Juan Miguel Villar-Mir de Fuentes, de 54 años, es desde el 22 de junio el máximo dirigente de la constructora OHL. Releva a su padre el Marqués de Villar-Mir, exministro de Hacienda entre 1975 y 1976, que el próximo 30 de septiembre cumplirá 85 años. Su aterrizaje no ha podido ser más forzoso al frente de la compañía: al día siguiente de tomar el mando, Reino Unido votó a favor de su salida de la Unión Europea y uno de los principales proyectos inmobiliarios de la constructora (la transformación en hotel del antiguo Ministerio de la Guerra de Winston Churchill) se quedó empantanado, debido al desplome de la libra y la parálisis que ha generado en el mercado inmobiliario británico.
Menos de un mes después, Villar-Mir hijo nombró a un hombre de la casa (Tomás García) como nuevo consejero delegado de OHL en sustitución de Josep Piqué, cuya gestión de la constructora ha sido muy cuestionada por los inversores, accionistas y reguladores. García fue el encargado presentar al mercado los últimos resultados de la empresa: un desplome del 94% en los beneficios, hasta 3 millones de euros. Su deuda por encima de los 4.000 millones. Su márgenes a la baja.
Fue el viernes 29 de julio. El lunes siguiente comenzaría el calvario en bolsa de la compañía, que ha vivido la peor semana de su historia con una caída acumulada del 30%, que llegó a ser de más del 50% durante algunos momentos de la sesión de este viernes, si bien, un rally de última hora en sus acciones evitó una tragedia mayor. Entre lunes y viernes se intercambiaron a ritmo frenético más de 70 millones de acciones de OHL en mercado, es decir, el 23% de su capital.
Por el camino, la agencia de calificación de riesgo crediticio Moody’s acometió una nueva rebaja de su rating, desde B2 a B3, elevando a primera línea de debate las dudas sobre la capacidad financiera de OHL tras unos resultados semestrales en los que se reducen los márgenes y aumenta la deuda. La primera reacción fue inmediata desde el mercado: los ‘hedge funds’ como Blackrock, Oxford y Marshall Wace han aprovechado las turbulencias y el pánico para hacerse de oro con sus apuestas bajistas sobre OHL, primero vendiendo en bloque títulos con el objetivo de recomprarlos más baratos después. Enfrente, la compañía: OHL anunció el martes un plan de recompra de acciones por 45 millones de euros o el 3% del capital (hoy sería más del 7% del accionariado) para defenderse de la actividad de estos fondos, que llevan más de dos años entrando y saliendo de la cotización de OHL. En cada entrada y salida, el grupo ha salido trasquilado una y otra vez: desde junio de 2014, la constructora ha perdido un 88% de su valor en bolsa.
Primer desafío: ordenar la maraña financiera
Una de las primeras decisiones que tomó Villar-Mir al llegar al cargo fue comenzar a enmendar los errores de su padre, que entre 2012 y 2014 se embarcó en una carrera sin control por comprar e invertir en todo lo que se le ponía a tiro, a saber: un nuevo proyecto concesional a un centro comercial en el casco histórico de Madrid, un rascacielos, la mayor empresa de autopistas de Europa (Abertis) o la inmobiliaria Colonial, entre otras.
Pero en la construcción de esa telaraña de inversiones dejó ocultas una serie de conexiones y nudos que ahora el hijo está intentando desenredar. En una de sus primeras decisiones, Villar Mir ordenó vender el 7% de Abertis por más de 800 millones de euros. Con esa operación conseguía dos cosas: reducir deuda y liberar parte de las garantías que pesaban sobre las acciones de OHL México, su joya de la corona, con un valor en bolsa de más de 2.000 millones.
El siguiente paso será desinvertir también en otros activos, como pueden ser proyectos turísticos como el Hotel Mayakoba, Canalejas (Madrid) o parte de su cartera de autopistas, entre otras. Pero el gran reto al que se enfrenta el heredero es poner en orden las cuentas de la empresa después de verse multada por la CNBV mexicana por mala contabilización de sus activos concesionales y la caída de los márgenes en sus principales proyectos.
De fondo, el objetivo de recuperar la confianza de los inversores y actualizar el plan estratégico de la empresa 2015-2020 que preveía duplicar su Ebitda (resultado bruto) hasta 2.000 millones y ahora se quedará lejos de esa cifra. Cuando OHL lo presentó, la empresa cotizaba en 19 euros por acción y ahora en apenas 2,3 euros. Seis meses después tuvo que realizar una ampliación de capital valorada en más de 1.000 millones de euros y que ha puesto en cuarentena la credibilidad de la empresa ante el mercado.
Segundo desafío: modernizar y ‘limpiar’ OHL
Ha sido un relevo ampliamente anunciado, poco a poco, con el paso de los meses en cada presentación de resultados y en cada junta de accionistas. Lleva cinco semanas en el cargo. El cambio de poder entre padre e hijo cristalizó en junio en la Junta de Accionistas. Allí, el patriarca intentó hacer un favor al vástago en su estreno con una de las peores predicciones de bolsa que se recuerdan: “Tenemos una cotización absurda de lo barata que es. Les recomiendo comprar acciones. Lo pienso de verdad (...) En cuanto nuestra acción suba un poco volveremos a entrar en el Ibex”, prometió el marqués. Lo sucedido desde entonces se resume en un desplome tras desplome hasta este crash semanal.
Como en todas las empresas familiares el relevo de generaciones provoca no pocos problemas entre sus herederos. Tensiones, incluso, entre progenitores y sus descendientes por el cambio de poder. No debería ser el caso de OHL, una empresa cotizada en bolsa y con ciertas normas de gobierno corporativo que cumplir, donde quienes mandan son sus miles de accionistas. Villar-Mir será el encargado de limpiar el nombre de la constructora de los distintos escándalos en que se ha visto involucrada. Su epicentro es su cuñado Javier López Madrid, que se ha metido en todos los charcos imaginables: desde las tarjetas black de Caja Madrid a la ‘Operación Púnica’; de un caso de acoso a ser el ‘compiyogui’.
Tercer desafío: México
Para las pesadillas de los Villar-Mir, todo comenzó en tierras aztecas. Allí han tenido lugar sus mayores inversiones en concesiones, la salida a bolsa de su filial y la construcción de numerosos proyectos. Pero en México es donde han comenzado los problemas para los Villar Mir. En la primavera de 2015 se filtraron unas conversaciones entre directivos de la empresa y funcionarios mexicanos en los que se revelaban cohechos y posibles sobornos a cambio del favor en la adjudicación de contratos. Esto ha obligado a la empresa española a renovar la práctica totalidad de su consejo y estructura directiva allí.
En México, OHL mantiene invertidos más de 3.000 millones de euros en distintas infraestructuras con el Conmex (Circuito Mexiquense) como principal activo, cuya contabilidad está en cuestión: la empresa dice que su retorno está garantizado por el Estado y, por tanto, lo considera un activo financiero tangible, con una rentabilidad medible; el supervisor CNBV dice que no, que es ‘intangible’, y por tanto no puede anotarse beneficios futuros porque no está garantizado que lo vaya a recuperar.
La constructora española ha estado en negociaciones con su socio australiano IMF para excluir de bolsa a OHL México, donde la matriz española controla el 56% de las acciones y cuya valoración en bolsa asciende a unos 44.000 millones de pesos (unos 2.100 millones de euros), a razón de 25,6 pesos por título. Es su valor de cotización y el punto de partida de una potencial exclusión de bolsa, valorada en 924 millones a los precios actuales. Será, con probabilidad, su siguiente movimiento corporativo.