Las bolsas de Oriente Medio se desplomaron el domingo (allí sí es día laborable en los mercados), en el día en el que se hizo efectivo el fin de las sanciones de Europa y EEUU a Irán. Aunque la noticia ya se esperaba, no le sentó nada bien a los inversores, que ven en la vuelta al mercado de Irán un factor más que contribuirá al desplome de los precios. Por mucho que la noticia se conociese, la reacción bajista de los mercados de la región es comprensible: hay que valorar que se trata del cuarto país del mundo por reservas de petróleo probadas y el primero de gas natural. Un cambio de calado.
Pero hubo otra noticia importante que extendió el miedo por las bolsas: Irán anunció que elevará con rapidez su ritmo de exportación. De forma inmediata, el país quiere empezar a vender medio millón de barriles al día, para pasar a duplicar esta cifra en los próximos meses, explicó el ministro de Comercio y Relaciones Internacionales iraní, Amir Hossein Zamaninia. En total, un millón de barriles que contribuirán a incrementar el exceso de oferta que ya hay en el mercado. Teherán se ha acostumbrado a gestionar el país sin los ingresos del petróleo durante todos los años de sanciones por su programa nuclear, lo que hace que esté preparado para sobrevivir en un mundo de precios bajos.
Sin duda, la vuelta de Irán a los mercados es una mala noticia para todos los productores de petróleo, y es lógico que las bolsas de la región viviesen un día negro. El índice Tadawul de Arabia Saudí se desplomó un 7% sólo en la sesión del domingo, hasta marcar su nivel más bajo desde marzo de 2011, hace casi 5 años.
Al tiempo que las bolsas se desplomaban en todo Oriente Medio, en Irán conseguían repuntar. El fin de las sanciones también permite a los inversores internacionales entrar en el país, lo que supone un problema añadido para la región. Irán puede captar ahora parte de este ahorro invertido en la región, lo que drenará recursos de otros países. Este movimiento podría ser más amplio en un primer momento, ya que el fin de las sanciones también está atrayendo muchos recursos en forma de Inversión Extranjera Directa (IED), esto es, las inversiones que son productivas, no las especulativas en bolsa.
Presiones bajistas
Este nuevo contexto en el Golfo Pérsico puede tener un impacto negativo sobre las bolsas de Europa y Estados Unidos. En las últimas semanas se ha visto cómo cualquier noticia negativa, por pequeña que sea, puede generar una fuerte reacción a la baja del mercado. El mundo está ante un contexto de gran debilidad de las bolsas y de muchas incertidumbres sobre la economía global, por lo que la reacción a corto plazo del fin de las sanciones en Irán es impredecible.
Pero más allá del efecto directo que produzca Irán en las bolsas, el mayor riesgo es su contribución al desplome de los precios del petróleo. La OPEP estaba vendiendo su barril de petróleo en el entorno de los 25 dólares antes de la reincorporación de Irán, mientras que el Brent y el West Texas, referencias de Europa y EEUU respectivamente, se consolidaban por debajo de los 30 dólares. Este es su nivel más bajo de los últimos 13 años y supone un gran riesgo para todo el sector de la energía. Las petroleras están en pleno desplome y la llegada de Irán puede abrir todavía más esta 'herida'. En España, por ejemplo, los inversores han empezado a protegerse de un posible impago de Repsol comprando los seguros de su deuda (CDS).
Si las petroleras sufren, es normal que recorten sus inversiones, por lo que sus males se extienden así a todo el sector. Todas las empresas auxiliares, como es el caso de Técnicas Reunidas en España, están sufriendo cancelaciones en los pedidos y retrasos en los proyectos.
Y lo peor de todo...
Al margen de los efectos negativos sobre el sector del petróleo, el desplome del crudo tiene un efecto muy peligroso que está asustando a los inversores. En las últimas semanas ha sido la conversación que ha dominado en los círculos financieros: la deflación. Los precios en la mayor parte de países del mundo cerraron 2015 planos y amenazan con volver a terreno negativo en 2016 en tasas interanuales.
Los gestores y los bancos de inversión están atemorizados ante esta amenaza y, por supuesto, los bancos centrales. ¿Qué pasará si las autoridades monetarias no consiguen generar inflación? En un mundo con unas deudas tan elevadas, en especial en el sector público, la caída de precios es un gran riesgo, ya que en términos reales, aumenta el montante de las deudas.
El ciclo deflacionista también es perjudicial para el consumo, ya que puede retrasar las decisiones de compra o de inversión del sector privado. Y con la debilidad de la economía mundial, este escenario sería catastrófico.
Por el momento es sólo una amenaza. La inflación subyacente (la que no contabiliza los precios de la energía) es positiva en casi todo el mundo y en muchos países también hay inflación de salarios. Sin embargo, el desplome tan abrupto del petróleo vuelve a poner a la inflación contra las cuerdas. La vuelta de Irán a los mercados presionará a la baja el precio del crudo y condenará a los precios a seguir estancados o incluso cayendo. No hay deflación, pero la preocupación es que el descenso de los precios no parece tener fin. ¿Hasta cuándo conseguirán mantener ancladas las expectativas de inflación los bancos centrales? Sus 'superpoderes' están en entredicho.