Aunque no fue la primera plataforma de vídeo en streaming del mundo, Netflix sí que ha sido la que ha revolucionado la forma de consumir contenidos audiovisuales. En los últimos años, el cine ha dejado de ser el único lugar para ver los últimos estrenos cinematográficos y ya no hace falta esperar una semana para ver el siguiente capítulo de tu serie favorita.
Un cambio que la pandemia de la Covid-19 acabó por consolidar, ya que las medidas de confinamiento implementadas en los distintos países para frenar la expansión del coronavirus obligaron a trasladar de la noche a la mañana todas las actividades de ocio y entretenimiento al interior del hogar.
Una tendencia que no ha pasado desapercibida ni para aquellas compañías que desde el principio apostaron por lanzar sus propias plataformas de vídeo en streaming y que hoy en día lideran el mercado, ni para aquellos grupos audiovisuales más tradicionales que se ha mostrado más rezagados a la hora de entrar en este nicho de negocio.
Elevada competencia
Sin embargo, el enorme de crecimiento registrado por este mercado en los últimos tiempos también ha traído consigo un importante aumento de la competencia. Aunque sigue siendo el líder claro del mercado, Netflix comienza a sufrir signos de agotamiento ante la aparición de nuevas plataformas como Disney+ o la apuesta renovada de HBO.
De hecho, los decepcionantes resultados y las previsiones poco halagüeñas para este inicio de 2022 llevaron a las acciones de Netflix a desplomarse casi un 22% el 21 de enero y actualmente cotizan en torno a los 373 dólares, muy lejos de los 508 dólares que valían el 20 de enero.
En este contexto de mayor competencia, las compañías han empezado a desarrollar distintas estrategias destinadas a reforzar su posición de mercado y su catálogo de contenidos. Por un lado, se han producido en los últimos tiempos distintas operaciones corporativas destinadas, por ejemplo, a fusionar servicios de streaming o a crear grupos audiovisuales de mayor tamaño.
Por otro, las plataformas también están planteando o probando nuevos modelos de negocio con el objetivo tanto para atraer a aquellos clientes que todavía no son usuarios de las plataformas de streaming, como para asegurarse un mayor nivel de ingresos.
Fusiones de plataformas
En el primer ámbito, destaca el anuncio realizado a mediados de marzo de la unión de HBO Max y Discovery+ en una única plataforma a partir de 2023 una vez que AT&T ha cerrado la venta de WarnerMedia a Discovery.
Un movimiento similar a otros llevados a cabo en el pasado por Disney+, entre los que se incluyen como la compra de Hulu en 2019 o la creación de Star+, un catálogo que incluye producciones de Disney Television Studios, 20th Century Fox o ESPN.
Otra iniciativa que ha puesto en marcha Disney+ para captar nuevos usuarios es el lanzamiento de una versión más barata de su servicio, pero con publicidad, que se probará inicialmente en Estados Unidos. Su objetivo es atraer a aquellos clientes que se muestran actualmente reticentes a contratar estas plataformas por sus precios.
Por su parte, Netflix ha lanzado un proyecto para acabar con la compartición de cuentas entre personas que no viven en el mismo hogar, como hizo en su momento Spotify con el streaming de audio. La compañía justifica su decisión en que esta práctica afecta a su capacidad de invertir en nuevos contenidos.
Para evitarlo, probará nuevas funciones en Chile, Costa Rica y Perú para que los clientes sigan compartiendo su cuenta con otros usuarios que residan fuera de su hogar de manera "fácil y segura", pero pagando un poco más.
Otra modalidad por la que también están apostando las plataformas para maximizar los ingresos obtenidos por sus contenidos es estrenar las últimas novedades con un coste adicional a la subscripción mensual, como hacen Disney+ o Filmin, u ofrecerlos antes a los abonados de pago, como hace Atresplayer.
Las televisiones buscan su lugar
En España y Europa las principales empresas dedicadas a la industria audiovisual -concretamente a la televisiva- también han visto afectado su modelo de negocio tras el ruidoso aterrizaje de las plataformas de vídeo bajo demanda.
