“¿Cuándo se terminó todo?” Se trataría de una escena muy común de pareja, si no fuera en este caso por los protagonistas: Donald Trump y la prensa impresa norteamericana. La relación iba mal, pero quedó claro que la cosa no tenía arreglo con aquel tweet histórico de 2017 en el que Trump anunciaba literalmente el comienzo de una nueva era de la comunicación de masas con su ‘¡Más de 100 millones de personas! Puedo pasar por encima de ellos’. Acto seguido, como ocurre tras cualquier divorcio, hubo quién se encargó de amplificar el desencuentro, como Breibart News, Newsmaxy, o por supuesto (en un curioso proceso que está transformando las televisiones en nativos digitales sin apenas texto), Fox.
Estos días, el Newsmuseum de Washington, a escasos pasos de la Casa Blanca, cierra sus apabullantes instalaciones. El único gran espacio dedicado a la Primera Enmienda y la libertad de la prensa del país y uno de los mejor valorados de Estados Unidos, incluso en redes sociales, dejará de exhibir la evolución de los medios impresos, desde la primera gaceta alemana -que también tuvo numerosas críticas- hasta la llegada de Internet.
El sólo hecho de que esta institución norteamericana, que ironiza sobre su ‘deadline’, se transforme ahora en una colección móvil como indica su página web por falta de apoyo económico, y de que su sede la ocupe probablemente una universidad (prestigiosa pero conservadora y con algunas polémicas) marca un hito respecto al final de una época y deja además otro significado: los nuevos mecenas, los gigantes del online (con, quizá, excepción de Jeffrey Bezos) tampoco están interesados en apoyar al tradicional sector de las noticias profesionales, sino al de los medios sociales, puesto que genera mayor cantidad de datos, la nueva materia prima del capitalismo.
Lo cierto es que el escenario mediático americano ha cambiado radicalmente en veinte años. El reciente informe del Reuters Institute Digital News Report 2019, lo denomina de tipo “pick and mix” ("coger y mezclar". Las razones para este modelo, diferente del español, “de acceso directo”, son diversas, pero está el factor sociodemográfico (además de su composición, la población es casi nueve veces mayor que la española) y su extensión geográfica (conviene recordar que la distancia de Boston a Los Ángeles es la misma que de Boston a Lisboa aproximadamente).
Este informe señala cómo el norteamericano medio ya no está tan interesado en leer ni en compartir noticias (37% frente a 52%), y si lo hace será a través de Facebook (39% frente a 47%), nunca usando Whatsapp (curioso dato, los españoles somos muy de enviar noticias por la red del teléfono verde, con un porcentaje de 36% frente a 4%). Por su parte, medios como el New York Times o el Washington Post supieron anticipar el modelo de suscripción y de hecho se encuentran ahora en el comienzo de una nueva edad dorada del online, encontrando a sus audiencias gracias a la busca de calidad en los contenidos.
Terminará así en pocos días el sueño de Al Neuharth (1924-2013), que fundó hace 22 años en Virginia este museo y por el que han pasado más de 10 millones de visitantes. Neuharth fue también el fundador del USA Today, el periódico que de hecho dio la señal (1982) de un nuevo periodismo americano sintético, y del Freedom Forum. Desaparece el próximo mes por tanto la planta principal dedicada a The New York Times-Ochs-Sulzerberg Family; la sección ‘Makesomenoise’, dedicada a las noticias de los estudiantes en los 1960s; una gran instalación sobre la caída del muro de Berlín; el memorial con 2.300 periodistas que perdieron la vida en el ejercicio de su profesión; los banners que ciertamente critican el procaz estilo mediático del Presidente; la programación de documentales en relación a la historia del periodismo y la sección de exposiciones temporales, que curiosamente ahora alberga una muestra sobre la relación entre el periodismo y el avance de los derechos LGTB.
Luego, ya en la calle, desaparecerá dentro de un mes el mostrador lineal, a medio camino entre la Casa Blanca y el Capitolio, que cambiaba cada día, con las principales portadas nacionales. Aunque lo cierto es que ya casi nadie las miraba… el tiempo nos ha cambiado, nos ha hecho perder “el brillo”.
*** Rubén Fernández-Costa es escritor y periodista independiente.