Sus compañeros lo han recordado con pocas palabras debido a lo súbito de la noticia, pero con un cariño inmenso. Han resaltado su clásico atuendo: camisa de cuadros y vaqueros. O su recia melena. O, fuera de sus atributos físicos, su gran profesionalidad. Su amor al trabajo. A esa profesión que llevó hasta, casi literalmente, sus últimos minutos: Pepe Domingo Castaño jamás abandonó, en cualquier faceta, su papel de comunicador.
Ya fuera como periodista deportivo, como colaborador en varios programas de radio, como escritor de memorias, como cantante o como publicista. Nacido en la aldea coruñesa de Lestrove en 1942 y fallecido "de forma repentina" este 17 de septiembre, Domingo Castaño se convirtió en una leyenda gracias a las cuñas que introducía en sus locuciones, a su solvencia y a su pasión por la radio. Por ese medio, confesaba en El Gran Libro de Tiempo de Juego, dejó su pueblo y se mudó a Santiago y luego a Madrid. Aguantó "carros y carretas" hasta que le hicieron caso.
Se lo hicieron en Radio Centro primero y luego en la cadena SER. Allí presentó programas musicales desde 1973 y consiguió su primer premio Ondas en 1975 (luego llegarían tres más). Cambió este espacio por el formato deportivo de la emisora más conocido. Y le imprimió su inconfundible introducción. "Hola, hola... Comienza Caaaarrruuuusseeellll Depooorrrrrrrrtivooooo", exclamaba, marcando entre sus oyentes esa frase como si fuera un himno.
La punta del iceberg
Pero eso solo era la punta del iceberg. Durante el programa él era el alma mater, el que guiaba la locución, pero también metía un estilo único que cambiado la forma de hacer publicidad. Incluían a los anunciantes de forma coral, con diálogos sobre el producto. En Tiempo de Juego, de la COPE y junto a sus compañeros Manolo Lama y Paco González, creó esta forma de publicidad radiofónica. Su forma de 'vender' productos ha sido copiada por otros muchos, y hacía que en su 'cartera de pedidos' hubiera cola para anunciarse allá por donde pasaba.
Pepe, como le conocen quienes le conocen, había tenido algunos problemas de salud en las últimas semanas, pero no esperaban este desenlace. De hecho, ya dio un susto con la epidemia de COVID-19: lo vivió en primera persona, con secuelas y con el recuerdo de que "nunca" lo había pasado "tan mal" en la vida.
Era locutor, pero también un "animador", como le califican muchos profesionales del gremio. Entre sus tareas de escritor o cantante, resaltan esas oraciones como estribillos que pasaban de boca a boca gracias a su gracias, a su originalidad. Ahí está el famoso "Pepe, ¿un purito?", con la respuesta: "la capa natural, lo que hace que los Puritos Reig sean los puritos de España". O "Pipas Facundo, un placer de este mundo". O esa conversación en torno a la marca Stihl.
"Pepe, Stihl, nuestra familia”, le introducía el comunicador Poli Rincón. A lo que Domingo respondía: "Qué alegría llevan los jardines cuando oyen esta música porque saben que estamos hablando de sus salvadores, de su ayuda diaria, de la motosierra, del cortaseto…". Y qué decir de "¡Coronita, uh, fresquita!", de cómo presentaba el Cuponazo de la ONCE o del "Hola, hola, aquí arranca Tiempo de juego".
Como ha rememorado Javier Ruiz en una columna de homenaje, era un inventor de palabras. "Pepe Domingo era todo música en la radio. Me contó un día un colaborador suyo que se iba quince días de agosto a su pueblo gallego. Pedía que le dieran la lista de clientes para ese año en la radio. Y se encerraba a componer. Tan pronto hacía una sinfonía de una cortadora de césped como exhalaba el mayor y mejor grito que hasta en los campos de fútbol se coreaba. "¡Pepe, un purito!" Y Pepe pasó a la historia con el purito de la radio. Increíble. Qué genio, qué monstruo, qué talento".