La imagen de Mariano Rajoy, presidente en funciones, negándole el saludo al primer aspirante a ser investido, Pedro Sánchez, fue el mejor reflejo del grave problema político que vive España: el de los políticos que se niegan a hablar. Muchos empresarios, directivos e inversores no comprenden cómo es posible que en un país que presume de tener una democracia avanzada tiene unos representantes que no son capaces casi ni de sentarse a hablar.
Nadie se puede sorprender a estas alturas de las posturas enrocadas de los distintos líderes, el mercado ya sospechaba hace un año que esto podría llegar a ocurrir y se anticiparon a la situación llevando sus inversiones fuera de España. Los datos de la balanza de pagos del Banco de España no dejan lugar a dudas: 2015 fue el tercer peor año para España en lo que a salida de dinero se refiere. En total, los inversores se llevaron algo más de 70.200 millones de euros en el conjunto del año, de los cuales, uno de cada cuatro fueron solo en diciembre.
El mes de las elecciones fue uno de los peores que ha vivido España en toda su historia, en concreto, el décimo más malo. Los otros meses que fueron peores se produjeron entre 2010 y 2012, coincidiendo con los años más complicados de la crisis del euro y con el rescate financiero a España. Lo que no es normal es que esta salida de capitales se esté produciendo en un momento en el que el país está creciendo por encima de la media europea. Estos datos demuestran que los inversores encuentran otra razón de peso que no es la económica para dudar de sus inversiones en España y el tema más recurrente en el año ha sido la crisis política.
En toda la serie histórica sólo hubo dos ejercicios peores que este. La mayor fuga de capitales se produjo en 2012, ya que salieron 170.000 millones de euros de inversiones, esto es, casi un 20% del PIB. El segundo peor fue el de 2011, año en el que salieron 80.000 millones.
La mala educación
Rajoy abrochándose el botón de la chaqueta y Sánchez recogiendo la mano que tenía tendida al presidente en funciones. Así, sin diálogo, es imposible que haya investidura y esto es precisamente lo que no quiere el dinero. Empresarios, inversores y directivos (que en muchos casos son las mismas personas) han alertado en numerosas ocasiones que el mayor peligro para España es esta parálisis política.
En el otoño de 2013, el entonces presidente del Banco Santander, Emilio Botín, advertía que era un momento fantástico para España: “Está llegando dinero por todas partes y para todo, para la bolsa, la deuda y las inversiones directas”. No se equivocaba, sólo en el mes de noviembre entraron 17.000 millones de euros, uno de los mejores datos de toda la serie histórica.
Este discurso nada tiene que ver con el que tiene hoy la presidenta actual del Grupo, Ana Botín, que en la presentación de resultados del banco explicó que “el teléfono de las inversiones suena menos”. Los datos también le están dando la razón. En su opinión (y los bancos son un buen termómetro para las inversiones) el mayor problema es la incertidumbre política, por lo que pidió “que se disipe cuanto antes”.
La pequeña y mediana empresa también ha congelado sus inversiones a la espera de que la parálisis política se desbloquee o se bloquee definitivamente. Poco les importa el color, lo importante es que los representantes de los ciudadanos “interpreten correctamente los resultados y dialoguen, negocien y pacten sin exclusiones, teniendo como objetivo un proyecto de país que ilusione a los ciudadanos”, indicaron en un documento conjunto el Círculo de Empresarios y otras siete asociaciones regionales.
Moody’s alertó el lunes de que esta situación de fractura política se prolongará durante los próximos cuatro años y supone un riesgo para la deuda del país. La agencia de calificación percibe la falta de diálogo de los políticos y advierte que con este escenario “es improbable que se adopten las reformas que mejoren la situación crediticia de España en los próximos cuatro años, lo que tiene implicaciones negativas para las tendencias del crecimiento económico y la deuda”.
Bruselas también ha advertido a España de la necesidad de poner en marcha las reformas estructurales que necesita el país para mejorar el crecimiento potencial. Con una tasa de paro cercana al 21% y una deuda pública próxima al 100% del PIB, cualquier político prefiera discutir sobre los sillones es visto como parte del problema. Por el momento, la salida de capitales no ha sido definitiva, pero el riesgo de que se produzca una huida como la de 2012 es una posibilidad que nadie puede descartar.
¿Por qué no se desploman los mercados?
La salida de capitales que se produjo en diciembre no vino acompañada de un gran desplome de los mercados como sí ocurría entre 2010 y 2012. En esta ocasión, la huida de inversores no produjo una situación de pánico en los mercados, ¿por qué? Porque el Banco Central Europeo equilibró esta salida de dinero con su programa de compra de activos, el famoso QE. En diciembre canalizó 12.800 millones de euros a través del Banco de España para la compra de deuda pública y en el conjunto del año metió 50.900 millones.
Esta entrada de capitales del Banco Central Europeo no sólo fue un contrapeso para la salida de capitales, sino que también fue una causa. Hasta cierto punto, todo este dinero ha expulsado a los inversores privados. Sus compras han provocado que muchos activos, en especial los de deuda, estén tan caros que paguen unas rentabilidades muy bajas, tanto que para muchos ahorradores han dejado de ser atractivos.
De este modo, el efecto expulsión del BCE ha tenido también influencia en la salida de capitales que se produjo en España en 2015. Esta situación seguirá, al menos, hasta marzo de 2017, por lo que seguirá expulsando a inversores. Además, la institución monetaria prepara un nuevo paquete de estímulos que anunciará el próximo 10 de marzo, lo que podría acelerar el proceso.