La Asociación de Medios de la Información (AMI), que agrupa a las principales cabeceras españolas, ha pedido formalmente al Ministerio de Trabajo un régimen especial para el sector de los medios en relación a la nueva ley de registro horario que entró en vigor el pasado 12 de mayo.
Según ha podido confirmar EL ESPAÑOL, los editores de prensa creen que esta nueva ley debe tener en cuenta las características especiales de la profesión periodística, por lo que debería existir una interpretación especial en esta normativa para los trabajadores de los medios.
Los editores agrupados en la AMI indican que esta especialidad ya se recogía en el régimen comunitario, en concreto en la directiva 93/104/CE del Consejo de la Unión Europea, de 23 de noviembre de 1993 -relativa a determinados aspectos de la ordenación del tiempo de trabajo-, y traspuesta a la regulación española. "En base a la misma hemos empezado a trabajar para contextos propios del periodista", dicen desde la AMI.
Esta normativa establece como caso excepcionales profesiones como la de servicios de prensa, radio, televisión, producciones cinematográficas, correos o telecomunicaciones; servicios de ambulancia, bomberos o protección civil, entre otros.
Especialidad, no excepción
En estos casos en que por razones objetivas no sea posible la concesión de períodos equivalentes de descanso compensatorio -entre los que se incluye la jornada laboral- se concederá una protección equivalente, mediante procedimientos legales, reglamentarios o administrativos o mediante convenios colectivos o acuerdos celebrados entre interlocutores sociales.
"Vemos el camino por la especialidad, más que la excepción, dado el contexto existente", dice a este periódico Ramón Alonso, director general de AMI. Esto significa que no piden que se excluya de la norma a la profesión, sino que se busque una manera de adaptarla a su dinámica diaria de trabajo.
La profesión periodística es una de las más afectadas con el caos que se ha generado por la obligación de fichar y registrar la jornada laboral de los trabajadores. En la práctica, la ley obliga a que se registre la jornada presencial o las horas que el empleado está realizando sus funciones, pero en el caso de los periodistas y trabajadores de los medios de comunicación, es casi imposible definir cuándo se está -y cuándo no- trabajando.
El director de EL ESPAÑOL Pedro J. Ramírez, ya manifestó su descontento con la decisión del Ejecutivo de Pedro Sánchez de incluir a las empresas periodísticas "en el embudo general del control laboral de la jornada de trabajo".
Llamar por teléfono, no es jornada laboral
"¿Qué periodista deja de serlo en el momento en que concluye su teórica jornada laboral? ¿Cuándo debe fichar, en el momento en que empieza escuchar la radio, cuando enciende el ordenador, o cuando estamos almorzando con alguien?", se preguntó el periodista en una reciente entrevista en Dircomfidencial.
Pero no es el único descontento. Diversos editores consultados por este diario han manifestado su rechazo a este "control" de la profesión periodística. De hecho, y fruto de este descontento, los editores decidieron por unanimidad pedir formalmente un régimen especial al Gobierno a través de su patronal.
Respecto de la normativa general, este lunes se entregó al cuerpo de inspectores la guía de criterios técnicos sobre el registro de jornada obligatorio.Según ella, la empresa podrá descontar de la jornada laboral de sus trabajadores el tiempo que pierdan en bajar a fumar, llamar por teléfono o tomar un café.
Así lo ha dicho la Inspección de Trabajo, que avala la decisión de aquellas empresas que decidan computar sólo el tiempo de trabajo efectivo que desempeñan sus trabajadores. En ella se avala la posibilidad de “eludir la presunción de que todo el tiempo que media entre el inicio y finalización de la jornada registrada constituye un tiempo de trabajo efectivo”.
Criterios que no están en línea con el trabajo periodístico, donde se está buena parte del día llamando por teléfono para conseguir informaciones o se toman muchos cafés con fuentes para investigar historias.