Javier Castro-Villacañas (58 años), abogado y periodista colaborador habitual de El ESPAÑOL, falleció este viernes (día de Reyes) tras una grave y fulminante enfermedad. Fue asesor jurídico y miembro del Gabinete de Comunicación de la Universidad Complutense de Madrid donde realizó su carrera como funcionario.
Sin embargo, el periodismo y el análisis político fueron las verdaderas pasiones de Javier Castro-Villacañas, conocido por su presencia en medios. Así, y como colaborador de EL ESPAÑOL, realizó numerosas colaboraciones acerca de la Monarquía y la Casa Real. Durante la Covid, y tras contagiarse, fue testigo directo de todo lo que sucedía en aquellos duros momentos.
Siendo adolescente, Javier quedó impresionado por los acontecimientos de la Transición y por la percepción que estos sucesos producían en su familia. La familia de Javier representaba bien las paradojas de la Guerra Civil. Hijo de Antonio Castro-Villacañas, periodista y hombre de leyes que ostentó diversos cargos en el régimen franquista y sobrino de escritores y militantes de Falange, era también nieto del coronel republicano José Pérez Martínez, mano derecha del general Miaja en la defensa de Madrid.
La constelación familiar de estos afectos políticos marcaría la personalidad de Javier. En cierto sentido, la vida de Javier ha sido una vida dedicada a buscar explicaciones a estos sentimientos. De ahí nacería su necesidad de analizar y comunicar lo que pensaba sobre el poder y la historia a través del periodismo. Su abuelo republicano, exiliado y represaliado, y su padre, hombre del régimen crítico con el poder, serán para él dos modelos a integrar.
A principios de los 80, Javier comenzó a escribir y a frecuentar ambientes literarios joseantonianos. La fidelidad a aquellos imaginarios perduraría hasta su último aliento, pero la imposibilidad y el anacronismo que suponía llevar a cabo esas ideas, más los problemas que le acarrearon de joven, le fueron abriendo a otras posibilidades.
A mitad de los años 80 se interesó por la política universitaria como representante de alumnos y fue miembro de diversas asociaciones en la facultad de Derecho de la UCM, donde conocería a Gustavo Villapalos, que sería Rector de la Universidad Complutense, con cuyo equipo colaboró durante años.
Su encuentro en el año 94 con el pensador y abogado Antonio García-Trevijano haría que Castro-Villacañas se apasionara por las ideas de la república constitucional y de la democracia. Eso le permitió hacer otra lectura de la Transición, dotándole de herramientas de análisis y racionalizando su visión emotiva sobre el régimen del 78.
En aquellos años, Javier colaboró con Trevijano, primero organizando en el paraninfo la presentación del El Discurso de la República y luego expandiendo estas ideas con gran éxito por colegios mayores de media España a través de las llamadas Noches de la República. A pesar de la influencia de estas ideas críticas con el régimen político del 78 entre profesores, jueces, sindicalistas, estudiantes y políticos de izquierdas, Trevijano no pudo generar un movimiento político con una mínima influencia después de la llegada del Partido Popular de Aznar al poder.
Fue entonces cuando la vocación de escritor y periodista de Javier Castro se pudo realizar. Desviada la pulsión política (un callejón sin salida en una personalidad tan crítica) colaboró en la fundación de la revista Generación XXI y comenzó a escribir asiduamente y a hacer sus primeras entrevistas en diversos medios de comunicación y a preparar sus primeros libros.
Al mismo tiempo, Javier se formaba en círculos intelectuales con el politólogo Dalmacio Negro, el profesor Neira y otros colegas. Dio clases como profesor asociado de Derecho Constitucional en la Universidad Camilo José Cela. Fue Javier quien denunció personalmente a los médicos de la Comunidad de Madrid por negligencias médicas en el caso Neira y quien puso cara en los medios a la tragedia de Jesús Neira, que fue agredido por defender a una mujer víctima de violencia de género.
Si tuviéramos que resumir las ideas de Javier Castro-Villacañas diríamos que para Javier el Régimen del 78 representa un sistema oligárquico de partidos sin verdadera separación de poderes ni mandato representativo popular, y por ello fuente de corrupción sin límites.
Para Javier, nuestra Constitución conducirá inevitablemente a la disgregación nacional, dado el precio a pagar por el apoyo para poder gobernar con los nacionalismos. El régimen, en su análisis, supondrá el empobrecimiento de las clases medias y populares, privadas de cualquier forma de control sobre el poder y la oligarquía política que está de hecho en manos de intereses económicos y personales ajenos a la mayoría.
El papel de la monarquía ha sido también una constante en su análisis: Javier consideraba el régimen como un pacto entre la corona y la elite política, definitivamente dañino para la Nación. La monarquía borbónica encarnaba para Javier la decadencia de España y era corresponsable de sus problemas. Con todo, Javier era tolerante y amante de las libertades personales y civiles constitucionales, no soportaba ni el pensamiento político reaccionario ni el racismo.
Pero la personalidad de Javier iba mucho más allá de sus ideas. Hombre vitalista, alegre, amigable; su carácter expansivo y curioso le hacía amigo de sus oponentes políticos al tiempo que un hábil comentarista e investigador de la actualidad. El periodismo era una manera de vivir para Javier, que además le permitía conocer a gente de todas las ideas y disfrutar de su compañía y conocimientos. No ha habido cenáculo conspirativo contra el Régimen en los últimos 30 años en el que no estuviera, de un modo u otro, Javier Castro-Villacañas.
Como escritor es autor de una biografía sobre la figura de José María Gil-Robles, pero su libro más querido y trabajado era sin duda El fracaso de la monarquía. En El expolio de la clases medias recogía su análisis y hechos sobre la economía al servicio de las oligarquías. En estos últimos meses preparaba un libro sobre Felipe VI y su reinado. En la actualidad Javier era Secretario General de la Asociación de periodistas de radio y televisión de Madrid y colaboraba como analista político en diversos programas de radio y televisión. Sus intervenciones críticas o sus investigaciones sobre el poder eran seguramente las respuestas que buscó desde adolescente.
En el último mes lucho con una enfermedad devastadora y acabó afrontando la muerte con templanza, fe y dignidad, rodeado de su familia e íntimos. Estaba casado con su querida Alejandra León y deja tres hijos: Antonio, Marta y Gabriela.
Javier Castro-Villacañas estará en la sala 2 del tanatorio de La Paz en Tres Cantos este sábado. Mañana domingo a las 12 será el entierro en ese mismo lugar. Que en paz descanse.
*** Javier Esteban, periodista y amigo personal del fallecido.