"Han dicho que no le puedo ni ver. ¡Pero si no le conozco!". "De usted le dicen tantas cosas, pero usted también es muy de chufla chufla y sigue en su dirección. Pues muy bien, le felicito. Sigamos así". Parafraseando a Paco Martínez Soria, Juan José Omella, flamante nuevo presidente de la Conferencia Episcopal, contestaba a Carlos Herrera sobre el supuesto enfrentamiento del cardenal con el comunicador.
Lo cierto es que Herrera y Omella se referían a la publicación de Periodista Digital indicando que en Cope existía cierta preocupación por el nombramiento, "sobre todo por la mala sintonía que el nuevo jefe de la Iglesia española tiene con la estrella de la radio, Carlos Herrera".
La publicación se produjo el martes 3 de marzo, el mismo día del sorpresivo nombramiento de Omella y, casualmente, menos de 24 horas después el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal estaba realizando una entrevista con Herrera en la que desmentía esta mala relación.
La realidad indica que al margen de filias y fobias personales, la opinión de Omella es fundamental para entender el futuro de Cope. La Conferencia Episcopal es el dueño del 51% de las acciones de la emisora y junto a las diócesis y órdenes religiosas como jesuitas y dominicos (que también controla indirectamente) supera el 80% del capital.
Omella sucede a Ricardo Blázquez y a Antonio María Rouco Varela, que se han repartido el control de la Conferencia Episcopal durante las últimas dos décadas, tiempo en el que han mantenido la línea editorial de Cope prácticamente inalterable y escorada a la derecha.
'Mediador' del 'procés'
De aquí nace la preocupación real en Cope respecto de las intenciones de Omella. Todos los cambios inquietan en una casa histórica y tradicional como la emisora de los obispos, pero mucho más con los antecedentes del nuevo presidente de la Conferencia Episcopal.
Todos quienes le conocen coinciden en señalar que pertenece al ala más progresista dentro de la actual Iglesia Católica española y que cultiva una gran relación con el Papa Francisco, con quien comparte sus ideas renovadoras y más humanistas respecto de la relación del clero con la sociedad.
Omella tiene además el aliciente de ser el arzobispo de Barcelona, algo totalmente inaudito en los más de 50 años de historia de la Conferencia Episcopal. El nuevo presidente llega al máximo sillón de los obispos españoles en momentos de extrema tensión por las presiones del independentismo al Gobierno central para sentarse a negociar.
Un sector -el independentista- en el que el arzobispo de Barcelona ha sabido moverse como pez en el agua. Durante mucho tiempo fue una de las personas de confianza de Oriol Junqueras y muchos le califican como el 'confesor' del líder de ERC, cristiano devoto y reconocido católico.
Por su cercanía al independentismo ha sido buscado en muchas ocasiones para ser mediador del conflicto, aunque nunca ha realizado oficialmente estas funciones, dicen, por sugerencia del propio Papa Francisco.
Azote de Pedro Sánchez
Pocos días después del 1-O, el entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, lo citó en Moncloa junto al arzobispo de Madrid, Jesús Osoro. "Hice lo que pude para mediar entre Puigdemont y Rajoy. Me escucharon", admitió en una entrevista en Catalunya Ràdio.
En cualquier caso y coqueteos con el independentismo aparte, lo cierto es que Omella tiene un perfil mucho más progresista que sus antecesores -todo lo progresista que puede ser un obispo- y su intención es trasladar esta visión a Cadena Cope.
En esta línea, efectivamente uno de sus principales objetivos es meter en cintura a Carlos Herrera y para ello uno de sus primeros movimientos ha sido precisamente desmentir en entrevista con el propio comunicador que tenga algún problema con su figura.
Si hay algo que caracteriza a Omella y probablemente lo que le ha llevado a ser el primer presidente de la Conferencia Episcopal con sede episcopal en Cataluña, ha sido precisamente su mano izquierda y su capacidad de negociar y obtener réditos de las situaciones más adversas.
En plena crisis independentista supo desmarcarse del separatismo en el momento preciso y ahora su objetivo es convencer a Carlos Herrera de que modere su línea editorial. Una tarea que no es fácil si consideramos que el comunicador está cada vez más escorado a la derecha y que se ha convertido en el gran azote mediático del Gobierno de Pedro Sánchez.
Audiencias en juego
Pero Omella sabe cómo moverse y apuesta a una reconversión en el medio y largo plazo y para ello tiene seis años por delante como presidente de la Conferencia Episcopal. El cardenal está convencido de que es mejor usar la zanahoria antes que el palo y por ello pondrá todos sus esfuerzos en mimar a Herrera para que matice sus postulados más radicales.
El giro de Carlos Herrera está relacionado con el segundo objetivo de Omella que es el diálogo con Cataluña. El arzobispo considera que la prensa y el periodismo tienen un papel fundamental en el procés y para buscar soluciones políticas y sociales al conflicto, no ayuda tener una radio radical agitando el avispero y radicalizando posiciones.
Dicho de otra manera, Omella cree que una Cope proactiva puede ser una buena herramienta para buscar posiciones comunes en el conflicto. ¿El problema? La audiencia de la emisora que crece exponencialmente de la mano del Herrera más radical.
En estos momentos, Cope está a solo un millón de oyentes del liderazgo histórico de Cadena Ser. 3,1 millones de oyentes que en gran parte son fieles al Herrera más radical y a la Cope más escorada a la derecha. Un Herrera que con sus 2,2 millones de oyentes se encuentra a solo 600.000 fieles de Hoy por Hoy de Àngels Barceló.
Razón más que suficiente para que Omella se tome su hoja de ruta con calma y sin prisas. Tener a Herrera contento garantiza buenas audiencias y la tranquilidad económica de Cope. Algo fundamental para una emisora que necesita ser rentable si no quiere recurrir a la Conferencia Episcopal para que pague sus facturas.