La radio pública atraviesa una importante crisis. Sin un rumbo definido, con audiencias en mínimos y sin soluciones, las perspectivas para 2020 no son nada halagüeñas. Las cifras del último EGM de noviembre han sentado como un jarro de agua fría en los despachos de Prado del Rey, aunque la hoja de ruta sigue sin estar clara.
Las cifras son frías e indican que RNE se situó con 1.178.000 oyentes repitiendo su peor resultado de los últimos doce años cuando alcanzó 1.177.000 seguidores en la tercera oleada de 2008.
Cifras que además están muy lejos de los 1.943.000 fieles registrados en verano de 2012, la última época dorada de la emisora. En solo siete años la cadena ha perdido la friolera de 765.000 oyentes y ha pasado de ser la tercera a la cuarta opción por debajo de Cadena Cope, emisora a la que superaba hace menos de una década.
Para que entendamos la evolución de RNE, y su hundimiento actual, basta con decir que en 2012 -tras conseguir su récord histórico de audiencia desde que volviese al EGM en 2005- superaban a Cope por 266.000 seguidores y estaban a menos de 600.000 de Onda Cero. En diciembre de 2019 la radio pública cerró a más de 1,9 millones por debajo de Cope y 653.000 menos que la emisora de Atresmedia.
¿Qué ha pasado? Las fuentes consultadas indican que parte de esta evolución hay que entenderla en clave política y la avalancha de cambios que se suceden con los cambios de Gobierno. Precisamente, los malos datos de diciembre llegaban después de cerrar un año de cambios de la mano de la nueva dirección con Paloma Zuriaga como directora y Raúl Heitzmann como director de informativos.
Iñigo Alfonso y Pepa Fernández
Dos movimientos impulsados por la administradora única de RTVE, Rosa María Mateo, nombrada en verano de 2018 y que, al igual que en TVE, se han traducido en malos datos de audiencia y en un baile de sillas que no ha calado en el público.
Las Mañanas de RNE, de la mano de Íñigo Alfonso y con la incorporación de Pepa Fernández en su segunda franja, alcanzó los 869.000 oyentes, el dato más bajo del matinal de la cadena pública de los últimos tres años.
Precisamente estos dos presentadores fueron las grandes apuestas de la emisora pública. El primero se incorporó en verano de 2018 para sustituir a Alfredo Menéndez. responsable en solitario del programa en las anteriores siete temporadas. Menéndez pasó a quedarse solo con la franja magazine, pero solo un año después fue relevado por Pepa Fernández, una de las pocas estrellas que va quedando en la radio pública.
Pero no fueron los únicos. Desde septiembre del año pasado, el popular Ciudadano García dejaba paso a dos nuevos programas. De esta manera, las tardes de RNE han pasado de superar los 300.000 oyentes a quedarse con los 147.000 de Solamente una vez y los 89.000 de Por tres razones.
En este EGM el mejor fue el defenestrado Alfredo Menéndez, que tras desembarcar en las madrugadas de Gente despierta aumentó en un 25% sus audiencias hasta los 251.000 oyente. Además lideró las madrugadas con uno de los mejores datos desde que existe el programa.
Juan Ramón Lucas
Detrás de toda esta revolución -que todavía no cuaja- se encuentra la esperanza de volver a la mejor época reciente de RNE. En 2012 rozó los dos millones de oyentes con El día menos pensado -el programa de Juan Ramón Lucas- en los 1.431.000 oyentes.
El problema es que ahora, y pese a que el equipo directivo vuelve estar alineado con un Gobierno del PSOE -de José Luis Rodríguez Zapatero a Pedro Sánchez- no solo no se han recuperado estas audiencias sino que están incluso por debajo de la época del PP que comenzaba en 2012.
Juan Ramón Lucas logró convertirse en un referente en RNE. El presentador se aupó hasta el tercer lugar de audiencias compitiendo con trasatlánticos como Carles Francino en la Ser y Carlos Herrera en Onda Cero, al mismo tiempo que logró convertirse en referente informativo de la izquierda más moderada.
No obstante, los vaivenes políticos y la llegada de Mariano Rajoy a Moncloa le sacó de Radio Nacional al empezar la temporada 2012-2013. La nueva administración de Leopoldo González Echenique como presidente de RTVE y Manuel Ventero como director de RNE consideró que su contrato como personal externo era demasiado elevado para la cadena pública. Pese a estas explicaciones muchos vieron motivaciones políticas en su salida por la excesiva identificación de Lucas con el saliente gobierno socialista.
El caso es que después de la salida de Lucas ya nada volvió a ser lo mismo en las mañanas y -coincidentemente- en las audiencias de RNE, que comenzaron a caer en picado. Por eso no es de extrañar que en los despachos de la emisora pública todavía se añore al comunicador.
Cifras de RNE
De hecho, muchos directivos no verían con malos ojos que Lucas volviera a RNE aprovechando la vuelta de cercanos al PSOE a la cúpula de la cadena. Una posibilidad que no es descartable, en especial si consideramos que en estos momentos el periodista se encuentra en las noches de Onda Cero, tras abandonar las mañanas de la emisora de Atresmedia en abril de 2018.
Muchos creen también que si se le hace una oferta que incluya algún programa de televisión en TVE, podría ser más fácil ficharle.
El problema es el coste. En su anterior época, los sindicatos de RTVE publicaron que cobraba unos 500.000 euros en 2012 sólo de RNE. "Lucas no es barato" reconocen en el sector y con el presupuesto de RTVE congelado y con pocas esperanzas de crecer en los próximos cursos, estas mismas fuentes consideran que un fichaje de estas características se hace muy difícil.
¿Y las actuales cifras de RNE? Dentro de la casa consideran que todo es cuestión de tiempo y que no es momento de hacer cambios. Las cosas maduran de manera lenta en la radio y hay que dar tiempo a que el actual proyecto cuaje, indican los más optimistas.
Sin ir más lejos, los malos datos de noviembre pasado fueron calcados a los de la primera época de Luis Fernández como presidente de RTVE y de Santiago González -actual director de informativos de Atresmedia- como director de RNE. Es decir, con el PSOE en el Gobierno, mientras que sus mejores datos de 2012 se produjeron casi al final de este mismo Ejecutivo, pero con un proyecto rodado de ocho años.