Según las estimaciones de Bloomberg, la huida de capitales del país alcanzó el billón de dólares en 2015. Esta salida de dinero de la Bolsa de China casi equivale al PIB español y que supera en siete veces el montante de las salidas de capitales que vivió el país en todo 2014. Una situación que refleja bien la huida de los inversores de China y, lo que es más importante, supone una fuerte presión a la baja para el yuan, lo que genera más dudas sobre la capacidad del Banco Popular de China (PBoC) de contener la depreciación de su moneda.
Sólo en diciembre salieron del país casi 160.000 millones de dólares, el segundo peor mes del año para China después del de septiembre. Esta huida de capitales ha provocado hoy un fuerte castigo a las bolsas del país. El índice Shanghai Composite se deja hoy más de un 6% hasta marcar su nivel más bajo en 13 meses, desde diciembre de 2014.
Temor entre los expertos
Mientras tanto, los expertos siguen pensando que las caídas todavía no han acabado y alertan a los inversores de que tengan mucha cautela si tienen su dinero en acciones de empresas chinas o piensan invertirlo allí. Ha Jiming, vicepresidente de Goldman Sachs Private Wealth Management para China, alertó esta madrugada en declaraciones a la CNBC que las valoraciones de la bolsa del país todavía está caras.
Actualmente el selectivo de Shanghái cotiza 11,4 veces por encima de su beneficio estimado para los próximos 12 meses (per). Una cifra que, si bien es menor a las 14,4 veces que marca su media histórica, no es suficiente como para contrarrestar la salida de capitales. “Cuando la gente compare los fundamentales con la dirección de los flujos de capitales, probablemente se darán cuenta de que el precio de las acciones de China todavía está muy cara”, indicó Jiming.
Otro gran banco de inversión, Deutsche Bank, alerta de lo que significa este desplome de las acciones chinas. “Los inversores están poniendo en precio una alta probabilidad de un escenario de ‘aterrizaje forzoso’ de la economía de China o una gran depreciación del yuan”, alerta Yuliang Chang, jefe de Estrategia de Deutsche Bank para China.
El callejón sin salida
Las autoridades de China se enfrentan a una situación muy compleja. Por un lado, se ven en la obligación de contener las fuerzas del mercado que presionan hacia abajo a su divisa y, por el otro, también quiere limitar la volatilidad de las bolsas inyectando estímulos monetarios. ¿Cuál es el problema? Que las dos decisiones son incompatibles. Si China quiere frenar la caída de su divisa tiene que comprar yuanes para elevar la demanda y así contrarrestar la alta oferta, justo lo contrario a lo que hace cuando compra acciones del país.
El Banco Popular de China está optando por la primera estrategia, la de contener el desplome del yuan, para lo que está gastando una buena parte de sus reservas en dólares. Las autoridades consideran que una fuerte caída del yuan sería nefasta para el país, ya que provocaría un descenso mayor de las bolsas y generaría muchas dudas sobre el crecimiento del país. Esta situación provoca que el banco central no pueda intervenir en el mercado de acciones tanto como hacía en el pasado.
“Seguimos echando en falta una mayor expansión monetaria desde el banco central, en términos de tipos de interés y crédito”, indica José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España. Y añade, “pensamos que el objetivo a corto plazo de estabilidad en la divisa dificulta que se puedan adoptar medidas más contundentes que realmente permitan un aterrizaje ordenado de la economía”.