Alicante

No habrá un incremento de los precios del Imserso, al menos este año. Responsables del Ministerio de Derechos Sociales, del que depende el programa de viajes subvencionados, ratificaron su postura el pasado viernes a una delegación de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (Cehat). Un encuentro en el que los hoteleros reclamaron ajustar las tarifas a un escenario generalizado de inflación, con una importante escalada de los costes de la energía.

Esto quiere decir que en la temporada 2022-2023 se prorrogará el pliego del año anterior, en el que se pagaban por los paquetes entre 22,75 y 23,50 euros por persona y día, en régimen de pensión completa. Los empresarios aseguran que el coste mínimo por turista en las condiciones actuales es de 35 euros, un 50 % más.

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El empeño del Ministerio en no tocar estas condiciones ha colocado al Imserso, según explicaron a EL ESPAÑOL fuentes de la patronal, "en unos costes absolutamente al margen del mercado", por lo que se espera un boicot masivo al programa.

Un ejemplo son los hoteles de Benidorm, destino del 28 % de las plazas en una edición normal. Su patronal, Hosbec, comunicó la semana pasada que la mayor parte de sus asociados no entrarían en el programa este año. Los empresarios alicantinos están negociando por su cuenta con asociaciones de mayores como FEDEPEM cerrar las bases un "circuito alternativo" de viajes senior que les permita esquivar "unas condiciones de miseria". "No queremos cerrar en temporada baja, y el Gobierno ha hecho que el Imserso sea absolutamente inviable", explicaron.

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Los hoteleros españoles llevan años batallando sin éxito con el Ejecutivo para tratar de aumentar los precios del Imserso. La propia Cehat denunció hace unos años el pliego del programa en la Audiencia Nacional, al considerar que el Ministerio no había hecho un estudio de costes antes de fijar las condiciones.

La situación no se ha desatascado y los establecimientos han seguido entrando año tras año en el Imserso, al considerar que el coste operativo de cerrar en invierno era equivalente a llenar las habitaciones con usuarios del programa. Pero eso se ha acabado: "Ahora estaríamos perdiendo mucho dinero. No nos compensa".

¿Qué ha cambiado?

La diferencia entre esta edición y la de años anteriores es la inflación, que ha afectado a los suministros y muy especialmente a la energía, que supone el 30 % de la factura anual de los hoteles.

"No podemos asumir el precio. Es imposible. Y no nos vale con una pequeña actualización, porque la situación lleva demasiados años enquistada. Necesitamos reformar por completo el programa", apuntan las mismas fuentes.

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El desfase entre lo que se paga y el coste mínimo que tiene un turista por habitación, según las mismas fuentes, es ya de unos 12 euros.

¿De dónde sale ese incremento? Una empresaria hotelera valenciana lo explica: "Además de la inflación acumulada, porque los precios del Imserso llevan años congelados, hay que tener en cuenta el coste de los convenios de hostelería (en la Comunidad Valenciana, por ejemplo, fijan un incremento salarial del 4,5 % para este año), el de la reforma laboral y, sobre todo, la inflación en sectores clave como la alimentación o la energía". En este último caso la factura se ha disparado "hasta un 300 %".

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Otro de los factores es la incertidumbre económica. A pesar de que los registros turísticos de verano se acercan a los de 2019, un año récord para el sector, se espera que el panorama se complique a partir de otoño.

"En el escenario postpandemia había destinos desestacionalizados, temporadas altas muy buenas y, en general, confianza en las fortaleza de las economías familiares", afirma otro empresario. Ahora, sin embargo, se contempla la posibilidad de "un invierno duro", donde una crisis afecte a la capacidad de gasto de los ciudadanos y el mercado nacional se resienta, tal como sucedió en la crisis de 2008. El sector pasaría a depender del cliente internacional, con la diferencia que la inestabilidad amenaza con extenderse por toda Europa.

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Esta "ausencia de colchón" para afrontar una coyuntura negativa es una de las cosas que más preocupa a las fuentes consultadas, sobre todo teniendo en cuenta "los dos años prácticamente en blanco" que el turismo ha pasado por las restricciones sanitarias. "No podemos afrontar con la misma perspectiva esta temporada baja", agregan. "Y mucho menos cuando se pretende descargar en las empresas una parte importante del coste que tendrían los viajes subvencionados. Es inviable".