La licencias de TDT concedidas en concurso público en octubre de 2015 han resultado ser un verdadero regalo envenenado para las pequeñas televisiones. Dos años después de su estreno bajo la promesa de aumentar la pluralidad del mercado audiovisual español, las audiencias no han respondido, sus actuales parrillas están lejos de la competitividad prometida y han generado un importante agujero económico a sus empresas editoras.
Los datos a los que ha accedido EL ESPAÑOL indican que Trece, DKiss y TEN -las únicas tres que no están bajo el paraguas de un gran grupo- han perdido al menos 44 millones de euros en conjunto desde que se pusieran en marcha con licencia propia. Estamos hablando de las cuentas de 2016 y 2017 de las sociedades editoras de estas cadenas de televisión, en las que DKiss se ha dejado 10,5 millones, Trece 22 millones y TEN doce millones.
En estas televisiones hablan de inversión y se niegan a admitir que este dinero ha ido a fondo perdido, aunque reconocen que el crecimiento ha sido muy inferior al esperado tras adjudicarse la frecuencia, lo que ha afectado sus planes de expansión y les ha llevado a soportar pérdidas más elevadas que las previstas cuando arrancaron su proyecto hace dos años.
Los objetivos de TEN
El Ministerio de Industria otorgó hace dos años y medio seis nuevas licencias a la Conferencia Episcopal, Real Madrid, Kiss Media, el grupo Secuoya, Atresmedia y Mediaset, los que pusieron en marcha sus nuevas televisiones en abril de 2016. Los obispos migraron su cadena desde la frecuencia alquilada a Unidad Editorial después de seis años de funcionamiento, Secuoya estrenó TEN con recursos propios y Kiss Media lanzó DKiss con Discovery como su productor de contenidos preferentes.
Real Madrid Televisión se trasladó de su emisión en televisión de pago, Atresmedia estrenó Atreseries y Mediaset hizo lo propio con BeMad. Estas tres últimas televisiones están a la amparo de grandes instituciones por lo que el coste de su lanzamiento y de su promoción ha podido ser asumido por el Real Madrid, Atresmedia y Mediaset. Diferente ha sido el caso de TEN, DKiss y Trece que caminan en solitario en el competitivo mercado de la TDT.
TEN, puesto en marcha por Secuoya en abril de 2015, fue una de las apuestas más ambiciosas. Con programas propios casi desde el comienzo de sus transmisiones invirtieron 22 millones en su lanzamiento -entre programas y publicidad- y otros 11 millones al año siguiente. Su objetivo inicial era tener un 2% de audiencia en dos años. Actualmente solo tienen un 0,3% de share.
DKiss ha perdido 10,5 millones
Dos años duros en los que Secuoya ha separado a la cadena de su perímetro situándolo en una sociedad independiente. Como ya informó EL ESPAÑOL durante 2017 perdieron más de seis millones de euros y habrían perdido otros seis millones en 2016, sumando más de doce en pérdidas millones desde que comenzaran la aventura. Actualmente el grupo busca un socio de contenidos estratégico para enmendar el rumbo y ha paralizado su expansión reduciendo su parrilla diaria a reposiciones y programas enlatados.
DKiss, propiedad de Kiss Media, optó desde el primer día por el acuerdo que busca actualmente TEN. Para su lanzamiento firmó un pacto de producción preferentes con Discovery mediante el cual la major internacional se convirtió en su proveedor preferente de contenidos, una fórmula mediante la cual abaratar costes de producción y mantener una parrilla competitiva. Entre enero y abril ha marcado de media un 0,7% de share.
Una fórmula que sin embargo no ha impedido que Dkiss haya perdido 10,5 millones de euros en sus dos años de funcionamiento. Los datos a los que ha tenido acceso este periódico indican que en 2017 se han dejado unos seis millones de euros, que se suman a los 4,5 millones que ya habían perdido en 2016. En el grupo reconocen que este dinero ha ido íntegramente a costear su inversión y que ha sido pagado con recursos propios.
El 'vía crucis' de Trece
Diferente es el caso de Trece, la televisión de los obispos que lleva en antena desde el año desde 2010, los dos últimos años con licencia propia. El gran objetivo al obtener la autorización administrativa era poder entrar en beneficios o al menos reducir las abultadas pérdidas por el menor coste del alquiler de la señal (unos 2,5 millones). No obstante, nada ha cambiado.
Los últimos datos son demoledores y hablan de nuevas pérdidas de 11 millones en 2017, que se suman a los 10 millones que ya se dejaron en 2016. En total, 21 millones pese a los duros planes de ajustes y recortes de plantilla. Un negocio totalmente ruinoso que les ha reportado más de 80 millones de euros en pérdidas desde su creación. En lo que va de año marca un 2% de audiencia.
Respecto de estos resultados, el principal argumento de algunas de estas televisiones es el mercado español de la publicidad que, a su juicio, premia a los dos grandes gigantes audiovisuales y perjudica a las pequeñas. Atresmedia y Mediaset se quedan con el 85% de la publicidad en televisión con poco más del 50% de las audiencias. Anualmente las dos cadenas facturan cerca de dos mil millones de euros y dejan poco menos de 300 millones a repartir entre pequeñas TDT, autonómicas y cadenas de pago.
Costes de las pequeñas cadenas
Al problema de los ingresos se suma los elevados costes de producción de una cadena de TDT. Cada televisión en SD (definición estándar) paga 5,1 millones de euros al año a Cellnex por el alquiler del espacio radioeléctrico, siete millones si la señal es en HD como Real Madrid TV. Esto supone el 60% de los costes anuales de cada cadena pequeña, un gasto que además es el mismo que soportan los dos grandes grupos audiovisuales.
Del lado de Atresmedia y Mediaset se defienden indicando que el mercado funciona de la misma manera que en el resto del mundo y que no se pueden imponer cuotas de publicidad. Indican además que con una inversión en contenidos tan baja es imposible que una cadena gane notoriedad y que, por tanto, pueda atraer anunciantes.
“Para sacar adelante una televisión en condiciones se necesitan al menos 100 millones de euros en contenidos”, indica una fuente del sector audiovisual. Además advierten que para que Antena 3 y Telecinco fuesen rentables debieron soportar importantes pérdidas durante al menos sus primeros cinco años en antena. Una larga travesía en el desierto.