en los mercados que se recuperen antes, como Asia. Pero es un año para aguantar, entrar en otros mercados e invertir en tecnología.
¿Con qué objetivo de facturación cerrarán el año?
El objetivo era cerrar el último trimestre en torno al 80% de reservas y quiero pensar que somos capaces de hacerlo. En marzo, abril, mayo y junio las pérdidas fueron del 100%. Por eso, a nivel de todo el año, el objetivo sería estar en torno al 60% de las ventas que tuvimos en 2019.