Lo digital está de moda y las cúpulas directivas de los grandes grupos ya se han asegurado de incluir medidas encaminadas a la transformación de las entidades en este sentido. Hace tan solo una semana el sector de los medios vivía un claro ejemplo de ello con la OPA que el expolítico Silvio Berlusconi lanzó sobre Mediaset España.
Y es que detrás de esta operación hay una serie de objetivos argumentados y expuestos públicamente que podrían resumirse en una sola frase: "Crear un grupo paneuropeo en el sector del entretenimiento y los medios" capaz de plantar cara a las referencias del streaming estadounidenses, Netflix, Prime Video, Disney+ o HBO Max.
El mercado y la audiencia han dejado claras sus intenciones y las tendencias que estas conllevan. De hecho, el pasado diciembre, la cuarta oleada del barómetro TV-OTT que elabora Barlovento confirmaba que el acceso a las plataformas de televisión de pago en España se había incrementado provocando un crecimiento histórico en el país. Los datos apuntaban a que cada ciudadano español tiene acceso a casi tres plataformas de televisión de pago (2,7).
Estos datos, junto a otros muchos elaborados en base al consumo audiovisual de los españoles, habrían impulsado al propietario de la matriz de Mediaset España, la denominada ahora Media For Europe, a competir por el sector del entretenimiento audiovisual europeo a partir de la fusión de sus conglomerados televisivos.
Su competidora directa en este país, Atresmedia, también tuvo que comenzar a adaptar su estrategia empresarial a las circunstancias marcadas por los inicios del boom del streaming. Para ello, ya en 2013, la dueña de Antena 3 y La Sexta lanzó su propia plataforma online, Atresplayer.
De esta manera, la mencionada entidad también tomaba decisiones y, en su caso, optaba por el conocido refrán: 'si no puedes con tu enemigo, únete a él'. A través de la OTT, los espectadores siguen consumiendo contenido de Atresmedia pero con el mantra del 'cómo y cuándo quiera' que ha impulsado al streaming por el mundo. Tanto fue así que el paso de los años ha terminado dando el aprobado con nota al plan de la empresa.
El éxito de Atresplayer, en cifras, se traduce en 10,8 millones de usuarios registrados al cierre de 2021. En lo que respecta a su servicio de pago, Atresplayer Premium, ya son 427.000 personas las que están suscritas.
La televisión pública española, por su parte, también se ha visto en la necesidad de subirse al carro del streaming. Ya durante la etapa de Rosa María Mateo como administradora de RTVE se comenzó a tratar la idea. Sin embargo, la remodelación de su organigrama y el 'reseteo' de los planes de la Corporación trajeron consigo un objetivo expresamente prioritario: la puesta en marcha de RTVE Play al detalle.
A este plan, que ya de por sí es una nueva muestra de la adaptación televisiva al mundo del streaming, se le suma la medida que este martes se aprobaba en el Consejo de Ministros. A partir de un Real Decreto se regulará la concesión directa de una subvención a RTVE, para la formación en capacidades digitales de hasta 40.800 personas en toda España.
El streaming bate récords en España
Esta revolución, sin embargo, cuenta con un importante peso de fondo. Y es que los análisis de audiencias y consumo televisivo no dan tregua a la televisión. Según el barómetro TV-OTT de Barlovento, ya mencionado en este artículo, el consumo televisivo en 2021 fue de tres horas y treinta y cuatro minutos (214 minutos). Estos datos, que por separado no dicen nada, suponen que 2021 fue el año de menos consumo televisivo desde 2003.
El estudio también muestra cómo las plataformas de streaming han entrado 'hasta la cocina' de los hogares españoles. Según el informe, 8 de cada 10 (32,2 millones de personas o un 82%) tiene contratada alguna de las opciones de televisión de pago disponibles en España. Además, el 59,8% tiene acceso, como mínimo, a dos plataformas y, de media, cada español gasta 39 euros al mes en televisiones de pago.
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